No hay tiempo que perder. Hay avances, sí, pero muy lentos. Hoy, las políticas públicas están comprometidas con la igualdad, pero las estadísticas demuestran que queda mucho camino por andar: los cuidados, la brecha salarial, la precariedad laboral, el riesgo de pobreza, la violencia de género…

Una mujer apta para desempeñar un trabajo no siempre recibe el mismo trato que se le da a un hombre, y tampoco parte de las mismas condiciones en materia de educación o conciliación. Y eso que las mujeres que superan el acceso a la universidad son casi el 60% mientras que la cifra en los hombres apenas pasa el 40%.

El salario medio anual de una mujer es un 20% más bajo que el de un hombre y la tasa de empleo en mujeres es del 44% mientras que la de los hombres es del 55,7%. Una pensionista recibe una media de 800 euros mensuales, mientras que su equivalente masculino cobra alrededor de 1.300 euros.

De entre las personas que no han podido costear servicios para el cuidado de los hijos y, por ello, no buscan empleo, el 35,8% son mujeres y sólo el 9% son hombres. En el caso de que decidan realizar un recorte de jornada, el 95% de los ocupados a tiempo parcial por estos motivos son mujeres.

Hoy, las políticas públicas están comprometidas con la igualdad, pero las estadísticas demuestran que queda mucho camino por andar: los cuidados, la brecha salarial, la precariedad laboral, el riesgo de pobreza, la violencia de género…

Las tareas del hogar siguen repartiéndose de forma poco equitativa. En general, las mujeres dedican una media semanal de 20 horas a poner a punto su casa, mientras que los hombres solamente una media de 11. La tasa de riesgo de pobreza también es mayor en la población femenina, un 21,3% frente al 20,1% de los hombres.

La desigualdad entre géneros se extiende también a la política y los puestos de decisión en el ámbito de la empresa. La participación de las mujeres en cargos ejecutivos de los principales partidos políticos se cifra en un 38%. Y, según datos de la ONU, el 90% de los jefes de estado del mundo son hombres, y, en cuanto a las personas que conforman los parlamentos, la cifra de hombres es del 76%.

Y, aunque las cifras son elocuentes, aún hay quienes niegan la evidencia. Son los mismos que cargarán, seguro, contra el proyecto anunciado por el Gobierno con el que se pretende acelerar la representación igualitaria entre hombres y mujeres en la política, en las grandes empresas y en los colegios profesionales fijando cuotas de presencia femenina.

Las candidaturas electorales deberán tener una composición paritaria, a partir de ahora, integrándose las listas por personas de uno y otro sexo ordenados de forma alternativa. Y las empresas tendrán que garantizar que su consejo de administración tenga una composición con presencia, como mínimo, de un 40% de consejeros del sexo menos representado.

La iniciativa llega a las puertas del 8-M, la jornada de reivindicación del papel de la mujer en la sociedad, cuyo objetivo es el pleno desarrollo en condiciones de igualdad con el hombre. Y a unos meses de las elecciones generales. No es casual tampoco que la coalición que hoy gobierna España haya tenido un coste electoral por los “efectos indeseados” de la ley del solo sí es sí. Más para el PSOE que para Unidas Podemos, según revelan los sondeos. Pues aún así hay pocos argumentos para oponerse a la medida porque cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede. Bienvenida sea la propuesta y bienvenidos todos los hombres que no tienen miedo a los avances de las mujeres.

Esther Palomera