“Ojalá lleguemos a no tener que celebrar el 8M porque ya no haya nada que reivindicar”


Le gusta el teatro que hace pensar y provoca debate, los autores que entienden a la mujer y crean personajes femeninos complejos y contradictorios. Ya sea en clave de comedia, de musical, de drama, o en verso, su compromiso con las artes escénicas es total, no solo como actriz, sino también como productora, y ahora tiene varios proyectos entre manos.


¿En qué anda metida ahora?

Nos quedan algunos bolos de “24 horas en la vida de una mujer”. Pero, sobre todo, me estoy centrando en lanzar un nuevo proyecto de Lamarsó Produce, mi productora. Se llama “Blues & Roots” y es un espectáculo-concierto, donde canto en directo acompañada de cuatro músicos, interpretando canciones de raíz espiritual, que nacieron como expresión del dolor y de la lucha por la libertad, la justicia y la belleza. Así, hacemos un recorrido desde el nacimiento del blues a orillas del Mississippi, con su explosión en el Harlem de 1929, cuando atrajo a Federico García Lorca y a intelectuales de todo el mundo, pasando por el quejío flamenco o el tango arrabalero. 

Además, cuando puedo, actúo en los centros culturales con un recital poético-musical de claro carácter femenino, que se llama “Ellas siguen aquí”, y que reivindica a las poetisas que han dado voz a la mujer desde el siglo XX. Me acompaña el pianista Juan Sánchez Molina, mientras recito versos de Gloria Fuertes, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Elena Medel, Rosalía de Castro, Diane Di Prima… y canto canciones de Rozalén, Mercedes Sosa…

A lo largo de su trayectoria profesional ha interpretado a más de un centenar de personajes. De todod ellos, ¿cuál diría que encarna mejor los valores de la mujer?

Todos los últimos personajes que he interpretado sufren o han sufrido la lacra machista de la sociedad: Yerma, doña Rosita la soltera, Nora de “Casa de muñecas”, Amanda Wingfield de “El zoo de cristal”, y, por supuesto, la señora C de “24 horas en la vida de una mujer”. Ninguna de ellas es una heroína, sino, más bien, víctimas, a través de las cuales el autor está plasmando la injusticia que se comete contra la mujer.

¿En qué situación se encuentra ahora mismo la figura femenina en el mundo de las artes escénicas?

Creo que hay más posibilidades que antes para autoras, directoras y actrices, sin embargo, las productoras más potentes siguen en manos de hombres, y eso supone que el teatro sigue manteniendo cierto poso patriarcal, que no machista, por ese afán de poder que tienen muchos hombres.

¿Ha vivido en sus carnes algún tipo de discriminación por ser mujer?

Sí. Cuando un proyecto lo dirige un hombre, lo produce un hombre y tus compañeros son todos hombres también, es inevitable que te ninguneen por ser mujer. No se dan cuenta, pero lo hacen. A mí me ha pasado. He sentido el machismo en ese aspecto, cuando no me han dejado ni terminar de plantear mis argumentos porque era la única persona de otro sexo en el equipo.

¿Cree que queda mucho por hacer en favor de la mujer?

Estamos mejor que hace 20 años, pero aún queda camino por recorrer. Y, sobre todo, queda llegar al momento en el que ya no haya que reivindicar nada, porque se haya establecido la igualdad absoluta, como ocurre en los países nórdicos. Ojalá lleguemos a no tener que celebrar el 8M porque ya no tenga sentido, pero en España, aún nos hace falta reivindicarlo.  

 

Gema Fernández