Foto: Nacho MartÍn

“El Cuerpo de Registradores es tan vanguardista que los tiempos de futuro los conjuga en presente continuo”

Qué le motivó a preparar las oposiciones a registrador de la propiedad?

La Universitat de València cuenta con un departamento de Derecho civil muy prestigioso, con una sólida tradición investigadora en materia de Derecho registral inmobiliario y también en materia de hipoteca inmobiliaria y crédito hipotecario. El estudio de esos temas me hizo interesarme irrevocablemente por la función registral. También coadyuvó decisivamente, en la misma etapa universitaria, la impartición por parte de algunos registradores de ponencias y jornadas sobre distintos temas relacionados con el Registro. El germen de las oposiciones está muchas veces en la universidad. Por eso mismo es tan afortunada e imprescindible la colaboración de los registradores con el mundo académico. 

¿Cuál ha sido su método de estudio que le ha llevado a ser el número uno de la promoción?

La oposición, según creo, debe abordarse teniendo presente que la función registral es una función de juristas y no de leguleyos. Memorizar es elemental, porque la memoria es la base del conocimiento, y el rigor científico en el estudio de los temas teóricos es inexcusable. Pero lo anterior no debe emborronar el hecho de que, no ya el tercer examen (que es el decisivo), sino la propia función para cuyo ejercicio se organiza el proceso de selección consiste en la emisión de un dictamen o juicio de legalidad registral, y que tan importante como «cantar» los temas es aprender —paulatinamente, durante todo el proceso de oposición— a argumentar y formar un criterio propio y fundado en Derecho. 

Se habla de la preparación como una carrera de fondo. ¿Cuáles fueron, si los hubo, los momentos más complicados?

Los momentos más difíciles suelen ser los días o las horas previas a los exámenes, en que a muchos nos sobreviene el síndrome del impostor. Es ahí cuando cobra verdadera importancia el apoyo inquebrantable de familiares, preparadores y compañeros. Es ahí también cuando hay que confiar en el trabajo hecho y arrostrar los distintos ejercicios con serenidad. 

Si tuviese que dar un consejo a un alumno de Derecho que se plantea preparar la oposición, ¿qué le diría?

Como punto de partida, no hay que tener miedo a la oposición, porque se puede aprobar. Sentado esto, es verdad que es una opción exigente, sobre todo para los más jóvenes, con muchas renuncias y algunos sinsabores. Hay que concienciarse de que se trata, como bien se ha dicho, de una carrera de fondo (cuando uno oposita, todos los días son martes: es un día más de trabajo —como el día de antes y el de después—, no estás tan fresco como el lunes, y el viernes queda muy lejano). Ahora bien, lo anterior no empece a que haya momentos satisfactorios (además del ansiado momento de acabar), porque se aprende mucho de Derecho y también de uno mismo. 

“El germen de las oposiciones está muchas veces en la universidad. Por eso mismo es tan afortunada e imprescindible la colaboracin de los registradores con el mundo académico”

Tras aprobar la oposición ha realizado un curso de formación por parte del Colegio de Registradores. ¿Qué valoración hace de este curso?

El curso de formación ha contado con una plétora de ponentes de altísimo nivel que nos ha ido descubriendo los aspectos prácticos de la profesión, así como los servicios colegiales a los que podemos acogernos ante los problemas que se pueden ir planteando en el día a día. Todos los compañeros nos hemos sentido muy arropados en el comienzo de la andadura profesional y, por ello, estamos muy agradecidos. 

¿Cómo contempla el Registro del futuro?

El Cuerpo de Registradores es tan vanguardista que los tiempos de futuro los conjuga en presente continuo. En efecto, ya se está haciendo un trabajo ingente para consolidar las tres líneas maestras que definirán la institución registral en los próximos años: 

  1. un Registro electrónico, en el marco de la transformación digital como elemento clave del tráfico económico moderno; 
  2. un Registro útil y seguro, que permita identificar con suma precisión el titular, el objeto de la relación inmobiliaria —a cuyo fin habrá que seguir perfeccionando la identificación geográfica de las fincas registrales—, así como el propio derecho y, más en particular, sus limitaciones —para lo cual se precisa un Registro interoperable con otras bases de datos e informaciones territoriales y medioambientales—; y 
  3. un Registro en permanente y leal colaboración con las demás instituciones del Estado y, en general, del espacio común europeo de libertad, seguridad y justicia. 

Y todo lo anterior sin perder de vista el que siempre ha sido el designio medular de la institución: servir al ciudadano que acude y confía en que el Registro —previo el riguroso y responsable control de legalidad— ampare su particular proyecto patrimonial.

Discurso de Pau Cuquerella