La mujer en los Servicios de Inteligencia

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John Le Carré escribió que los Servicios Secretos son la única medida real de la salud política de una nación y la única expresión real de su subconsciente. El novelista británico estaba en lo cierto: un Servicio de Inteligencia es el reflejo de la sociedad a la que pertenece y, por consiguiente, de su diversidad.

Por ello, la incorporación de la mujer al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y previamente a su antecesor directo, el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), ha sido coherente con el incremento de la presencia femenina en el mundo laboral, a todos los niveles y en todas las profesiones. La propia actividad de las agencias de Inteligencia, que buscan de manera incansable comprender la realidad e intentar anticiparse al futuro, les exige ocupar una posición de vanguardia también en este aspecto.

Este ha sido el caso del CNI en lo que se refiere a la integración de la mujer en sus filas. Su acceso a los puestos directivos del Centro ha sido el resultado de una evolución natural y ha supuesto un enriquecimiento paulatino y notable de la institución. Desde la llegada de la democracia a nuestro país, la presencia femenina en el Servicio ha ido creciendo de manera gradual e imparable y, en la actualidad, el porcentaje de personal femenino que sirve en el CNI asciende a un 34,5%, frente al 65,5% de hombres.

La Inteligencia no entiende de sexos. Se trata de un oficio tan rico y variado que, de manera natural, intenta aprovechar las mejores cualidades de cada individuo, rigiéndose por los principios de idoneidad y capacitación

Es previsible que en los próximos años observemos cómo se igualan progresivamente esos porcentajes en la estructura orgánica del Centro, porque el criterio que sigue la institución al seleccionar a las personas más indicadas para desempeñar una misión es el de la excelencia: elegir a los mejores de cada especialidad. El género no marca la configuración de los equipos, la asignación de puestos de trabajo, la concesión de jefaturas o la atribución de misiones.

La razón es simple: disponer de un colectivo diverso supone una garantía para mejorar la competitividad de la institución. De ahí que el modelo de funcionamiento y de liderazgo que hemos implementado en nuestro Servicio utilice las distintas fortalezas de unos y otras de manera complementaria, sin distinción de géneros. El caso de España no es una excepción en el entorno occidental, en el que la mayoría de los Servicios de Inteligencia cuenta con una importante presencia de mujeres en sus filas y en sus puestos de responsabilidad.

Y es que la Inteligencia no entiende de sexos. Se trata de un oficio tan rico y variado que, de manera natural, intenta aprovechar las mejores cualidades de cada individuo, rigiéndose por los principios de idoneidad y capacitación: se trata de reunir los mejores analistas, técnicos, gestores, el personal operativo mejor preparado, los profesionales más capaces del cada vez más pujante ámbito tecnológico, los intérpretes más cualificados, los representantes mejor preparados de los más variados oficios y destrezas…

Ellas y ellos son los que aportan a nuestro producto final, la Inteligencia, el valor añadido que el Servicio ofrece a sus destinatarios, fruto del esfuerzo de un conjunto de profesionales que no conocen de otra etiqueta ni tienen otra aspiración que la del trabajo bien hecho. 

En 2022, cuando se celebra el vigésimo aniversario de nuestra institución, tengo el inmenso honor de cumplir dos años desde mi designación como la primera mujer que ocupa el cargo de Secretaria de Estado Directora y, ello, tras haber ejercido antes como Secretaria General, el segundo puesto en rango de la estructura jerárquica del Centro, en el que me precedieron, desde nuestra creación como CNI en 2002, otras cuatro mujeres de enorme valía y trayectoria impecable.

Así, después de más de cuarenta años desde que ingresaran las primeras mujeres en el Servicio de Inteligencia español, quiero rendir homenaje a todas las que han sido y somos parte de él, y ofrecerles nuestra experiencia a las que vendrán en el futuro y tendrán el privilegio, como nosotras lo hemos tenido, de ejercer un oficio del que nos sentimos tan orgullosas como es el de la Inteligencia.

 

Paz Esteban