La Institución Registral y la transformación digital

Nos encontramos inmersos en la cuarta revolución industrial, caracterizada por una convergencia de tecnologías que están transformando el mundo tal y como lo conocemos, la forma de relacionarnos, de trabajar y de hacer negocios.

El impacto de la innovación tecnológica en los registros es triple. En el ámbito interno, facilitando nuestro trabajo diario, permitiendo la concentración de recursos en tareas importantes, agilizando las rutinarias y accesorias.

En el ámbito externo, en nuestras relaciones con la sociedad, ampliando nuestros canales telemáticos, tanto de entrada y acceso de documentación de todo tipo, como de salida, de publicidad. Publicidad que habrá de adaptarse a las nuevas exigencias sociales, de rapidez, inmediatez y de nuevos formatos, pero siempre conservando las características esenciales de publicidad fiable, transparente, que garantiza la inexistencia de asimetrías en la información.

Finalmente, el impacto de la tecnología en nuestra sociedad está haciendo surgir nuevas realidades, para las que, como cualificados profesionales jurídicos, hemos de estar preparados, con una hoja de ruta clara, para crear nuevos servicios u ofrecer nuevas soluciones y estructuras jurídicas.

En un mundo conectado, en el que desaparecen los límites entre lo físico y digital, la Institución Registral se encuentra en una posición única para actuar de nexo de unión, conectando ambas realidades. Vínculo que será esencial si las transacciones que se realicen en el mundo virtual pretenden realizarse con plenos efectos jurídicos y con repercusión en el mundo físico. 

Tecnologías como blockchain, una nueva forma digital de reflejar transacciones, la tokenización de activos, o los NFT- tokens no fungibles, podrán encontrar acomodo en el Registro, -de la propiedad, mercantil o bienes muebles, según la naturaleza del derecho que representen- para beneficiarse de las presunciones jurídicas que proporciona la inscripción en nuestros registros de derechos. Igualmente, la posible personalidad jurídica de los robots, a través de su inscripción registral, o fórmulas para identificar la responsabilidad por los daños causados. Asimismo, las Smart cities y representación de edificios 3D, con impacto en nuestras bases gráficas.

Las actuaciones telemáticas, sin presencia física, requerirán garantizar la identificación de los intervinientes. Tratándose de personas jurídicas y sus representantes, el Registro Mercantil juega un papel clave en proporcionar, con total garantía y seguridad, el enlace entre su identidad digital y real.

Comienza el auge de la inteligencia artificial, a la que no hemos de temer. No suplantará el control de legalidad, atribuido por ley en exclusividad a los registradores, no sólo porque el estado de la técnica no lo permite; sino, fundamentalmente, porque en la prestación del servicio público debe primar la garantía de los derechos de los ciudadanos

Esta transformación digital lleva consigo importantes retos, y no sólo de ciberseguridad. Surgen nuevos prestadores de servicios de confianza -autenticación, identificación, archivo y registro digital- a los que el ordenamiento jurídico comienza a reconocer efectos, fundamentalmente probatorios, derivados de la seguridad tecnológica que ofrecen. Si bien no son comparables a los efectos jurídicos de los pronunciamientos registrales, derivados del control de legalidad registral, sí pueden y deben complementarse con el mismo. 

Comienza el auge de la inteligencia artificial, a la que no hemos de temer. No suplantará el control de legalidad, atribuido por ley en exclusividad a los registradores, no sólo porque el estado de la técnica no lo permite; sino, fundamentalmente, porque en la prestación del servicio público debe primar la garantía de los derechos de los ciudadanos. La tendencia es limitar la utilización de algoritmos, prohibiendo actos automatizados en procesos decisorios en ámbitos donde exista un necesario margen de apreciación. 

Esta inteligencia artificial se basa en el dato, cuya monetización impera en nuestra economía actual, pero que precisa de instituciones robustas, asegurando datos de calidad y fiables, que garanticen el control de acceso de los datos de los ciudadanos, contribuyendo a su protección y a la garantía de los derechos digitales.

La innovación no puede olvidar a un gran sector de la población desconectado del mundo digital. La capilaridad de oficinas en toda España y la atención presencial son armas con que la institución registral cuenta para evitar la brecha digital. La tecnología no debe de ser una barrera, sino un camino. 

Nuestra función no precisa ser reinventada, su fundamento, proporcionar confianza y seguridad jurídica en el tráfico, perdurará, y aún más en el mundo actual de las fake news. Sin embargo, no podemos ignorar una realidad cambiante y la transformación digital de la sociedad. En nuestro caso no será sino la continuación de una trayectoria, pues la institución registral siempre ha estado a la vanguardia de lo que, en cada momento histórico, han sido las últimas tecnologías.

Debemos continuar este proceso de innovación constante, que en nuestra época ha supuesto el salto al mundo digital, al ritmo que la sociedad nos demanda, sin llevarnos por el deslumbramiento tecnológico. No olvidar que la tecnología es una herramienta para un fin, la mejor prestación del servicio público registral, la contribución registral al desarrollo económico y social de España.

 

Jimena Campuzano Gómez-Acebo