El Día Internacional de la Mujer

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer es un homenaje a la lucha de las mujeres por lograr la igualdad de derechos en el ámbito laboral y social.

Este día se conmemora la muerte de 129 mujeres huelguistas en una fábrica textil de Nueva York que conmovió al mundo entero.

Reclamando igualdad salarial con los hombres, disminución de la jornada de trabajo a diez horas y un tiempo para la lactancia, miles de trabajadoras de varias compañías neoyorquinas se lanzaron al paro en marzo de 1908.

Hubo duros enfrentamientos, y el 8 de marzo, en la fábrica Sirtwood Cotton, al parecer, el propietario cerró las puertas con candado y luego prendió fuego a las instalaciones con los trabajadores en su interior.

Se dice que el humo del incendio (que podía verse desde casi toda la ciudad) era de color morado debido a los tejidos y tintes que se usaban en esta fábrica textil. Por este motivo, desde aquel momento el morado quedó asociado a la lucha por la igualdad de la mujer.

Transcurrido más de un siglo, es evidente que hemos avanzado, pero las demandas de fondo son las mismas: eliminar la brecha salarial y conciliar la vida familiar con la profesional.

El estudio de la historia sobre el papel de la mujer en el mundo refleja que esa lucha ha tenido éxito ya que los logros alcanzados son muy importantes e invitan a continuar por esta senda, de manera que superen los retos que todavía existan para alcanza la plena igualdad.

Quiero felicitar a todos los hombres y mujeres que sienten este día como propio, reconociendo los esfuerzos realizados por tantas mujeres en el pasado para llegar a donde estamos ahora y una mirada de esperanza hacía un futuro con plena igualdad y con una paz y seguridad estables de las que disfruten todas las personas.

LA MUJER EN EL MINISTERIO DE DEFENSA

Mi trabajo en el Ministerio de Defensa y, concretamente, con las Fuerzas Armadas (FAS), me permite afirmar que esa historia de lucha y de éxito se refleja perfectamente en este Departamento y en las Fuerzas Armadas, donde la integración de la mujer y la igualdad son reales.

La puesta en valor de la incorporación de la mujer a las FAS es un referente para la Institución, para su propia solvencia, imagen y prestigio.

Los logros alcanzados y la breve, pero intensa, historia de la mujer en el Ministerio de Defensa, queda reflejada en las siguientes cifras: desde la incorporación de 26 mujeres a las FAS en 1988 contamos, a fecha 1 de febrero de 2022, con 15.948 mujeres (alumnas incluidas) en las FAS, lo cual supone un porcentaje del 12,9 %, superior a la media de los países de la OTAN, que está en el 12%.

De este total de mujeres, aproximadamente el 10% prestan servicios en la categoría de oficiales, el 10% en la categoría de suboficiales, y el 80% en la categoría de tropa.

LA MUJER EN LOS CONFLICTOS ARMADOS

Resulta sumamente importante señalar y destacar, la participación de las mujeres en las operaciones que se desarrollan en zonas de conflicto, misiones encaminadas a establecer una paz y un entorno de seguridad duradero, ya que mientras duran los conflictos, muchos padecen pero, en particular, mujeres y niñas sufren con mayor brutalidad sus consecuencias, como por ejemplo la violencia sexual. Aquí, también, España es un referente internacional en la integración real de la mujer en las unidades de combate y actualmente del total de 3.287 militares desplegados en operaciones internacionales, 250, un 7,6 %, son mujeres, también un porcentaje superior a la media de los países de la OTAN.

Pero no es solamente una cifra. El papel de la mujer en la resolución de conflictos y disputas, al fin y al cabo el objetivo de todas las operaciones, se estima que es y será, con seguridad, más relevante, si cabe.

La puesta en valor de la incorporación de la mujer a las FAS es un referente para la Institución, para su propia solvencia, imagen y prestigio

Por un lado, las mujeres militares están llamadas a desempeñar un papel primordial creando un efecto moral importantísimo en la población femenina local, a la que su imagen de liderazgo y profesionalidad transmite ánimo, orgullo y esperanza en el futuro. Como reconoce Naciones Unidas, las mujeres militares aportan una perspectiva adicional en la planificación de operaciones y en la toma de decisiones clave, sobre todo en aquellas que afectan a civiles y, en concreto, a mujeres y niñas.

