El gasto en pensiones se dispara un 46% en una década, la esperanza de vida sigue creciendo y el déficit público total se estructuraliza en niveles difícilmente asumibles (82.819 millones de euros en 2021 y 58.138 millones sólo en los tres primeros trimestres de 2022). Si a este panorama se le suma la deuda de la Seguridad Social, que ha llegado a los 106.176 millones, superando por primera vez en la historia los 100.000 millones de euros, el problema queda retratado. Y es que el envejecimiento, en términos financieros, supone todo un reto para el estado del bienestar.

En 2021 nacieron en España un total de 337.380 niños y niñas. Y eso supuso un volumen de nacimientos de 3.935 niños menos que en 2020: un descenso de un 1,16% sólo en un año. La tasa de natalidad (número de nacimientos por cada mil habitantes en un año) fue, de este modo, en ese mismo año 2021 del 7,12‰, un dato inmensamente reducido con un índice de fecundidad (número medio de hijos por mujer) de únicamente 1,19 -todo ello teniendo en cuenta que el índice de fecundidad del 2,1 es el considerado como nivel de reemplazo, por lo que España no está garantizando una pirámide de población sostenible-.

Los avisos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), señalan que la jubilación de esos trabajadores procedentes del baby boom disparará el número de pensionistas hasta sobrepasar los 16 millones de jubilados en el año 2050

El traslado de estos datos a la Seguridad Social es descriptible. España cuenta en estos momentos con dos cotizantes por cada pensionista: 2,2 en concreto. El dato es mejor que los observados en los años de la gran pérdida de mercado laboral de la crisis subprime. Pero todos los expertos alertan de que la tendencia cambiará de signo en las próximas décadas debido a la jubilación de los denominados baby boomers -la generación que nació en los años comprendidos entre 1957 y 1977-.

Los avisos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), señalan que la jubilación de esos trabajadores procedentes del baby boom disparará el número de pensionistas hasta sobrepasar los 16 millones de jubilados en el año 2050. Y todo ello, además, con una población en edad de trabajar por debajo de los 30 millones y más cerca de los 28 millones.

Traducido: en poco más de 25 años, cada trabajador tendrá que sacar adelante su propia vida, la de sus familiares medios a cargo y la del 50% de un pensionista. Algo que dejará una profunda huella en la carga fiscal del país y, por ejemplo, en el nivel de consumo de todos los cotizantes.

En contra de lo que se pueda pensar, muy pocos países mantienen un nivel de pensiones tan generoso con respecto al último sueldo del jubilado como el español. Los datos de 2021 mostraron que los jubilados españoles accedían a una pensión equivalente al 83,4% de su último sueldo como trabajador, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La media de la OCDE quedaba en ese mismo año en el 58,6% del sueldo. Italia supera el pago español: el 91,8%. Luxemburgo es el siguiente en este ranking: 90,1%; Austria, con el 89,9%, Portugal, 89,6% y Bulgaria, 89,3%, son los siguientes. E Inmediatamente después aparece España en el séptimo puesto de todos los países europeos.

En el polo opuesto se encuentran estados como Reino Unido -28,4%- aunque la explicación de tan baja ratio aparente radica en que desde 2012 mantiene un sistema mixto público con aportaciones obligatorias a planes privados. Lituania, con el 31%; Polonia, 35,1%; Irlanda, 35,9%; y Rumanía, 41,6% son los siguientes en esa clasificación de países con menor pago con respecto al último sueldo.

Y todo ello significa que ese reto demográfico supondrá sacrificios. Porque todo lo que los jubilados reciben sale de la carga fiscal impuesta (vía cotizaciones y ya también vía impuestos) a la capa de población trabajadora. Y es el empleo, precisamente, el que necesita crecer e incentivarse para poder pagar las jubilaciones. 

Carlos Cuesta