“La incorporación de las mujeres al mundo laboral en el ámbito jurídico es muy importante”


Encarna Roca Trías, que nos ha concedido esta entrevista, es, desde 2017, vicepresidenta del Tribunal Constitucional, del que, como magistrada, forma parte desde 2012. Catedrática de Derecho Civil de la Universidad de Barcelona, fue, desde 2005, magistrada de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo. Desde el 21 de junio de este año, es miembro del Consejo de redacción de la Revista Crítica de Derecho Inmobiliario y el 15 de noviembre de 2018, ha recibido el premio Pelayo, que, en su edición número 24, le fue otorgado, “por su brillante y fructífera trayectoria en el Derecho Civil y Constitucional”.


 

Encarna, en el 2005 te convertiste en la primera mujer magistrada de la sala 1ª, de lo Civil, del Tribunal Supremo. ¿Cómo has vivido la progresiva incorporación de las mujeres a la vida profesional en el ámbito del derecho? ¿Se ha llegado a una situación de completa igualdad en este ámbito?

La incorporación de las mujeres al mundo laboral en el ámbito jurídico es muy importante. Las cifras sobre el acceso de las mujeres en la última memoria publicada del CGPJ muestran que el 52,7% de los jueces son mujeres y que el porcentaje de las que aprueban las oposiciones es el 63%. 

Esto es solo una muestra, aunque significativa del acceso de las mujeres a las carreras jurídicas. Siempre he pensado que las oposiciones favorecen la efectividad del principio de igualdad. Luego, las cosas se van complicando, porque hay pocas mujeres en cargos: tomando un ejemplo, solo el 18% de las presidencias de las Audiencias provinciales las tienen las mujeres. De aquí que o bien no están interesadas o cuando depende de otros elementos que no son su propio esfuerzo, el porcentaje en su participación baja. La igualdad es muy frágil, a lo que se ve.

Destaca, entre los ámbitos en que has trabajado, como investigadora y en tu función de magistrada, el del Derecho de familia y, en especial, el de las situaciones de ruptura de la convivencia que producen, con frecuencia, mucho sufrimiento y en que el Derecho debe atender a la defensa de los más débiles. En esa materia, has participado en la elaboración de resoluciones importantes que insisten en la prioridad del interés del menor y en materia de custodia compartida. El derecho de familia había ocupado tradicionalmente una posición especial dentro del Derecho privado, muy matizado por aspectos públicos. ¿Puede decirse que se ha producido una desregulación, un proceso de privatización del matrimonio y de la familia? ¿Cómo ves la actual legislación sobre la materia? ¿Qué papel consideras que deben tener el Estado y el Derecho en lo referente a la familia? 

El Derecho de familia es un asunto muy delicado, en el que deberían intervenir diversos operadores sociales y no solo los jueces. Pero dicho esto, me parece que hay dos aspectos que hay que ponderar: la parte del Derecho de familia relativa a las relaciones entre los cónyuges tiene tendencia a la desregulación y hasta cierto punto es lógico. Lo relativo a los menores debe ser afrontado con normas imperativas que hagan efectivo el interés del menor. El Estado es responsable de la protección del interés y de la efectividad de sus derechos fundamentales. 

La Constitución atribuye al Estado la competencia exclusiva sobre “la legislación civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí donde existan”. La interpretación que, a lo largo de cuarenta años, se ha hecho de ese precepto y de las normas estatutarias, han producido una expansión de los derechos civiles autonómicos, que regulan materias que históricamente no habían sido contempladas por los derechos forales. Todo lo cual ha producido la coexistencia de varios derechos civiles en España. ¿Cómo ves la evolución de esta materia? 

Nunca me ha parecido mal la convivencia de diferentes derechos civiles. Eso nos ha asemejado siempre a un sistema federal. El único problema está relacionado con la seguridad en la aplicación de cada uno de los sistemas y ello está resuelto con las normas de derecho interregional. Y en lo relativo al alcance de las competencias, el TC ha establecido un criterio, que se puede compartir o no, pero que proporciona también seguridad. En definitiva, este es un estado plurilegislativo, porque lo hemos configurado así.

Encarna, eres natural de Barcelona, has vivido y trabajado durante muchos años en Catalunya, has escrito e investigado en temas propios del Derecho especial de Catalunya, has ejercido allí tu labor docente, eres miembro de la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Catalunya, has sido miembro del Consell Consultiu de la Generalitat. Sin entrar en consideraciones políticas o jurídicas, ¿cómo te han afectado personal y afectivamente los acontecimientos que se vienen desarrollando en tu tierra los últimos meses? 

Prefiero no contestar esta pregunta.

El Registro es una institución que sirve a la seguridad jurídica. La Constitución, conforme a su artículo 9, garantiza la seguridad jurídica. Y, en su artículo 149, atribuye al Estado la competencia exclusiva sobre la ordenación de los recursos públicos. ¿Cuál es tu visión del papel de la institución del Registro? 

El Registro es una de las instituciones que proporcionan mayor seguridad jurídica. Sin embargo, creo que la regulación de la hipoteca debería adaptarse a la problemática de los consumidores y usuarios.


La Constitución de 1978, cuyo cuarenta aniversario celebramos, recogió el espíritu de concordia, respeto mutuo, patriotismo y apertura al futuro propios de la Transición y que configuraron a España como un Estado social y democrático de Derecho cuya forma es la Monarquía parlamentaria. El Estado había quedado definido, pero ahora había que construirlo. 

Pues bien, pieza fundamental en la construcción de ese Estado ha sido y sigue siéndolo el Tribunal Constitucional, que tiene entre sus funciones las de resolver sobre la constitucionalidad de las leyes y en los conflictos competenciales entre el Estado y las Autonomías o de estas entre sí.


Manuel Ballesteros