“La filosofía es algo que no se puede eliminar porque está dentro de nosotros”


Josefa Ros es investigadora postdoctoral en la Universidad Complutense de Madrid, mediante un contrato UNA4CAREER del programa europeo ‘Horizonte 2020’, que estudia el aburrimiento desde un punto de vista multidisciplinar que incluye la filosofía, la psicología, la sociología y la antropología. Esta contribución en el área de Humanidades a los Estudios del Aburrimiento ha sido reconocida con el Premio Nacional 2022 de Investigación para jóvenes María Moliner. Además, es autora del libro La enfermedad del aburrimiento, y fundadora y presidenta de la International Society of Boredom Studies, la primera asociación científica y cultural del mundo para el estudio del aburrimiento.


Me gustaría empezar destacando el valor de la filosofía en la vida de todo ser humano y reivindicar su recuperación. ¿Crees que se minusvalora esta disciplina?

A mí me choca cuando hablamos en términos de recuperación porque quizás estoy inmersa dentro del mundo de la Filosofía con mayúsculas, pero jamás he tenido la percepción de que se haya perdido o de que haya algo que recuperar.

Incluso, me da la sensación de que la filosofía está hoy más presente que hace 50 años, al menos en el contexto hispanohablante. No tengo la sensación de que la hayamos minusvalorado en algún momento. Me parece que, efectivamente, la filosofía es algo que no se puede eliminar porque está dentro de nosotros.

Todos nos hacemos preguntas, porque la filosofía no es otra cosa que preguntarse, sentirse interpelado por cuestiones que son de difícil respuesta y ante las que no tenemos una solución unívoca. Nos atormentan, nos hacen sentir pequeños, cuestionar nuestros orígenes, la muerte, etc. Si fuesen sencillas, la filosofía no tendría nada que decir. Son preguntas tanto de carácter metafísico como ético. ¿Por qué he de comportarme así? ¿Por qué no puedo hacer esto?…

Otra cosa es su presencia en tanto qué disciplina. Pero a mí no me da la sensación de que eso esté ocurriendo en la actualidad.

¿Debería estar presente como troncal en los cursos de bachillerato, estudiarse mínimamente también en todos los grados, incluidos todos los STEM?

Pues a lo primero te contesto que sí con condiciones, y a lo segundo te voy a contestar que no.

En cuanto a si la filosofía debe tener presencia en una educación de carácter obligatoria, me parece que sí. Cuando estamos estudiando la ESO o incluso el bachiller, se supone que es un momento en el que deberíamos aprender un poco de todo, ver en qué consiste cada disciplina. Si no existiese la filosofía en ese período previo a la universidad, nadie decidiría estudiarla. Directamente, desconoceríamos que existen distintas corrientes, pensadores que se han dedicado a analizar en profundidad esas preguntas que surgen en la adolescencia, y que existen diferentes posiciones frente a un mismo cuestionamiento.

Ahora bien, no me parece que tal y como se enfoca actualmente la enseñanza de la filosofía estemos planteándolo de la manera más atractiva posible para esos jóvenes. Me da la sensación de que el simple hecho de hacerles partícipes de una cascada de respuestas no es lo más apropiado. Creo que es mucho más conveniente incentivar esa pregunta. Me preocupa mucho que la filosofía se confunda con transmitir la ideología sociopolítica que está en boga o la del profesor.

Por lo que respecta a implantar filosofía en carreras que no son de filosofía y que no tienen relación alguna con las humanidades, no lo veo en absoluto necesario. Creo que una persona que entra en una carrera de STEM y que quiere aprender, por ejemplo, ingeniería, no tiene por qué verse obligada a estudiar materias que en ningún caso tienen nada que ver con los conocimientos que ellos esperan adquirir para desempeñar una profesión. Eso incluso podría causar rechazo en los propios alumnos frente a la filosofía, y en la Universidad creo que ya se adquiere una madurez suficiente como para que el alumno que es inquieto y quiere realmente cultivar el conocimiento y empaparse de las raíces detrás de esa disciplina que está estudiando, puede ir a buscarlo. El profesor tiene que poner a su disposición la posibilidad de que encuentre conocimiento más allá de lo que se le está brindando, pero obligarles con una asignatura lo veo hasta contraproducente.

