El Museo Guggenheim Bilbao acoge una muestra del artista austriaco, figura clave del panorama pictórico europeo en el siglo XX, donde se hace un repaso extenso y profundo de las distintas etapas que atravesó en su larga trayectoria.


El pintor austríaco Oskar Kokoschka, considerado el artista rebelde de principios del siglo XX en Viena y “pintor de almas” por sus retratos expresionistas, protagoniza la primera gran retrospectiva dedicada en España a su figura, marcada por su activismo antibelicista tras combatir en la primera guerra mundial y ser perseguido por el nazismo, en la segunda.

La exposición Oskar Kokoschka: Un rebelde de Viena, organizada por el Museo Guggenheim Bilbao y el Musée d’Art Moderne de París, está conformada por 140 obras, entre cuadros, dibujos, litografías, carteles y postales, prestadas por distintas colecciones europeas, que ofrecen una visión completa de su carrera artística y un repaso extenso y profundo de las distintas etapas que atravesó en su larga trayectoria, que abarcó casi la totalidad del siglo XX, ya que comenzó en la primera década del siglo y concluyó a finales de los años 70.

Aunque es considerado un artista polifacético, su carrera estuvo dominada por el retrato, tanto de personas como de paisajes y de animales, en el que alcanzó una profundidad psicológica de tal calibre que sus estudiosos le han calificado como “pintor de almas”. Su radicalmente novedoso estilo pictórico, distinguido por el uso de intensos colores, líneas angulosas y abundantes capas de pintura que le confieren a las figuras una fuerza extraordinaria, le valió la etiqueta de “enfant terrible” del arte en Viena.

Su radicalmente novedoso estilo pictórico, distinguido por el uso de intensos colores, líneas angulosas y abundantes capas de pintura que le confieren a las figuras una fuerza extraordinaria, le valió la etiqueta de “enfant terrible” del arte en Viena

Los autorretratos que se hizo el artista a lo largo de su carrera, especialmente tras combatir en la Primera Gran Guerra europea y durante su estancia en la ciudad alemana de Dresde, es otra de las facetas que distinguen al creador austríaco.

ACTIVISMO POLÍTICO

Su carrera también estuvo marcada por una vida nómada, en la que viajó por distintos países, incluido España, tanto de forma voluntaria, buscando su propio estilo pictórico, como involuntaria. Esto sucedió forzado por la persecución que sufrió por el régimen nazi a principios de los años 30, cuando fue incluido en las listas de “artistas degenerados” y tuvo que abandonar Praga para exiliarse en Londres. La denuncia en sus obras de las guerras que asolaron Europa en la primera mitad del siglo XX le valieron la etiqueta de activista político.

En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, Kokoschka ya reivindicaba una Europa unida y con su obra tardía dejó su sello en la Neue Wilde, la nueva pintura en Austria y Alemania. Aunque se dedicó a múltiples actividades, desde el teatro hasta el activismo político, pasando por la escritura, el hilo conductor de toda su vida fue el arte.

Museo Guggenheim Bilbao  l  Hasta el 3 de septiembre