Foto: Javier Mantrana del Valle

“Creo que escribir es un privilegio y yo lo gozo. Para mí la página en blanco es un lugar mágico y de placer”


“Envenenado” por el teatro desde que era un adolescente, se define como un “apasionado de la lengua”, que camina “al acecho de palabras” en cualquier plaza o lugar, para “coserlas” a otras y subirlas a un escenario. Por eso, lleva siempre consigo una libreta, donde anotar todo aquello que le pueda servir de inspiración para una nueva obra, como María Luisa, una historia sobre la soledad y la vejez y sus luminosos desvaríos que el último Premio Princesa de Asturias de las Letras estrenará en abril en el Teatro de La Abadía de Madrid.


Es el tercer dramaturgo, tras Nieva y Miller, que recibe el Princesa de Asturias, ¿qué ha significado este galardón para usted?

Cuando lo recibí, sentí que me excedía, y todavía lo siento. Me produjo una enorme alegría, que aumentó enormemente cuando pasé toda la semana en Asturias y descubrí cómo lo viven allí a través de encuentros con un montón de gente: lectores de bibliotecas públicas, chavales de instituto, estudiantes de arte dramático y espectadores del Teatro Palacio Valdés de Avilés, a los que leí mi obra La colección. Eso me demostró que es un premio que, de alguna manera, vive con pasión toda Asturias, y eso me produce una emoción muy especial.

Por lo demás, creo que este galardón, señalándome a mí, señala algo que va mucho más allá de mi modesto trabajo: señala el valor de la literatura dramática, el valor de la autoría teatral y también, finalmente, es un reconocimiento para toda la gente que hacemos teatro.

¿Cuándo y cómo surgió su pasión por el teatro?

Fue en la adolescencia. Lo descubrí como espectador: inducido por mi profesora, asistí junto a mis compañeros a una función de Doña Rosita la soltera, y me enamoré del teatro. Me convertí entonces en un adolescente apasionado por este arte y, como escribía, un día decidí probar a escribir teatro, junto a la novela y la poesía, y desde entonces no he dejado de hacerlo. Me parece un lugar fascinante para un escritor.

¿Dónde encuentra la inspiración para sus textos?

Puede aparecer a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, la próxima obra que voy a estrenar en el Teatro de La Abadía, María Luisa, surge de una anécdota que me contó un amigo portero de una finca, quien había sugerido a una señora mayor que vive en el inmueble que pusiera algunos nombres más en su buzón para que así los cacos del barrio no supieran que vive sola. Me pareció muy interesante que una mujer sola tuviese que fingir, aunque solo fuera en su buzón, que vive acompañada, y así surgió esta nueva historia teatral sobre la soledad, la imaginación y el deseo. Y otra obra que también voy a poner en escena, La colección, surge de una entrevista que leí a una pareja de ancianos coleccionistas, donde uno de ellos declaraba que le parecía lógico que, con su edad, la gente se preguntara por el destino de su colección. Por eso, en mi historia ellos buscan un heredero para esa colección. Y, de nuevo, esta obra trata el tema de la vejez y el paso del tiempo, pero también habla sobre el matrimonio y sobre nuestra relación con los objetos.

En definitiva, los argumentos, las situaciones, los personajes, te asaltan a lo largo de la vida y en cualquier momento del día.

Foto: Miguel Lizana Barco

¿Y qué siente al enfrentarse al papel en blanco?

No pertenezco a ese grupo de los agonistas de la página en blanco, de los que proclaman sufrir mucho ante ella. Creo que escribir es un privilegio y yo lo gozo. Para mí la página en blanco es un lugar mágico y de placer. Desearía tener más tiempo para escribir y más calma para hacerlo.

¿Qué temas le interesan o preocupan ahora sobre los que le gustaría escribir?

Casi nunca escribo a partir de temas, sino desde experiencias y situaciones que me reclaman y me interpelan. De hecho, hablando contigo acabo de darme cuenta de que en las dos últimas obras de las que te he hablado es importante el paso del tiempo, la vejez y la soledad. Así que, probablemente se trate de temas que me importan mucho más de lo que yo conscientemente quiera reconocer.

Hablando conmigo se ha dado cuenta de algo en lo que no había caído antes, y en su discurso de entrada en la RAE dijo que “un texto sabe cosas que un autor desconoce”. ¿Ha descubierto cosas que desconocía al ver sus obras sobre un escenario?

Me sucede permanentemente. Directores, actores, críticos, lectores y, sin más, el paso del tiempo, me van revelando aspectos imprevistos de mis obras que no sabía que estaban ahí escritas. En Londres, viendo la primera obra mía que se representaba en inglés, El jardín quemado, observé cómo el actor era capaz de encontrar humor en una obra que yo no sabía que lo tenía y, por tanto, una comicidad en las situaciones y una luz que yo no sabía que estaba en la obra.

“Casi nunca escribo a partir de temas, sino desde experiencias y situaciones que me reclaman y me interpelan”

Hace ya unos años se estrenó como director teatral, ¿qué le impulsó a ello y cómo se siente dirigiendo?

