En estos momentos en los que todas las lenguas españolas parecen recibir apoyos políticos y financieros para su supervivencia, implantación y desarrollo, una brilla con especial extensión y uso: el castellano o simplemente español. Un idioma hablado en todo el mundo por el 7% de la población del planeta y que es empleado en operaciones de compra por valor del 10% del PIB mundial.

La lengua española no es sólo un inmenso monumento histórico a cuidar y proteger. Es además un colosal activo económico que abre puertas a las operaciones económicas, seguridad jurídica, implantación de empresas y generación de riqueza en 21 países de todo el mundo. 

Casi 600 millones de hablantes hispanos la emplean día a día, convirtiéndola en la segunda lengua más hablada en la comunicación internacional y en la tercera en volumen de población usuaria, tras el chino mandarín y el inglés. 

Para casi 500 millones de personas es directamente su lengua materna. Y las previsiones elevan día a día su uso hasta situarla en el 7,5% de la población mundial en 2030.

Pero, más allá de su brutal volumen, se ha convertido en el mecanismo catalizador de áreas económicas enteras, de modo que, quien la usa y protege, cuenta con una llave de entrada de excepción en esas áreas económicas. Así, su implantación en esos 21 países de todo el mundo no está repartida de forma dispersa. Al revés, la mayor parte de los países hispanohablantes se encuentra distribuida geográficamente de forma contigua, generando áreas de fuerte conexión social, económica y empresarial.

La lengua española no es sólo un inmenso monumento histórico a cuidar y proteger. Es además un colosal activo económico que abre puertas a las operaciones económicas, seguridad jurídica, implantación de empresas y generación de riqueza en 21 países de todo el mundo

Por supuesto que se trata de una lengua histórica. El español se remonta al período prerromano hasta el punto de que es una de las lenguas que influyó en el latín hispánico. Su historia cuenta con capítulos de inmenso brillo tanto como español medieval, como medio y como español moderno. Y es, de hecho, el origen de otras lenguas fruto de la formación de los distintos reinos cristianos, como ocurrió con el portugués.

Pero en absoluto convierte ello al español en un idioma anclado. Es en estos momentos la tercera lengua más empleada en Internet y la segunda de más apogeo en Facebook y Twitter. La ratio de incremento del uso del español en Internet, por otra parte, registró un auge, por ejemplo, del 807,4% entre los años 2000 y 2011.

Es más, la población hispana residente en Estados Unidos se eleva por encima de los 50 millones de personas y supondría, unida, la decimocuarta potencia económica del mundo en poder de compra.

Por todo ello, la lengua española es un valor cultural, social y económico. Y un activo que crece de forma firme día a día en todo el mundo. Y es así, hasta el punto de que, como destacó el Instituto Cervantes en un estudio de 2017, aquellas empresas que lo incorporan “tienen un valor añadido que repercute en su internacionalización”. De hecho, los cálculos de esta entidad demuestran que la lengua española genera el 16% del valor económico del PIB y del empleo en España, más de 3,5 millones de personas. El Instituto fue a más y estimo el valor del conocido como «factor ñ» (contenido en español) de las industrias culturales: nada menos que un 3% del PIB español, como explicó con detalle el mencionado estudio titulado ‘El valor económico del español’.

Ese es el valor de la lengua española. Un activo que debe ser cuidado y que vuela ya por medio mundo en plena expansión económica y tecnológica. Un hecho cultural que ha saltado las barreras de la historia para convertirse en elemento indispensable de las redes.

Carlos Cuesta