Emprendedora y generosa Murcia

En el presbiterio de la Catedral de Murcia el corazón y las entrañas de Alfonso X El Sabio se conservan desde el siglo XIII, en recuerdo  expresado por el monarca de ser la primera región reconquistada y  agradecimiento junto con Badajoz y Sevilla por el mantenimiento estable de su  lealtad al Rey.

Emprendedora y generosa Región, no exenta de otros defectos, abrazada por el riego de sus acequias externas que, como los canales de Venecia, rodean la ciudad y otras ocultas bajo el suelo, la impregnan de una constante humedad, que en las frías noches de invierno nuestros cuerpos sienten lo que llamamos “helor”.

Ciudad barroca por excelencia entre enjambre de iglesias y capillas, ocultas a veces tras los edificios acompañadas, en ocasiones, de oraciones morunas, otras con profundo y religioso llanto cristiano, pero siempre con dos actitudes  sinceras, emprendedora y generosa, desde su humilde condición, entregada a acoger al visitante o peregrino y a darle el mismo trato que se le daría a un conciudadano.

La más característica y significativa de las Matronas murcianas de la caridad, la Matrona del Almudí, un palacio con una larga historia y durante un tiempo sede del palacio de Justicia, presenta en un relieve sobre la fachada, a una madre que amamanta con preferencia  a un niño ajeno y deja a un lado al propio hijo.

Quizás fruto de estos ejemplos o tradiciones ciudadanas, brotó en los años 70, primero la necesidad de resolver nuestras carencias y segundo hacerlo desde la solidaridad y generosidad que sin personalizar, salvo para aquéllos que nos han dejado a lo largo de los años, generó un movimiento prontamente compartido.

Jóvenes y licenciados en Derecho partieron hacia Madrid en busca de preparadores para las oposiciones de notarías y registros, por una vocación espontánea o impulsada por la notoriedad y reconocimiento del trabajo de tales profesiones. 

El primero de ellos que alcanzó plaza en registros se estableció pronto en Vélez-Rubio, ciudad almeriense, pero de corazón murciano y tuvo como primer alumno, un juez peculiar, inteligente y mayor, con años de estudio, que alcanzó la plaza en notarías a la que aspiraba, compañeros como Enrique Martínez-Abarca, Daniel Cáceres y Carlos Peñafiel, regresaron a Murcia y Vélez Rubio para vivir el último empujón de una  merecida plaza en registros y notarías, a los que siguieron otros más todavía activos o jubilados. Pronto fueron lentamente surgiendo aspirantes de Lorca o de Almería y desde luego de la ciudad de Murcia, e incluso de otras ciudades. Su forma de desplazarse al principio a Vélez era la que tenían a mano los estudiantes, el auto-stop, tanto para llegar como para volverse, la generosidad de la gente y especialmente de los camioneros era de agradecer. Naturalmente ser un servidor de gente tan trabajadora era un honor y no necesitaba reconocimientos.

El paso de unos pocos años forzó a establecer local en Murcia, a donde se incorporaban los que hacía un tiempo venían buscando acercarse a la ciudad y compartir sus conocimientos con las mismas convicciones. Vélez-Rubio quedaba ya sólo en la escuela práctica, se calificaban los documentos y se hacían proyectos de asientos y se debatían las cuestiones complejas.

Aquello fue creciendo, compartíamos la tarea notarios y registradores, llegamos a ser 18 o 20 preparadores y más de 70 alumnos, tuvimos que salir de casa y establecer la academia en local de los Registros, todos los meses repasábamos uno a uno a cada alumno y aportábamos la decisiones oportunas, a nadie se cobraba, salvo para hacer unas becas a quienes lo necesitaran.

Fallecieron lamentablemente Romualdo Catalá y años después en 1992, el secretario de la academia antes citado, Martínez-Abarca. Ese año determinó, a solicitud de los compañeros notarios, la separación de academias, aunque siempre se ha mantenido el contacto y la reciprocidad. Después han fallecido prematuramente otros preparadores como Fernando Martínez, Santiago Laborda.

Pero lo que es meritorio y llama la atención es que se sigue funcionando, cincuenta años después, con la honestidad, capacidad y generosidad que siempre se tuvo, siempre también ha habido un preparador que ha dirigido con capacidad y entrega, como los demás preparadores, sus deberes y se han logrado puestos destacados en las ya numerosas oposiciones, cuyo reconocimiento consta ya en la sociedad murciana, como en el ámbito colegial y en la Dirección General. Lo que merece el reconocimiento expreso de los que iniciamos la tarea modestamente y que ellos ahora mantienen con sacrifico, entrega y la misma generosidad.

Gracias a todos y un entrañable recuerdo para todos los ausentes.

 

José Tomás Bernal-Quirós Casciaro