“La Primera República sirvió para alejar la utopía en España como había sucedido en Europa”


Jorge Vilches, profesor titular de Historia del Pensamiento en la Universidad Complutense de Madrid, nos habla en esta entrevista de su última obra, La Primera República Española (1873-1874): de la utopía al caos, un sólido trabajo de investigación que da una nueva visión sobre aspectos esenciales de la Primera República de la que el pasado 11 de febrero se cumplieron 150 años de su proclamación.


Sostiene usted que para el estudio histórico de la Primera República es necesario analizar la fugaz monarquía de Amadeo de Saboya. ¿Por qué?

No se entiende el advenimiento de la República el 11 de febrero de 1873 sin los motivos que hicieron fracasar la monarquía democrática de Amadeo. Los españoles no eran mayoritariamente republicanos. Por esta razón los nuevos gobernantes de 1873 no quisieron preguntar al pueblo sobre la forma de gobierno, sino que se contentaron con una decisión parlamentaria.

¿Cuáles son las causas de que no se consolidara el reinado de Amadeo?

La principal causa es la incapacidad de la élite política para ponerse de acuerdo en el funcionamiento del orden constitucional, en el respeto a las libertades, y en la aceptación del adversario. Estaban convencidos de que tenían el derecho a gobernar en exclusiva, y para eso recurrieron a medios que rompieron las reglas de juego acordadas. De ahí la imposibilidad de Amadeo I para aunar las voluntades de los dirigentes radicales y conservadores. En realidad, es una falta de responsabilidad de la élite política hacia el sistema democrático común. 

“No se entiende el advenimiento de la República el 11 de febrero de 1873 sin los motivos que hicieron fracasar la monarquía democrática de Amadeo”

¿Por qué afirma que la República llega el 11 de febrero de 1873 de manera ilegal?

No lo digo solo yo, lo dijo Estanislao Figueras, primer presidente del Poder Ejecutivo de la República, en una carta publicada en septiembre de 1873. Congreso y Senado se reunieron ilegalmente para proclamar la República. Esa ilegalidad lastró su legitimidad hasta el final, incluido 1874.

¿Pi y Margall dio un golpe de Estado el 23 de abril de 1873?

Por supuesto. Y no solo lo digo yo, sino lo afirma él mismo en sus obras. La organización del golpe fue perfecta. Lo preparó desarmando al capitán general de Castilla La Nueva, que era Manuel Pavía, colocando a los milicianos federales en los puntos estratégicos de Madrid, para lo cual contó con Nicolás Estévanez, gobernador civil de la ciudad, y controló la comunicación quitando los puestos de telégrafo de los ministerios, salvo del suyo, el de Gobernación. Para dar sentido popular al golpe hizo que las masas federales, convenientemente pastoreadas por los agentes de Estévanez, invadieran el Congreso y amenazaran a los diputados de la oposición. Luego, durante cuatro días, los milicianos registraron las casas de los políticos de oposición. Fue una represión en toda regla, la típica después de un golpe de Estado exitoso.

El director de la revista, Antonio Tornel, en un momento de su conversación con Jorge Vilches.

¿Cuándo, por qué y en qué zonas surge el movimiento cantonal que se suma a la Guerra Carlista y al conflicto en Cuba? 

El levantamiento cantonal se produjo en aquellas localidades donde la milicia federal era poderosa, también gracias a que Pi y Margall les entregó armamento en los meses anteriores. El propósito del cantonalismo era la federación de España de abajo arriba, y que las Cortes lo considerasen un hecho consumado. Ahora bien, la práctica cantonal fue muy violenta y provocó la huida de la población, como en Valencia y Sevilla. El levantamiento fue un movimiento orquestado por un grupo de 35 diputados federales intransigentes, tal y como cuento en el libro. Se repartieron por cinco caminos para levantar los cantones tras la caída del Gobierno de Pi y Margall, y ante el temor de que Salmerón entorpeciera el camino cantonalista más o menos tolerado por Pi.

“Estanislao Figueras, primer presidente del Poder Ejecutivo de la República, señaló en una carta publicada en septiembre de 1873 que el Congreso y el Senado se reunieron ilegalmente para proclamar la República. Esa ilegalidad lastró su legitimidad hasta el final, incluido 1874”

Sostiene usted que la dimisión de Salmerón no se debe a la negativa a firmar condenas de muerte como escribió Pérez Galdós.

