“El hombre no sabe no ser machista porque no le han enseñado a ser feminista”


“Feminista por devoción y por convicción”, lleva luchando por los derechos de la mujer desde 1974. Con su productora de teatro Ysarca, gestionada sólo por mujeres, acaba de estrenar El Grito, una obra que refleja esa sociedad machista de la que huye.


Ha sido pionera en la lucha por los derechos de la mujer en nuestro país. Ya en los 70 fundó la Asociación Castellana de Planificación Familiar y luchó por la legalización de los anticonceptivos. Siendo un ama de casa con cinco hijos, ¿qué le hizo emprender ese camino?

Llevo 85 años en este bendito mundo de hombres y sé muy bien lo que podía haber tenido si hubiera sido uno de ellos. Cuando tenía veinte años no podía abrirme una cuenta corriente en un banco, no podía comprar anticonceptivos porque estaba prohibido, y me pitaban en la Gran Vía diciéndome que mi sitio era la cocina cuando me veían conducir.  Nunca he aceptado un “no” y sigo sin hacerlo. Y, en aquel momento, todo lo que teníamos las mujeres eran “noes”. Así que, decidí alzar la voz porque quería cambiarlo todo, quería ser considerada persona. En mi opinión, la diferencia tiene que ser si soy más o menos inteligente, si estoy más o menos capacitada para un puesto, pero no el hecho de ser mujer. 

¿Cree que aún queda mucho por hacer?

Ha habido cierto avance en las leyes, pero los problemas no se han arreglado, porque son muy profundos. Necesitamos un cambio contracultural y eso va a llevar tiempo. La mujer sigue estando en una postura menos relevante que el hombre, nos faltan siglos para llegar a una igualdad total con ellos. Nos siguen poniendo palos en las ruedas y nos discuten en todo momento si tenemos inteligencia emocional o intelectual. Y si hablamos del  tercer mundo las historias son todavía más denigrantes. La mujer es una esclava en muchas partes del planeta y, actualmente, hay doscientos millones de mujeres con la ablación hecha. Un horror.

A lo largo de su trayectoria profesional, ¿se ha encontrado con muchos obstáculos por ser mujer?

He pasado tiempos duros. He sufrido porque a menudo me he topado con un muro. En nuestra sociedad el hombre tiene un respeto adquirido, pero la mujer es incómoda. Yo misma he molestado al plantear cosas que debían cambiar. Por ejemplo, en 1977, el entonces ministro de Cultura, Pío Cabanillas, me nombró subdirectora general de la Condición Femenina del Ministerio de Cultura, a las órdenes de José Manuel García-Margallo. Fue el resultado de mis esfuerzos por difundir y denunciar el estado de las leyes que discriminaban a las mujeres solamente por serlo, pero en pocos meses me di cuenta de que en realidad querían utilizarme políticamente. Me vigilaban con esmero para que no me saliera del marco diseñado por ellos y no me iban a permitir desarrollar lo que me interesaba, así que, me sentí tremendamente impotente y dimití. 

En su opinión, ¿qué se podría hacer para mejorar la situación?

Lo primero, cultura y educación. Son pocos los casos en los que se educa de la misma forma a un hijo y a una hija, preparándolos para que puedan competir en la vida de la misma forma y con el mismo número de oportunidades. El hombre ha asumido su papel de motor económico familiar y se forma para ello. No sabe no ser machista porque no le han enseñado a ser feminista. Y yo quiero que las mujeres tomen parte en las grandes decisiones, porque seguramente así el mundo funcionaría mejor. Hay que concienciar e impulsar para que la mujer sea consciente de ello. La seguridad en una misma es fundamental. 

¿Cree que la celebración del 8M es importante?

Para mí representa la fuerza y la unión de las mujeres. Pero que quede clarísimo que el feminismo no es un movimiento político, sino contracultural. Es así porque va en contra de unas costumbres ancestrales, que hemos ido heredando, y que arrinconaron a las mujeres porque no las consideraban suficientemente dotadas para ejercer en la vida social, cívica y política, igual que el varón. Ésta es una revolución no agresiva, en la que tenemos que participar todas. Sólo así conseguiremos esa ansiada igualdad. Es decir, hombre y mujer juntos, haciendo una sociedad menos agresiva y mentirosa.

Gema Fernández González