Pilar Rodríguez, Sofía Puente, María Emilia Adán y Josefa Ros. Foto: Sophia Arenas

“Cuando pienso en cuáles son las especificidades del aburrimiento que sentimos en el período actual, me da la sensación de que se experimenta porque estamos hartos de todo, donde lo único que nos espera es ser testigos de la sucesión incesante de las mismas vivencias una y otra vez”

Centrándonos en el libro La enfermedad del aburrimiento, ¿cuáles son las causas y las características principales del aburrimiento en nuestro siglo y dónde es más adecuado encajarlo a la vista de su estudio?

La definición que yo ofrezco del aburrimiento es la de un estado de malestar que experimentamos cuando la realidad en la que nos encontramos inmersos o una actividad con la que estamos tratando de comprometernos, no nos estimula adecuadamente y no cumple con nuestras expectativas. Es una definición atemporal y ubicua, y puede aplicarse en cualquier período de la historia. Cuando pienso en cuáles son las especificidades del aburrimiento que sentimos en el período actual, me da la sensación de que se experimenta porque estamos hartos de todo, donde lo único que nos espera es ser testigos de la sucesión incesante de las mismas vivencias una y otra vez.

La esteticidad del aburrimiento de nuestro siglo es que estamos aburridos del ritmo vertiginoso de nuestra propia vida, de la hiper velocidad a la que tenemos que producir, ya no en el sentido de la palabra más tradicional, sino experiencias, vivencias y además capturarlas y compartirlas con los demás. Creo que estamos aburridos de esa presión, y de vernos abocados a concentrarnos en nuestro proyecto individual. Nos encontramos completamente desconectados del resto de las personas con las que tenemos que relacionarnos día a día, y aburridos de vivir en un mundo sin proyecto conjunto, en el que hemos perdido la sensación o la oportunidad de vivir en comunidad.

Creo que, además de eso, estamos también muy aburridos de la política, de que no avance hacia ninguna parte y de que los políticos constantemente generen escenarios que nos decepcionan. Eso, a la larga, va a tener dos consecuencias: por un lado, que más y más personas se desencanten de la participación en la vida pública y los índices de votos caigan en picado y, por otro, que las personas abracen ideologías políticas cada vez más extremas en busca de esa promesa incumplida. Aburrir constantemente a la sociedad es muy peligroso.

¿Qué función tiene el aburrimiento y qué papel juega en nuestro desarrollo social y personal?

La función que cumple el aburrimiento, como muchas otras emociones negativas que experimentamos en el día a día, no es otra que la de señalar que algo está fallando en tu entorno, que no cumple con tus expectativas, y obligarte a ensayar un cambio que te saque de ese estado de malestar y que restituya los niveles de excitación esperados.

No debemos confundirlo con descansar o no hacer nada por voluntad propia. Esos son momentos que elegimos cada uno de nosotros, para estar tranquilos, para reconectar con nuestros pensamientos, pero no sentimos el malestar que nos induce o que nos obliga a tener que introducir un cambio en ese contexto.

Cuando el dolor es insoportable, ya no te queda otra que actuar, y a veces tendemos a la reacción por la vía más rápida, mientras que la mejor manera de hacerle frente sería sentarse a pensar, tomar conciencia del problema y tratar de dibujar una estrategia que tenga sentido a largo plazo, no simplemente anestesiar el dolor.

