María Emilia Adán.

Creo recoger el sentir de todos los que hoy asistimos, presencial o telemáticamente, dedicando estos primeros instantes al recuerdo de aquellos que no han podido sobrevivir al COVID-19, y a los que lo están sufriendo en estos momentos, y al agradecimiento a todos aquellos que unen diariamente sus esfuerzos para luchar contra el coronavirus en todos los frentes. Con la esperanza de que unidos lo venceremos nos esforzamos por mantener nuestra apuesta por el futuro.

La X edición del Premio Gumersindo de Azcárate, cuya entrega nos reúne, ha recaído en la Comunidad Iberoamérica de Naciones, que desde su creación en 1991 fomenta la colaboración entre las naciones que la forman en torno a principios y valores compartidos, que representa la figura de Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana.

Un premio que en ediciones anteriores recayó en instituciones de tanta relevancia como el Tribunal Constitucional o las Cortes Generales, y que siempre ha guardado una mirada a Iberoamérica en personas tan influyentes como Mario Vargas Llosa, o en el presidente Fernando Henrique Cardoso.

Hablar de los valores que encierra la figura de Gumersindo de Azcárate es hablar en presente; su legado no ha perdido actualidad, sino que sigue mostrándonos metas que alcanzar. En esta edición, aventurando la aprobación y el seguro entusiasmo de D. Gumersindo, los valores de este premio se encarnan y recuerdan, en quien tomando sus propias palabras, “piensa alto, siente hondo, y trabaja recio”, en Concepción Arenal. 

Con este premio se trata de promover aquellos valores que colocan la dignidad de la persona en el eje de toda actuación. Concepción Arenal, así lo entendió en el siglo XIX, en tiempos de desigualdad, de tal modo, que en palabras de Gumersindo de Azcárate “la causa y acicate de cuanto pensó y obró no fue otro que un sentimiento de humanidad, siempre en acción”.

Acción que se materializó en una decidida voluntad de:

  • Erradicar la miseria, elaborando doctrina, y movilizando a la sociedad civil, en las llamadas “decenas”.
  • La atención a los reclusos.
  • La consideración de que el Estado (beneficiencia) debe asumir los servicios públicos, como la sanidad, o la educación, con la colaboración de la sociedad civil (filantropía), no dejarlos exclusivamente al albur de la caridad.
  • Su lucha por la instrucción de las mujeres. Contribuyó a la creación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, que terminaría presidiendo Gumersindo de Azcárate. Defendiendo a ultranza la llamada “equivalencia entre hombre y mujer”.
  • Su apuesta por el derecho a una vivienda digna, impulsando la creación de una cooperativa de viviendas, en Madrid.

Metas a priori inalcanzables, si no fuera porque las persiguió con “voluntad enérgica, inquebrantable, de esas que nunca abdican”, según reconocía Gumersindo de Azcárate.

En su libro Derecho de gentes, que prologó Azcárate, despliega un alegato en favor del derecho como instrumento para la paz.

En esta X edición, el premio que hoy entregamos va de mujer a mujer. De Concepción Arenal a Rebeca Grynspan.

José Manuel Franco, Juan Carlos Campo, María Emilia Adán, Belén Merino Y Antonio Tornel.

Todos los ideales, los proyectos, los desafíos, precisan de un liderazgo que los impulse, por ello me atrevo a decir que si Concepción Arenal hubiera conocido a Rebeca Grynspan, hubiera visto en ella a “la mujer del porvenir”, una obra redactada el mismo año que nuestra ley hipotecaria, fruto de su tiempo, con sus luces, y sus sombras, pero que alentaba a las mujeres a asumir el liderazgo social.

Rebeca Grynspan, es sin duda una mujer de fuertes convicciones, de profunda humanidad, de indudable liderazgo, de “esas que nunca abdican”.

Tanto su trayectoria vital, como su reflejo profesional, ofrecen una clara preocupación por el desarrollo humano. Todos los puestos que sucesivamente ha ido desempeñando han tenido esa meta, ya lo sea en interacción con el medio ambiente, ya lo busque en la lucha por la erradicación de la pobreza, ya persiga la igualdad de oportunidades, ya defienda la equidad entre hombre y mujer, o ya se esfuerce por hacer efectivo el derecho a una vivienda digna. 

Como acertadamente ha señalado en diversas ocasiones “somos la primera generación en la historia que puede erradicar la pobreza y la última que puede proteger la degradación extrema del planeta. Pero estamos contra reloj y tenemos que acelerar el paso.” Y ella lo hace sin descanso.

Desde el Gobierno de Costa Rica, a la Secretaría General adjunta de la ONU. Incorporándose a instituciones tan relevantes como el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y Desarrollo, o UNICEF. O formando parte de iniciativas fundamentales de la ONU como el Proyecto del Milenio sobre Pobreza y Desarrollo Económico o el Panel de Alto Nivel sobre Financiación para el Desarrollo. 

