“El humor es el pataleo del ciudadano, el derecho a la protesta y al desahogo, y los cómicos lo usamos como terapia propia”


Desde hace años, se ha convertido en el plato principal de la Nochevieja de muchas familias españolas, que despiden el año riendo con el humor de este montieleño de signo zodical Cáncer, que canta, baila, parodia, escribe guiones, dobla personajes animados, es productor y empresario. 


En julio espera empezar a rodar su próxima película, pero el estado de alarma se ha llevado por delante parte de la gira prevista con Dos tontos y yo, el espectáculo con el que José Mota, Santiago Segura y Florentino Fernández han hecho reír a media España, y con el que echaba a andar el teatro que ha ayudado a construir en la madrileña estación de Príncipe Pío.

¿Qué es el humor para usted?

Yo no entiendo la vida sin sentido del humor. Para mí la comedia es tan necesaria como beber agua. Es un bálsamo, o un laxante, que nos ayuda bien a digerir, bien a evacuar todo lo que nos agrede en nuestro día a día; cicatriza heridas más rápido y nos hace más libres y conscientes de las cosas. La risa es bella. Es, como bien dice mi amigo Luis Piedrahita, “un arma de construcción masiva”, que nos reconforta con la especie, nos hace abrazarnos a nosotros mismos y aceptarnos con nuestras propias miserias.

¿Y qué le inspira para crear un espectáculo humorístico?

Para mí, el humor reside en lo cotidiano. Creo que es el pataleo del ciudadano, el derecho a la protesta y al desahogo, y los cómicos lo usamos como terapia propia. Por eso yo intento retratar nuestras miserias, virtudes y ruindades, y hablar de aquello con lo que no estoy de acuerdo o me parece que es susceptible de ser parodiado en el escaparate de lo público. 

¿Ha tenido que autocensurarse alguna vez?

Vivimos un momento en el que el humor transita por caminos cada vez más estrechos y lo tiene más complicado. Pero a mí no me gustan las prohibiciones y hago el humor que me apetece hacer, sin cortapisas. Y, de la misma manera, respeto y abrazo la idea de que cada cómico sea libre para hacer el humor que quiera y vaya con él. Yo no hago humor de ciertas cosas porque siento que no debo hacerlo, pero no porque alguien me lo prohíba. Yo no me autocensuro, soy coherente con lo que pienso.

¿Cuándo surgió en usted la necesidad de hacer reír?

Desde niño el humor ha sido mi burladero para escapar de las arremetidas del toro de la vida. El humor me hace sentir más seguro; ha ido conmigo siempre, aunque en el cole me llevase algún cachete por hacerme el gracioso. Y de ahí derivé en la idea de convertirlo en profesión. 

¿Cree que su lado cómico ha eclipsado otras de sus facetas como actor? 

Me siento muy orgulloso y feliz de pertenecer al maravilloso mundo de la comedia, pero reconozco que me apetece contar otras historias, emocionar hacia lo emotivo, no sólo a la carcajada. Y si ambas cosas van de la mano, sería maravilloso. Actores como Roberto Benigni, o el ya fallecido Robin Williams, han unido drama y comedia de una manera magistral. ¿A quién no le atrae eso?


Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes

DISECCIONANDO EL HUMOR

Se abre el telón y Mota, Segura y Flo salen al escenario juntos por primera vez en la historia y con un único objetivo: hacer reír al respetable. Así es Dos tontos y yo, un show donde, en trío, por parejas o individualmente, nos ofrecen reflexiones, risas y disparates varios, que ayuden a entender por qué nos reímos y cómo es nuestro sentido del humor hoy en día.

Durante la velada, los tres cómicos ofrecen sus distintas teorías, avaladas por ejemplos prácticos, sobre cómo y cuándo surge el primer momento humorístico de la historia; los distintos colores del humor; o cómo el chiste, el sketch, o el monólogo se convierten en herramientas humorísticas que disparan la comedia.


¿Hay algún personaje que sueñe interpretar?

No he fijado mi vista en ninguno en concreto, pero soy asiduo lector de poesía, y admiro a Miguel Hernández hasta el tuétano. Así que, si tuviera la oportunidad de participar en una ficción donde se aborde este personaje, sería muy bonito.

Además de esa pasión por la poesía, ¿qué otros secretos oculta uno de los rostros del humor español?

Es algo poco confesable, pero duermo con calcetines en agosto. Tengo esa parte del cuerpo muy débil, y si me entra el frío por los pies no puedo dormir. Aunque me estoy quitando, estoy haciendo unas curas en una granja en Segovia. Es cuestión de años, pero al final te desenganchas (bromea). Este verano comprobaré si ha funcionado, porque en invierno sigo llevándolos y cuanto más gruesos, mejor.

¿Cómo está viviendo estos extraños días de confinamiento?

Consumiendo vida. Dedico más tiempo a mis hijos y mi mujer. Me siento en el sofá con la pequeña a ver al señor Scrooge contando moneditas en Cuento de Navidad, que le encanta, les ayudo a hacer los deberes. Y, por la noche, disfruto de alguna película en blanco y negro. Son momentos maravillosos, pues en lo cotidiano es donde se encuentra lo más hermoso de la vida… y a veces no lo vemos.

¿Sacaremos algo bueno de todo esto?

Confío en que sea así. Espero que este horror que tantas vidas ha segado, sobre todo esos mayores que deberían ser nuestro norte y referencia, nos haga reflexionar sobre lo que hemos hecho mal y tomemos conciencia de que somos un todo que debe luchar unido contra un enemigo que no vemos, porque juntos somos más fuertes. Espero que, en memoria de los que nos han dejado, esto nos haga mejores personas, o al menos saque la mejor versión de nosotros mismos.


UN ARMA DE CONSTRUCCIÓN MASIVA

Lleva haciendo humor desde los ochenta. Su atracción por este género surgió cuando, de crío, “el mundo se paraba viendo a Pajares, Esteso, Martes y 13, Toni Leblanc y otros cómicos de la época”. Fue así como descubrió que “el humor era mágico”, y decidió dedicarse profesionalmente a hacer reír.

Su primera actuación fue en el salón de su casa, subido a una silla y rodeado de su familia y vecinos. Entonces era sólo un niño, pero en 1988 comenzó su carrera como dúo humorístico junto a Juan Muñoz, al que conoció en la mili. 

Fueron casi dos décadas de éxitos con Cruz y Raya. Un éxito que ha continuado en solitario, cosechando dos Premios Ondas y dos nominaciones al Goya desde que la pareja se separó en 2007.

Gema Fernández González