Queda mucho por hacer

Es fácil escuchar y leer a menudo los avances que se han venido logrando por y para las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Si bien las normas han ido declarando la igualdad entre hombres y mujeres, queda largo recorrido para que ésta se alcance haciendo exequible la rotura del techo de cristal (glass ceiling barrier) y la desaparición del suelo pegajoso (sticky floor). Se requiere una verdadera metamorfosis en el pensamiento dialéctico, que parta de la eliminación de los estereotipos de la sociedad androcéntrica que nos ha acompañado. En todo caso, no se trata de detraer de uno para dárselo a otra, sino de compartirlo, porque, en palabras de Golda Meir, no puedo decir si las mujeres son mejores que los hombres. Sin embargo, sí puedo decir sin duda que no son peor. Esos atisbos de cambio han propulsado una cada vez mayor presencia de las mujeres en la vida política, social, económica y jurídica, persiguiendo, desde la dignidad, alcanzar la igualdad, en el sentido que señalaba Eleanor Roosevelt, como una calle en doble sentido. Hemos de luchar por la desaparición de etiquetas, de nosotras y ellos, y trabajar conjuntamente por el respeto y la igualdad real, no formal solo.

En la historia de las profesiones jurídicas la “invisibilidad” de las mujeres fue palmaria, todo y que aparecieron grandes mujeres que rompieron barreras, entraron en espacios públicos reservados a hombres, y generaron esperanza. Concepción Arenal Ponte fue la primera mujer que asistió a una Facultad de Derecho, como oyente y vestida de hombre, entre 1841 y 1846. La RO 16 de marzo de 1882 prohibía el acceso de las mujeres a la Enseñanza Superior, y una serie de reales Órdenes posteriores lo permitían, pero sin acudir a las aulas, o con autorización para evitar que alteraran el orden del curso (RO 11 de junio 1888). Igualmente, se prohibía el ejercicio de la profesión, hasta la RO de 8 de marzo de 1910. Se incorpora la primera mujer, M.a Asunción Chirivella, al Colegio de Abogados de Valencia, en 1922. Aparecieron en estos años Clara Campoamor y Victoria Kent, diputadas en las Cortes Constituyentes de 1931, defensoras del voto femenino. Victoria Kent fue la primera mujer abogada con toga en la Audiencia de Madrid, y fue la primera mujer directora general de Instituciones Penitenciarias. Ese perfil de “luchadoras” les causó problemas en la continuidad profesional debido a su ideología política, debiendo exiliarse.

“Se requiere una verdadera metamorfosis en el pensamiento dialéctico, que parta de la eliminación de los estereotipos de la sociedad androcéntrica que nos ha acompañado. En todo caso, no se trata de detraer de uno para dárselo a otra, sino de compartirlo

Por su parte, las normas eran discriminatorias. A título de ejemplo, la incapacidad de la mujer para contratar o su imposibilidad de comparecencia en juicio, o las normas penales que castigaban con adulterio a la mujer y no al hombre (amancebamiento), sin olvidar que hasta 1961 la mujer era despedida al contraer matrimonio, hasta 1975 se mantuvo la prohibición de contratar a la mujer casada sin el permiso de su esposo, y numerosos reglamentos de empresas que prohibían a las mujeres ejercer puestos de dirección. 

Hasta el S. XX la mujer no asumió profesiones jurídicas. Pioneras en materia registral fueron Beatriz Blesa, M.a Angeles Torcida, Celia Puente y Carmen Bono, que accedieron en 1941; hubo que esperar hasta 1966 para acceder a la carrera judicial, por la posible pérdida de los atributos femeninos de ternura, delicadeza y sensibilidad. La primera fiscal lo fue en 1973 (M.Belén del Valle Díaz), y hasta 1977 no ingresó la primera mujer en la Escuela Judicial; en 1985 Cristina Alberdi fue la primera vocal del CGPJ; en 1996 Margarita Mariscal de Gante fue la primera ministra de Justicia; en 2002 Milagros Calvo fue la primera magistrada del TS. En 2015 fue nombrada Consuelo Madrigal la primera fiscal general del Estado; en el año 2012 se nombró la primera defensora del Pueblo, en 2016 la primera mujer que preside el Consejo General de la Abogacía Española, y en 2017 hemos visto la primera mujer Decana del Colegio Nacional de Registradores de España (M.a Emilia Adán).

En suma, como dijo Marie Curie, “uno nunca ve lo que se ha hecho, sino que ve lo que queda por hacer”. Los datos nos permiten constatar cambios, pero queda mucho por hacer para alcanzar la verdadera transformación del pensamiento dialógico –feminist jurisprudence-, que permita construir una Historia personal, social y jurídica con participación de las mujeres, con ilusión, esperanza y esfuerzo.

 

Silvia Barona Vilar