Yo también gozo en la sala de ensayos. Estoy deseando encontrarme allí con los actores, porque para mí es otro lugar de escritura, pero con otros medios. En el momento en que uno elige a un actor u otro para un papel, ya está reescribiendo el texto, porque el propio cuerpo del actor y su voz, son significantes, como lo son los silencios, la cadencia al hablar, la escenografía, la iluminación, el vestuario, y toda la puesta en escena, que resignifican la obra. Es decir, el director es otro escritor y yo escribo en la sala de ensayos.

Desde febrero de 2022 dirige el Teatro de La Abadía de Madrid y el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, ¿cuáles son sus planes para estos escenarios?

Dirigir un teatro es uno de los trabajos más bellos del mundo, al menos por dos razones: porque se trata de crear ocasiones para la reunión de las personas y que éstas salgan enriquecidas, y porque te da el privilegio de acompañar la labor de otros creadores. En nuestro caso, hemos elegido como señas de identidad de lo que ofrecemos el lema “acción, emoción, poesía y pensamiento”, y aspiramos a tener una programación que sea excelente en su diversidad y hacer que esta casa esté muy viva.

Las estadísticas sitúan el tiempo medio de escucha de un podcast en los 20 minutos y la duración máxima de un vídeo de TikTok en 3 minutos. Con estos reducidos tiempos de atención a los que están acostumbrados principalmente los más jóvenes, ¿cómo atraerlos al teatro?

A través de la excelencia. Ofreciendo espectáculos inolvidables, llenos de palabras poderosas. Eso es lo que nosotros vamos a ofrecer, no vamos a rebajar nuestra oferta para captar más público, porque creemos que hay una gran minoría que quiere momentos hondos. En definitiva: acción, emoción, poesía y pensamiento, nuestro lema.

¿Es de los que piensa que la cultura podría salvarnos de la barbarie?

La cultura, por sí sola, no es capaz de resistir a la barbarie, y la historia de Europa así lo demuestra. Personas cultas fueron capaces de perpetrar o de ser cómplices de acciones deplorables. Estoy pensando en la crisis de la Europa de los años 30 y 40, donde hubo cultos nazis y fascistas. Creo que la cultura nos salvará de la barbarie si, además, es compasiva y reconoce a cada ser humano como un límite. Dicho esto, nosotros, que trabajamos en la cultura, debemos practicarla como si pudiera parar la guerra y frenar la barbarie.

A los que dicen que el teatro no puede cambiar el mundo, lo primero que les digo es que no sabemos cómo sería el mundo sin teatro y, en segundo lugar, yo sé que a mí sí me ha cambiado y no me ha hecho peor. Sigo teniendo muchas imperfecciones, pero ninguna de ellas se las debo al teatro. Y, en tercer lugar, creo que tenemos que hacer teatro con enorme ambición, como si éste sí pudiera cambiar el mundo.

En este sentido, ¿qué papel cree que deberían jugar las artes escénicas en la educación?

Deberían estar en el centro, no al margen del hecho educativo, por distintas razones, pero la principal es porque la práctica teatral es en sí un medio educativo, una escuela de libertad y responsabilidad y, sobre todo, de conocimiento del otro. El chaval que hace teatro recibe un medio para expresarse de un modo que quizá no le entregue ninguna otra actividad que desarrolle en su vida. Además, le enseña a trabajar en compañía y le educa en la escucha y en la capacidad de ponerse en el lugar del otro, pensando y sintiendo desde un personaje que no tiene por qué tener nada que ver con él.

Como miembro de la RAE que es, ¿cuál es su palabra favorita y cuál le gustaría retirar del diccionario o, al menos, de nuestro lenguaje habitual?

Mi palabra favorita es “madre”, creo que es una bella palabra, y ojalá llegase un momento en el que no supiésemos a qué se refiere la palabra “guerra”, que desa-pareciese del diccionario por falta de uso.

François Ozon llevó al cine su texto El chico de la última fila y hay varios proyectos para llevar a la gran pantalla otros de sus textos teatrales, ¿qué le parece?

Este verano ya se ha rodado una versión cinematográfica de La lengua en pedazos, dirigida por Paula Ortiz y protagonizada por Blanca Portillo y Asier Etxeandía, y la verdad es que estoy muy contento de lo que he visto hasta ahora y tengo muchas ganas de que se estrene, porque creo que va a ser excelente. Y es cierto que hay proyectos para llevar otras dos obras mías al cine: El arte de la entrevista y El golem, y ambos proyectos están en buenas manos, así que, si finalmente salen adelante seguro serán grandes películas.


Juan Mayorga en la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias. Foto: Yeray Menéndez

La humildad por bandera

Matemático, filósofo, dramaturgo, profesor y director de teatro, Juan Mayorga es el autor español vivo más representado en el mundo y su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas. Sin embargo, y aunque desde 2018 ocupa el sillón “M” de la RAE, es miembro fundador de la Academia de las Artes Escénicas y entre sus galardones cuenta con el Premio Nacional de Teatro (2007), el Nacional de Literatura Dramática (2013), el Premio Europa de Nuevas Realidades Teatrales (2016) y varios Max, confiesa que cuando le comunicaron que le concedían el Princesa de Asturias se sintió “abrumado”. Y es que reconoce ser tan tímido que le cuesta exponerse y su humildad ha quedado demostrada al asegurar que lo importante de este premio es que reconoce “el valor que tiene la escritura teatral” y “llama la atención sobre la literatura dramática española”. 

Gema Fernández