Esa es su función, tanto a nivel individual como social. De esta forma, posibilita que muchas personas que comparten un mismo dolor puedan unirse y crear una estrategia conjunta para salir de ese paradigma. Hay algunos filósofos que dicen que los grandes cambios de pensamiento a lo largo de la historia están movidos por ese aburrimiento colectivo de las sociedades. El cambio de la Edad Media a la Edad Moderna viene promovido por la percepción de falta de sentido dentro de un paradigma en el que un Dios que se ha tornado tiránico e hiper vigilante ya no satisface, y por tanto se cambia ese Dios por la autoafirmación del ser humano y la confianza en la ciencia.

¿Qué es el aburrimiento situacional cronificado y cuándo puede tornarse en profundo?

Yo distingo la experiencia del aburrimiento en términos de funcionalidad o disfuncionalidad.

Un aburrimiento funcional es aquel que, evidentemente, cumple con su función de alertarnos de que algo no está yendo bien y la de instarnos a introducir cambios para que ese malestar o desequilibrio se restaure. El proceso funcional pasa por tres fases: la de sentir el dolor de que algo está fallando, la de crear —consciente o inconscientemente— una estrategia para cambiar la situación presente y la de ponerla en práctica y, por tanto, hacer desaparecer el aburrimiento.

Existen algunas experiencias disfuncionales. Una de ellas es lo que tradicionalmente se ha conocido como aburrimiento crónico, personas que son conscientes de su aburrimiento, pero no son capaces de imaginar un escenario más deseable para dejarlo atrás.

Frente a este tipo de aburrimiento yo me di cuenta de que en la literatura nunca se había acuñado un término para definir otro tipo de aburrimiento disfuncional, aquel que sentimos y frente al que podemos desplegar un catálogo de opciones, pero en el que la propia situación en la que nace el aburrimiento nos impide poner ninguna de ellas en práctica. Entonces creé el término de aburrimiento situacional cronificado.

Y pongo un ejemplo: una persona está encarcelada, empieza a sentir que el entorno en el que se encuentra no le estimula adecuadamente, sufre aburrimiento y cuenta con distintas opciones para evitarlo, pero el entorno le impide que pueda realmente escapar. Llega un momento en el que, si ese dolor dura demasiado, se puede acabar cayendo en lo que la literatura ha descrito como aburrimiento profundo, un punto en la mayoría de los casos irreversible, en el cual la vida ya se despoja de todo sentido, incluso perdiendo de vista cuál era la raíz de ese aburrimiento.

A mí es el tipo de aburrimiento que me interesa estudiar y el que estudio en la actualidad.

“La esteticidad del aburrimiento de nuestro siglo es que estamos aburridos del ritmo vertiginoso de nuestra propia vida, de la hiper velocidad a la que tenemos que producir, ya no en el sentido de la palabra más tradicional, sino experiencias, vivencias y además capturarlas y compartirlas con los demás”

¿Qué es PRE-BORED y qué estrategias se están diseñando en este programa para combatir el aburrimiento en las residencias? ¿Crees que el aburrimiento existencial puede estar más presente en esta etapa de la vida?

PRE-BORED es un proyecto financiado por la Unión Europea, por el programa Horizonte 2020, del cual soy su creadora y directora. Cuando puse en marcha este proyecto, en España apenas se hablaba de la cuestión del aburrimiento en las residencias. Todo el mundo estaba muy enfocado en la problemática que supone la soledad no deseada, quizá por ese equívoco en el que caemos constantemente de que aburrirse es descansar, que hace al cerebro reposar y que promueve la creatividad. O, también, por supuesto, el estigma de que las personas mayores son más inactivas, no se aburren, y les gusta estar sentadas sin hacer nada.

La principal estrategia fue visibilizar, porque me encontré con la situación de que muchos profesionales del sector geroasistencial se tomaban a broma el hecho de que alguien estuviese preocupado porque la cuestión del aburrimiento cronificado pudiese causar estragos en la salud física y mental de las personas mayores que viven institucionalizadas y, frecuentemente, en situación de dependencia o una situación socioeconómica vulnerable.