Desde todas las responsabilidades con el mismo horizonte, con el mismo fundamento, con la misma determinación.

En la Reunión Extraordinaria de Ministros de Relaciones Exteriores celebrada en Ciudad de México el 24 de febrero de 2014, fue elegida por unanimidad de todos los miembros que la conforman secretaria general iberoamericana, mandato que ha revalidado. Un liderazgo con el que transformar globalmente nuestras sociedades.

La Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) es un órgano permanente de apoyo en las tareas preparatorias de las Cumbres Iberoamericanas, la gran cita que reúne cada dos años a los jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica. Cumbres, que con el tiempo aun manteniendo su nombre, han pasado a ser conferencias, y que están llamadas a constituirse como comunidad. Es decir, a dar estructura a lo que ya existe entre aquellos que nos sentimos en un entorno familiar cuando paseamos por las calles de Cádiz, o de San José, que nos emocionamos leyendo en nuestra lengua la literatura que nace de un sentimiento común. Lazos invisibles pero indestructibles que se fortalecen en el intercambio científico que iniciaron personas como Celestino Mutis, y que propició la Real expedición filantrópica de la vacuna del médico alicantino Balmis. 

“Rebeca Grynspan, es sin duda una mujer de fuertes convicciones, de profunda humanidad, de indudable liderazgo, de “esas que nunca abdican”

Rebeca Grynspan representa, en sus propias palabras, un proyecto de comunidad que huye de la política de bloques, de la contraposición de intereses, apostando por una relación horizontal y simétrica. Una cooperación sur-sur, fundada en la solidaridad y el respeto mutuo, complementada con la colaboración triangular, compartiendo conocimientos y recursos. 

Bajo el liderazgo de Rebeca Grynspan estos 22 países iberoamericanos hacen un esfuerzo para converger en lo que les une, apartando lo que les separa en el siempre necesario respeto a la diversidad. 

Para avanzar, es necesario tener esperanza. Solo podemos cambiar la realidad si creemos que el cambio es posible. Por eso hay que creer en nuestro valor y en nuestro potencial como región. Y los ODS, los Objetivos de Desarrollo Sostenible que conforman la Agenda 2030 de Naciones Unidas, son una llamada a esa esperanza. Así lo entiende Rebeca que reclama la participación de Iberoamérica en este nuevo orden mundial desde “el poder de los valores, de la narrativa, de lo intangible. Y también desde la cooperación”. Potenciando un todo integrado con las tres dimensiones del desarrollo sostenible: la económica, la social y la medioambiental.

Quiero incidir especialmente hoy, en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 16: Paz, justicia e instituciones sólidas; facilitando el acceso de todos a la justicia en el marco de una sociedad inclusiva. Porque creo que la institucionalidad aporta confianza, elemento esencial en todo tipo de relaciones ya sean entre personas o entre pueblos. Reivindico una vez más la política, como elemento necesario para el buen gobierno, para la paz y para la justicia.

“La institucionalidad aporta confianza, elemento esencial en todo tipo de relaciones ya sean entre personas o entre pueblos. Reivindico una vez más la política, como elemento necesario para el buen gobierno, para la paz y para la justicia”

Los registradores apostamos por la institucionalidad, por el desarrollo de un espacio jurídico iberoamericano. Somos conscientes del importante papel que puede desempeñar la institución registral en los procesos de paz, en los de recuperación de tierras, en la protección de los pueblos indígenas, en la lucha contra el blanqueo de capitales, en una palabra en el desarrollo económico que potencie la igualdad de oportunidades, y favorezca el acceso a la justicia de todos los ciudadanos. 

IBEROREG, la Red de Registradores Iberoamericanos, ha salido más cohesionada que nunca de esta crisis consciente de la necesidad de servir de soporte a la recuperación económica de nuestros pueblos, sirviendo de apoyo a la financiación y a las empresas. Propiciando un desarrollo sostenible.

Las transformaciones sociales no se producen por generación espontánea, precisan de líderes que recogiendo el necesario consenso social las impulsen.

Reflexionaba la premiada sobre cómo debe ser el liderazgo para lograr este nuevo orden social, el de la era post-COVID, el de la búsqueda de la materialización de los ODS y señalaba sus cualidades, tomo prestadas sus palabras: “Debe ser un líder flexible, capaz de trabajar colaborativamente con el sector privado y con la ciudadanía, capaz de escuchar, de entender y de absorber rápidamente las demandas de la sociedad.” Que “combine una consciencia global con una conexión local, y que comprenda que en un mismo país coexisten muchas realidades.” Que sea “transparente”. 

Rebeca, esas son las cualidades que apreciamos en ti, y que te confieren ese liderazgo que hoy reconocemos con el Premio Gumersindo de Azcárate.