Mientras Resistiré, la famosa canción del Dúo Dinámico, obra de una mitad de la dupla, Manuel de la Calva, y el periodista deportivo Carlos Toro, acumulaba emisiones en radios, altavoces de terraza y desplazamientos permitidos, multitud de músicos comenzaban su confinamiento sin saber lo que estaba (y está) por venir.

Sin lugar a dudas, la COVID-19 ha pillado a todos con el pie cambiado: políticos, administraciones públicas, ciudadanos… Y también, al mundo de la música. Es probable que en poco tiempo se alcance cierta similitud con la vida que llevábamos antes. Sin embargo, está claro que, en apenas tres meses, el escenario ha cambiado tanto que, cuando se llegue a eso que los ideólogos han llamado “nueva normalidad”, la situación será nueva y no alcanzará la categoría de normal.

Ante este panorama, en los primeros momentos la agenda de muchos músicos empezó a ver cómo se desplazaban fechas en su calendario: primero, conciertos postergados cinco semanas; más tarde, giras y festivales para el año que viene; los menos, suspendiendo definitivamente sus citas. Es el caso del Huercasa Country Festival, evento de música country, tradicional y alternativa, que lleva años consolidado en la segoviana Riaza: su organización fue de las primeras en asumir la nefasta realidad y decidió suspender su cita de este año para emplazar a sus seguidores a 2021. Enseguida comenzaron con las devoluciones del importe de las entradas. 

Otros conciertos y festivales esperaron algo más, pero al recolocar fechas en los próximos meses e incluso en el año que viene, han dado opciones: quedarse con la entrada o solicitar el reembolso. Así, Brian Fallon, “ahijado” sonoro de Bruce Springsteen, Camellos, lo más underground in del momento en Madrid, o, por citar macroeventos, el BBK Music Legends Festival o el Festival de Pedralbes, han reagendado citas después del verano o ya en 2021. Muchos más conciertos y festivales esperan al BOE para decidir qué hacer ante una posible avalancha de reclamaciones a la hora de cancelar.

DESDE EL INTERIOR

Los músicos se han enfrentado a esta desconocida situación de mil maneras posibles. Mientras que unos se han visto bloqueados por las circunstancias y reconocido en redes sociales ser incapaces de componer nada, tocar en streaming o, tan siquiera escuchar música, propia o ajena, otros se abrazaron desde un primer momento a una tabla de salvación: como confesaba Santi Campos, otrora líder de Malconsejo, hacer conciertos por Facebook le ha servido para evadirse de la situación y olvidar, por momentos, los problemas. Otro que ha usado esta plataforma ha sido Alejandro Díez Garín, exCooper y capitán general de los desaparecidos Flechazos: todos los días de la cuarentena ha subido un video grabado, guitarra acústica al frente: temas suyos (“Un bidón de gasolina”, “Óxido”, entre otros), los skatalíticos Pioneers o Small Faces como referencia cuasi absoluta. Por su parte, Josema Dalton (el mayor de Los Hermanos Dalton) una vez a la semana y desde un Cádiz lejano y próximo a la vez, nos ha deleitado con unos certeros conciertos recordando piezas del calibre de “Sin dirección” o “Esperando una señal”.

También los foráneos han encontrado hueco en esta virtualidad: por ejemplo, los Rolling Stones participaron en la iniciativa One World: Together At Home, junto con artistas de ayer y de anteayer, como Elton John, Lady Gaga o Paul McCartney. Además, iniciativas más o menos interesantes han poblado las redes. Entre las primeras, el Festival Shindig, creado por el magazine del mismo nombre, con Paul Weller, Sid Griffin o GospelbeacH en el elenco.

Pero no solo de conciertos ha vivido el confinado. Ha habido curiosas colaboraciones en la distancia: hemos podido ver a Ignacio Garbayo y Kurt Baker atreviéndose con “(What’s so Funny ‘Bout) Peace, Love & Understanding”, de Elvis Costello; a Xoel López celebrando los doce años de “Reconstrucción”, una de sus cumbres, regrabándola con siete amigos (Juan de Dios, Charlie Bautista, Miguel Maga, en el equipo); o a Crazy Stacey and the Customs dándole a la electricidad en las ya míticas Quarantine Sessions.

Es cierto que los días, y las noches, cada vez van costando más, y que hay un deseo de volver a las salas, a los festivales, a sentirse parte de un todo, pero, de momento y aunque sea a distancia y encerrados, como bramaban Mallory Knox en su último concierto AC, “el rock & roll me salvó la vida”.