La segunda estrategia pasa por preguntarles a ellos. Esta fase del proyecto ha consistido en la elaboración de un trabajo de campo en 20 residencias donde se han realizado más de 500 entrevistas a personas mayores para preguntarles acerca de su experiencia con el aburrimiento y aquellos factores que lo generan, así como de qué manera les gustaría a ellos pasar su tiempo.

Muchas veces en entrevistas me preguntan qué tipo de actividades estamos proponiendo desde el proyecto para que los mayores no se aburran y la respuesta es clarísima: yo no tengo que proponer nada. Ese es el error de base, pensar que voy a saber mejor que ellos cómo quieren pasar su tiempo. Son personas que han vivido una vida muy larga, que se conocen muy bien, con un catálogo de opciones para llenar el tiempo bastante escaso porque ya tienen muy claro qué les gusta y qué no, así que mi trabajo es preguntarles a ellos y recoger esa información que nunca se ha registrado.

En el libro se trata el tema del aburrimiento y los animales. ¿Es el aburrimiento una situación exclusivamente atribuible al ser humano o se puede producir en otras especies?

En absoluto es únicamente propia del ser humano. Otras especies con suficiente desarrollo cognitivo son muy capaces de experimentar aburrimiento cuando se encuentran en situaciones que no les estimulan adecuadamente. Es algo que observamos sobre todo en aquellos animales que están en entornos humanizados.

Las mascotas que tenemos en casa, a las que proveemos de agua y comida constantemente, que castramos para que no tenga instinto sexual, tienen todas sus necesidades completamente satisfechas y por tanto empiezan a sentirse sobreadaptadas. Pero también se observa en animales que viven en cautividad: en zoológicos, en macro granjas, animales que están destinados a la experimentación en laboratorios …

Esos animales pueden padecer aburrimiento y, desde luego, los estudios muestran que se aburren. Incluso, algunos antropólogos coinciden en que antes de ser el Homo sapiens que somos ahora, nuestros ancestros ya tuvieron la capacidad de sentir aburrimiento, y postulan que eso fue lo que les impulsó a desarrollar conductas más refinadas en camino hacia una protocultura. No podremos saber nunca si la pintura rupestre es fruto de un ritual o simplemente una respuesta frente al aburrimiento.

Así que por supuesto que el aburrimiento se puede experimentar más allá del ser humano.

Queda claro que el entorno tiene un papel importante en el aburrimiento. De esta forma, atendiendo al estereotipo de que en los países del norte se tienen menos opciones por el clima, ¿se aburre más un nórdico que un español?

La cuestión de las opciones no es tanto una cuestión de cantidad como de calidad. Cuando yo hablo de esas opciones, a mí me gusta utilizar la metáfora del catálogo. Creo que todas las personas estamos construyendo un catálogo de opciones con las que sentimos que llenamos nuestro tiempo de forma más o menos significativa a lo largo de toda nuestra vida.

Las opciones no son inamovibles, sino que van cambiando a medida que maduramos, que nuestras expectativas cambian, que las reajustamos, etc. Lo construimos a nuestra medida a partir de opciones personales y predeterminadas. En la mayoría de los casos damos mucha importancia a estas últimas, aquellas proporcionadas por la industria de entretenimiento masivo, que no distinguen entre tu proyecto de vida y el mío, entre tu sexo y el mío, entre el momento en el que te encuentras de tu vida y el mío, sino que están a disposición de todo el mundo. Por ejemplo, las plataformas de contenido de consumo de contenido online. Existen infinidad, pero ¿cómo es posible que nos aburramos tanto en la actualidad con todas estas opciones de entretenimiento?

Pues es que no es tanto la cantidad como la calidad. Damos mucho peso a esas opciones predeterminadas, recurrimos a ellas constantemente para llenar nuestro tiempo, y no nos ejercitamos, no cultivamos esas otras opciones personalizadas. Esa opción que vale para ti y solo para ti, que tú realmente sientes realización, satisfacción contigo mismo cuando estás desempeñándola. Esas son más complejas, porque requiere una toma de conciencia sobre tu situación, pensar qué estoy haciendo bien, qué estoy haciendo mal… Es desagradable y doloroso.

