“Esta sociedad va a tener que darle una vuelta a lo realmente importante, y a quien lo lleva a cabo y en qué condiciones”

Este número de la revista Registradoras tiene como eje y contenido el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. ¿Qué representa para usted esta fecha?

Las efemérides pueden ser un buen recurso para recordar lo que somos. El 8 de marzo recuerda a las personas que murieron en el incendio de la fábrica en la que trabajaban y en la que las habían encerrado. No pudieron salir, nadie les abrió la puerta. No importaban. Eran jóvenes trabajadores, inmigrantes recién llegadas, mano de obra barata, casi todas mujeres. Simboliza a las personas que mueven el mundo cada día, las que son imprescindibles, pero no cuentan para nadie. Hasta el punto de que solo aparecen en las noticias cuando hay una desgracia, y ni siquiera demasiado. Y, sin embargo, este recuerdo nunca se planteó como algo fúnebre. La celebración de las personas invisibles a la vez que imprescindibles para la sociedad. Y yo creo que eso representa enormemente a las mujeres.

“Cualquier demanda de igualdad, de no discriminación, de justicia y de reconocimiento de derechos redunda en una sociedad mejor, en un beneficio indudable para las mujeres y para los hombres. Porque nos mejora como sociedad, no solo como individuos que formamos parte de ella”

Usted es diputada en el Parlamento español. ¿Cómo valora como legisladora el proceso iniciado por la sociedad española hacia la plena igualdad?

Pues necesariamente con mucho respeto. Asumiendo que esos cambios los demanda y los consigue la propia sociedad. Y que el Congreso a veces va por delante de esa sociedad, y a veces va por detrás. Y más aún sabiendo que las leyes, el derecho –lo digo como legisladora, pero también como jurista y ciudadana– es una poderosa herramienta de transformación social. Pero no la única ni la más efectiva. Hablamos de cambios que si lo piensas bien han afectado y aún afectan a toda la estructuración social, que aportan justicia, eficiencia, dignidad, libertad y oportunidades a la sociedad en su conjunto y no solo a las mujeres. Y creo que como sociedad somos afortunadamente cada vez más conscientes de ello, y como representantes de esa sociedad lo fundamental ahora es estar a su altura, saliendo un poco de las miserias políticas.

¿Qué iniciativa cree que es inaplazable para lograr la igualdad en la sociedad a la que representa el Parlamento?

La educación. Sin duda. Con sentido de Estado y amplitud de miras. Consensuar como país una inversión consciente, transversal, cualitativa y cuantitativamente ambiciosa, amplia y no sectaria, decidida y honesta en la educación de nuestras hijas e hijos, no como el entrenamiento para una competición anticipada, sino como el relevo conjunto de una sociedad mejor.

¿De qué modo la mujer enriquece la defensa y reivindicación de los derechos de los ciudadanos? ¿Puede señalar alguna experiencia personal?

Cualquier demanda de igualdad, de no discriminación, de justicia y de reconocimiento de derechos redunda en una sociedad mejor, en un beneficio indudable para las mujeres y para los hombres. Porque nos mejora como sociedad, no solo como individuos que formamos parte de ella. Las mujeres siguen siendo minoría en los lugares de decisión, y mayoría en los lugares de ejecución. Hay muchos más presidentes, portavoces, consejeros, secretarios, directores… Y sin embargo hay el doble de médicas y de maestras, muchas más enfermeras, muchísimas más reponedoras, limpiadoras, telefonistas, asistentas, cuidadoras… Yo creo que, después de lo que estamos pasando con la pandemia, esta sociedad va a tener que darle una vuelta a lo realmente importante, y a quien lo lleva a cabo y en qué condiciones. Y esa es una cuestión que es de género, sí. Pero que trasciende las cuestiones de género y nos interpela como sociedad.