Se ha representado en el Teatro Real de Madrid la ópera de Haendel, Partenope.


Era la primera vez que la escuchaba y lo hice con verdadera atención, pues montar una ópera barroca hoy requiere habérselo pensado muy bien antes y saber que se cuenta con los mimbres suficientes para hacer un buen cesto. Me explicaré. La ópera barroca no es precisamente la preferida de los aficionados mayoritariamente, que disfrutan más con la ópera italiana (en general) lo mismo que hay Wagnerianos empedernidos a los que no les hables de Donizzetti. Y es de entender pues estas óperas, siendo obras magníficamente escritas, tienen una larga duración, un argumento arcaico y poco claro y carecen de acción. Lo que exige distraer al oyente con una escenografía fuera de serie y contar con cantantes adecuados y una dirección de escena creíble que les haga salir de la cierta monotonía de la música y captar los momentos. Tienden al estatismo de los intérpretes y se suelen ofrecer en versión concierto para el público entusiasta de este tipo de obras de sus autores (Haendel, Gluck, Vivaldi, Vinci, etc.) consagradas como excepcionales al ser interpretadas por especialistas, siendo los ingleses los más reclamados y siempre entre los mejores en este arte.

Todo lo que digo se intentó hacer por los regentes del Teatro. Se contaba con la orquesta del foso habitual, esplendidos cantantes en general (dos repartos desiguales) y un director de escena afamado y que construyó un conjunto moderno y una acción inusual que llamara la atención. La batuta de lvor Bolton era una garantía de éxito. Luego comentaré mi humilde opinión.

Fotos: Javier del Real

Antes voy a hacer una breve meditación sobre la estructura de una ópera barroca. Aparte del libreto o argumento, sea el que sea, el autor compositor pone la estructura formal (es decir en base a arias “da capo” y recitativos con bajo continuo) a funcionar y bajo esta premisa los cantantes dialogan y muestran sus sentimientos. Solo se tutean, por decirlo así, en un recitativo o un arioso. Explicaré que un aria da capo consiste en que la orquesta inicia una melodía que desarrollaré en dos partes una vez que termina el tema. El cantante repite el tema y a continuación entra la variante o segundo tema. Terminado este se vuelve al tema del principio que se repite pero se permiten los adornos en la melodía y hacer florituras con el tema; por fin se cierra con la orquesta que lo vuelve a repetir (el primer tema, por eso son arias da capo). Se supone que se perseguía que el oyente pudiera tararear algo de algún aria al salir de la audición. (Recuérdese que entonces no había mecanismos reproductores). En estas arias se deja brillar a los cantantes con maravillosa coloratura pero siempre sujetos a la partitura. Así se desarrolla toda la larga ópera hasta agotar el argumento.

Son famosas de este prolífico y gran compositor Julio César, Alcina, Agrippina, Rinaldo Tamerlano, Ariodante, Teodora por poner las más representadas. Generalmente son serias y trágicas. En el caso de Partenope se nos la define como cómica pero no es del todo cierto pues de bufa solo tiene ciertos momentos de la acción acabando sin embargo en tragedia. Es cierto que se entremezclan cuartetos y algún terceto, infrecuentes en las demás óperas. La música de las arias es preciosa en casi todas ellas si se sirven de buenos cantantes y conjunto orquestal.

La escena hizo mejorar el tinte melancólico de las arias distrayendo al público con una acción puesta en los salones de una gran señora en los años 20

En la representación que escuché se dieron muchas excelencias y algunos claroscuros que no dejaron redondear la faena. Así la batuta de lvor Bolton hizo sonar bien a la orquesta pero adoleció de garra y apuntó a la monotonía si bien acompañó con precisión a los cantantes. De estos, brilló nuestra soprano Sabina Puértolas que atacó sus arias con perfecta dicción y excelente coloratura sin acusar en ningún momento falta de fiato. Todavía mejor los dos contratenores, especialmente el contratenor de Tucumán, Franco Fagioli que arrebató los más calurosos aplausos del público (que estaba sorprendido) y el norteamericano Christopher Lowrey cuya aria final fue de lo mejor de la noche. Bravo por el tenor Juan Sancho que cumplió con creces y hay que bajar la nota al barítono Gabriel Bermúdez. Bueno como actor pero solo muy regular en sus cortas pero marcadas apariciones. La mezzosoprano Daniela Mac se limitó a cumplir y fue una pena para el contraste en los conjuntos. No fue falta de estilo sino del timbre escaso de grave.

La escena hizo mejorar el tinte melancólico de las arias distrayendo al público con una acción puesta en los salones de una gran señora en los años 20 ambientado el decorado y el vestuario a aquel tiempo. Se quiso hacer una historia sobre el argumento como si fuera narrada por un fotógrafo. Solo consiguió eso, entretener y distraer aunque en general fue bastante acertado. Excelente el continuo que estuvo servido por dos claves (uno de ellos tocado por el director), arpa, órgano, Chitarrone y cello.

Como conclusión es de alabar la iniciativa de salir la ópera barroca de las élites aficionadas para entrarle al gran público. Como tal hay que tomárselo y aplaudirlo. Y no dejar pasar casi ningún año sin vivir otra experiencia similar. Sobran las obras buenas compuestas y falta dedicación. Animo al teatro a que continúe por esta refrescante senda.

PD: Ha pasado por Madrid el director de orquesta Daniel Barenboim con la StaatsKapelle Berlín para ofrecernos una verdadera fiesta musical dejando claro que directores hay muchos pero verdaderos músicos excepcionales hay muy pocos entre los que él se encuentra. Ofreció una magnífica sinfonía inacabada de Schubert y la sinfonía tercera de Beethoven compacta y completa. No dejó entrada sin dar (con leves o enfáticos movimientos de codo) ni párrafo sin desarrollar permitiendo que se escuchara cada nota que marcó Beethoven, a veces dejaba a la orquesta moverse sola para retomarla con total precisión. Dirige de memoria y esto lo recalco porque tiene una edad a la que no debe ser fácil conseguirlo si no estás entrenado. Repito, es el músico más completo en la actualidad y que Dios nos lo conserve muchos años. 

 

Javier Navarro