Si el catálogo está bien construido, da igual en qué parte del mundo vivas. Yo no soy muy partidaria de hacer esas comparaciones etnológicas, antropológicas, temporales. Sí soy consciente de que existen estudios empíricos que han demostrado, por ejemplo, que los hombres se aburren más que las mujeres, que los niños se aburren más que los adultos, que los nórdicos se aburren más que los latinos o la gente que vive al sur por la cuestión del clima. He leído estudios que dicen que las mujeres afroamericanas se aburren más que las mujeres alemanas. ¿Hasta qué punto tiene esto representatividad? Creo que no tenemos que confiar demasiado en ellos. Que me perdonen mis colegas, pero eso es lo que pienso.

¿Cuál es la terapia más adecuada para convivir con ese aburrimiento? ¿Cada uno tiene que encontrar la suya?

Aquí está lo gracioso del aburrimiento: no debería haber una solución mágica para todo el mundo, una que fuese útil y funcional para cada persona, sino que cada uno debería tener la suya propia. El confiar en que haya una solución masiva para todos nos lleva a confiar demasiado en esas opciones predeterminadas que a la larga te hacen sentirte vacío.

La estrategia tiene que diseñársela cada uno. Depende de cada uno y para llevarla a cabo no queda otra que practicar el autoconocimiento. Es cierto que pensadores a lo largo de toda la historia han recetado el trabajo duro. Bueno, si ese trabajo solamente ocupa horas, devolverá el aburrimiento después.

“Creo que estamos también muy aburridos de la política, de que no avance hacia ninguna parte y de que los políticos constantemente generen escenarios que nos decepcionan”

El libro sobre todo está enfocado al aburrimiento en lo que es las zonas occidentales. ¿Hay muchas diferencias en otras en torno a la idea del aburrimiento, en zonas menos desarrolladas o en las culturas orientales?

Hay un mito por parte de las sociedades desarrolladas que dice que en las zonas menos desarrolladas las personas no se aburren, que solo lo hacen los afortunados que tienen tiempo para el ocio, dado que hay abundancia. Esto no es cierto.

El aburrimiento se convierte en tema de estudio científico a principios del siglo 20, a raíz de la pandemia que se da en las fábricas, con obreros con turnos de 14 o 15 horas al día y trabajos repetitivos, lo que los lleva a ser menos productivos, a despistarse, a tener accidentes laborales.

El hecho de estar constantemente luchando por sobrevivir no te exime de sentirte aburrido. Al contrario, es probable que te sientas aburrido por el hecho de que esa actividad ocupa tu pensamiento y tiempo constantemente.

Al margen de esto, sí es cierto que las culturas orientales han puesto mucho énfasis en la idea de que el aburrimiento es la antesala de la introspección, el cambio y la revolución, es decir, el paso previo hacia algo más positivo. Esto hay que cogerlo con cuidado porque los occidentales lo convertimos en mito, empezamos a prescribir aburrimiento para todo el mundo con la esperanza de que esto nos va a hacer ser más inteligentes y obviamos que para que el aburrimiento nos lleve a ese punto hay que pasar primero por el proceso doloroso de estar dispuesto a sentarse a pensar, y casi nunca estamos dispuestos a esto.

La cultura del esfuerzo oriental no tiene nada que ver con la nuestra, incluso en términos espirituales. Occidente es cristiano y estamos muy poco dispuestos a esforzarnos por conseguir las promesas y los beneficios que nos promete el cristianismo, mientras que los orientales son mucho más capaces de esforzarse para conseguir sus objetivos.

¿Qué aburre a Josefa Ros?

A Josefa Ros le aburren las interacciones con otros seres humanos por mera cortesía, las conferencias tradicionales en el entorno académico y que los políticos nos infantilicen.

Pilar Rodríguez