Por otro, el papel de las mujeres en la resolución de conflictos es fundamental y no se limita al de las mujeres de las FAS. En las misiones de paz en las que participan nuestras FAS son muchas las mujeres capaces de luchar por una sociedad más justa (Líbano, Afganistán, Irak…). Para lograr la paz no basta la implicación de las fuerzas pacificadoras sino que es esencial también implicar a las mujeres de esos países como agentes del proceso de paz. Se ha comprobado que en estos lugares tan convulsos si no hay participación de las mujeres en los procesos para alcanzar la paz, ésta nunca llegará a ser duradera.

Esta acción combinada de mujeres líderes, mujeres militares, mujeres trabajadoras, mujeres madrugadoras, mujeres madres, mujeres valientes, mujeres educadoras, mujeres constantes, mujeres solidarias, mujeres fuertes, mujeres empáticas… es imprescindible para conseguir un mundo mejor, un mundo más justo e igualitario, en el que los conflictos se resuelvan de otra forma, fundamentalmente, sin generar tanto sufrimiento a hombres y mujeres, a niños y niñas.

COMPROMISO DEL MINISTERIO DE DEFENSA

La Ministra de Defensa y el Departamento al completo participamos de esta idea y estamos plenamente alineados con el compromiso de España con la Resolución 1325 del año 2000 de Naciones Unidas, sobre “mujer, paz y seguridad”, que aboga por la adopción de una perspectiva de género que incluye las necesidades especiales de las mujeres y las niñas durante la repatriación y reasentamiento, la rehabilitación, la reintegración y la reconstrucción post-conflicto.

De la misma forma, queremos mantener lo alcanzado en el terreno de la igualdad, la participación de las mujeres en las diferentes actividades y misiones que desarrolla este Ministerio, pero con la ambición de seguir avanzando, ya que todavía seguro que hay aspectos que mejorar, siempre los hay. Por ello, existe un Observatorio de la Vida Militar para la igualdad entre hombres y mujeres en las FAS.

Es evidente que las FAS son imagen especular de la sociedad a la que sirven, con sus mismos defectos y virtudes, sus mismas carencias y sombras. Lo que evolucione y avance la sociedad tiene su reflejo en la institución y las barreras a superar en las FAS son las mismas que en la sociedad y son debidas a los estereotipos culturales y, como tales, están relacionadas con el bagaje educativo y cultural de las personas que las integran.

Todos debemos fomentar e impulsar la evolución y regeneración de valores, actitudes y percepciones relacionados con los roles de las mujeres y los hombres en la sociedad.

La igualdad no es una reglamentación, debe ser una forma o un hábito de vida y requiere cambios no solo en las prácticas institucionales, ya conseguido, si no en las relaciones personales y sociales.

No obstante, es innegable que las mujeres tenemos o hemos tenido que vencer más obstáculos en nuestra trayectoria profesional, entre ellos, uno muy significativo, la maternidad.

La maternidad es un bien social. No es un problema de la mujer. La reposición generacional está protegida en todas las culturas y en todos los momentos históricos, como avala la antropología cultural.

La conciliación no debe asociarse a la mujer. Es una percepción a cambiar: la conciliación no es o no debe ser un tema de género. La corresponsabilidad es el contrapunto necesario para que las políticas de conciliación sean eficaces.

MI EXPERIENCIA PERSONAL

Por cerrar esta aportación a la celebración del Día Internacional de la Mujer 2022 con un apunte un poco más personal decir que la condición de mujer no es significativa, mientras el género no entre en conflicto con la inherente competencia profesional existente en cualquier colectivo, aunque el pertenecer a una minoría puede afectar a la sana competencia. Así, el desarrollo de mi carrera profesional como servidora pública desde el año 1983, pasando por diversos puestos de la Administración, puede valorarse como una carrera plena y en la que ha existido igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

 

Esperanza Casteleiro Llamazares