Moderada por Pedro Pernas, registrador de la propiedad y miembro de la Comisión de Innovación del Colegio de Registradores, esta mesa de debate contó con la participación de Miguel Ángel Román, Co-Fouder del Instituto de Inteligencia Artificial; Nuria Oliver, doctora por el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusett (MIT) y Alex Rovira, licenciado en Ciencias empresariales y MBA por ESADE. En ella se profundizó en la empatía emocional como nota distintiva del ser humano, que lleva a la idea fundamental de la máquina como herramienta al servicio del profesional.

La inteligencia artificial es un salto computacional que amplía las habilidades de la máquina. Ha supuesto la revolución en visión artificial y procesamiento del lenguaje natural, de especial impacto y utilidad en el Registro.

Alex Rovira señaló que todos somos usuarios de la Inteligencia Artificial (IA): you tube, coches autónomos y los chat bots son ya una realidad del presente. En fases futuras de la IA, se plantearán cuestiones como el desplazamiento de puestos de trabajo, pero las máquinas no sustituirán a profesiones sino solo tareas, permitiendo más tiempo para ser y desarrollarse como humanos. Y terminó señalando que la oportunidad está en poner la IA al servicio del profesional del derecho; la clave radicará en trabajar en el valor añadido de la psicología emocional.

La informática afectiva y la empatía artificial fueron conceptos planteados por Nuria Oliver en su disertación sobre la relación entre emociones y tecnología. Y señaló que uno de los retos en este campo será conseguir que el impacto tanto directo como sutil de la tecnología en las emociones del hombre sea positivo. Por otro lado, puso como ejemplo de la empatía artificial a los robots emocionales o humanoid robots.

Miguel Ángel Román continuó explicando que este presente comprende la fase de no generalización o algoritmos diseñados para tareas sin incertidumbre (búsqueda en base de datos), y la fase de generalización local o algoritmo que adapta lo desconocido esperado en un conjunto de tareas conocidas (reconocimiento facial). En un futuro las fases serán la de la generalización amplia (conducción autónoma) o adaptación a situaciones desconocidas e imprevistas en un dominio amplio de tareas, y la generalización compleja o el meta-aprendizaje. En este futuro se plantearán cuestiones como el desplazamiento de puestos de trabajo, pero las máquinas no sustituirán profesiones sino tareas. Esto permitirá más tiempo para ser y desarrollarse como humanos.

Tareas automatizables serán las tareas de optimización en entorno estructurado (jugar al ajedrez), pero no las tares creativas en entorno desestructurado (desde crear una estrategia de marketing, hasta la tarea del fontanero o peluquero). La nota distintiva radica en la empatía que requieren estas últimas. Los retos serán la robótica sin límites y la comprensión total del lenguaje natural (doble sentido, sarcasmo…).