Galdós escribió los episodios nacionales de la Primera República en su etapa republicana, al final de sus días. Son los peores por el empeño en no perturbar la mitología republicana. Uno de esos mitos lo creó el propio Salmerón sobre su persona: dimitió por no firmar dos sentencias de muerte. No es cierto. Salmerón transmitió esa falsedad porque estaba obsesionado con la idea de transmitir “épica”, tal y como él dijo, a las siguientes generaciones de republicanos. La realidad es que fue incapaz de sostener el Gobierno frente a la realidad, que fue el chantaje al que le sometía el grupo parlamentario conocido como “centro reformista”, que amenazaba con sustituirlo por Pi y Margall. De hecho, ese chantaje fue lo que llevó a que Salmerón prohibiera a Pavía que deshiciera el cantón de Málaga, dirigido por esos federales del centro reformista. A esto se añadió su incapacidad para ser consecuente con su idea del imperio de la ley y restablecer las Ordenanzas Militares o dar un instrumento para disciplinar a la tropa. Sin disciplina era imposible hacer la guerra a los carlistas y a los cantonales. Salmerón fue acusado en su época de irresponsable, pero se ha impuesto el mito de las sentencias de muerte porque la capacidad de propaganda del republicanismo es muy fuerte. 

Castelar, 100 días de Gobierno para recuperar con el orden una República posible. ¿Por qué no tuvo apoyos para seguir? 

Buena pregunta porque es el motivo del golpe de Estado del 3 de enero. Salmerón, que tenía mucha envidia de Castelar, consideró que Castelar se había salido de la “órbita republicana”, según sus palabras, por restablecer las relaciones con la Santa Sede, y porque Castelar quería introducir en las Cortes a conservadores y radicales a través de las elecciones parciales a las vacantes de diputados que existían. Pi y Margall odiaba a Castelar porque acabó con el cantonalismo, salvo Cartagena, que estaba en las últimas el 2 de enero de 1874, y pretendía una República conservadora, de orden, posible, contando con todos los partidos políticos españoles, no solo con los federales. La renuncia al exclusivismo convirtió a Castelar en un traidor para los federales. De esta manera, cuando se abren las Cortes constituyentes otra vez en enero de 1874, Castelar está solo. Tuvo a los grupos de Salmerón, Pi y Margall, Figueras, los intransigentes y la izquierda en contra, y todos le negaron el voto de confianza.

“El propósito del cantonalismo era la federación de España de abajo arriba, y que las Cortes lo considerasen un hecho consumado. Ahora bien, la práctica cantonal fue muy violenta y provocó la huida de la población, como en Valencia y Sevilla”

3 de enero de 1874: golpe de Pavía que lleva al general Serrano a la “presidencia del poder ejecutivo de la República”. Sostiene usted frente a la historiografía tradicional que Serrano es el quinto presidente y que 1874 también es Primera República.

Lo sostengo yo, la documentación oficial y la España y el orden internacional del momento. España siguió siendo en 1874 una República. No hace falta más que ver la “Gaceta de Madrid”, que era el BOE de la época. La confusión procede de la historiografía republicana que ha impuesto su relato de la épica, haciendo creer a los españoles que la República cayó por el golpe de Estado del 3 de enero de 1874. Ese golpe lo dieron los mismos que hicieron la revolución de 1868. Sostener que solo hubo 4 presidentes de la República es otra manipulación de la historia. 

Cuéntenos el papel en el año de 1874 de Cánovas y Sagasta, los que habrían de ser protagonistas de la Restauración.

Ambos eran monárquicos y creían que la única persona para devolver la monarquía a España era el príncipe Alfonso, pero tenían planes distintos. Sagasta quería mantener la Constitución de 1869, la herencia de la revolución de 1868, y que unas Cortes convocadas al efecto eligieran a Alfonso rey de España como habían hecho con Amadeo. Cánovas se negó a este plan rotundamente. Cánovas quería que la Restauración fuera el resultado de un movimiento nacional como el que en septiembre de 1868 desterró a los Borbones. Ese movimiento nacional se produciría, así lo pensaba, tras una victoria sobre los carlistas, que solo podía dar el militar con más prestigio del momento, que era el general Gutiérrez de la Concha. Pero De la Concha murió en junio de 1874 y hubo que empezar de nuevo. Martínez Campos se saltó el plan de Cánovas. En el libro lo cuento con detalle. 

¿Cuál es su balance de la Primera República y cuáles fueron sus efectos sobre la Historia de España en las décadas siguientes?

La Primera República sirvió para alejar la utopía en España como había sucedido en Europa tras los acontecimientos de la Comuna de París de 1871. Esto contuvo el ímpetu democrático como elemento salvador instantáneo, y recondujo el mito del pueblo en armas y en las urnas hacia un ejercicio más ordenado de las libertades. Luego vino la batalla para controlar el relato de la historia de España, que nos ha alejado cada vez de la documentación y de los hechos demostrables, y nos ha introducido más en la política. En mi libro salgo de esta batalla, que no me dice nada, para contar lo que pasó en la Primera República según las fuentes, muchas de ellas inéditas. 

Antonio Tornel