¿Y si la vacuna no reactiva en picado el PIB de 2021?

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Los Presupuestos de Pedro Sánchez parecen ir de la mano de las optimistas previsiones de una rápida y general vacunación de la población española. Una previsión que no contempla la Organización Mundial de la Salud hasta finales del próximo ejercicio y que, de ser el gran as en la manga del Gobierno, significaría que su ausencia anularía gran parte del incremento del PIB previsto para 2021. Y eso, sumado al hecho de que se han presupuestado y asignado a gastos ciertos y comprometidos cerca de 27.000 millones de euros procedentes de un rescate europeo no cobrado, significaría que las previsiones de déficit se dispararían aún más, elevando las posibilidades de un peligroso desenlace.

El Gobierno ha iniciado la tramitación de su Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021 (PGE). En él se anuncia una fortísima recuperación de la economía acompañada de una clara reducción del déficit de las Administraciones Públicas y de una notable reactivación del mercado laboral. 

Los datos para el próximo año son rotundos: aumento del PIB del 7,2% sin contar con los fondos europeos; y del 9,8% sumando el rescate de la UE. Lo que implicaría que España registraría en 2021 la reactivación más profunda de todos los países de la OCDE.

Por lo que respecta al déficit, la horquilla de previsiones se sitúa en un descenso hasta el 7,7% de déficit en porcentaje del PIB, bajando desde el 11,3 previsto para el cierre de este 2020. Todo ello, sin haber presentado en esos Presupuestos una sola medida real de ahorro de costes y estando España inmersa en un debilitamiento generalizado de sectores como el turismo, el comercio minorista, las restauración y buena parte del resto de servicios. 

De hecho, el techo de gasto alcanza los 196.097 millones de euros, un 53,7 por 100 más que en 2020. Un incremento del desembolso de las Administraciones Públicas sin precedentes ni dentro, ni fuera de España -el aumento del gasto en España en plena crisis subprime, en 2010, quedó en un 13,91%-.

Y, por último, y por la parte que afecta al empleo en esos Presupuestos Generales del Estado, se confía en una reconducción del paro a niveles de entre el 16,9% y el 16,3%. Todo ello, mientras las patronales sectoriales no dejan de alertar de quiebras masivas de empresas y cuando España ha permanecido entre los años 2011 y 2015 por encima del 20% sin tener una situación como la que se vive estos días.

Por otro lado, esas cuentas no incluyen reforma estructural alguna, salvo el anuncio de una “modernización” del sistema tributario, que consiste simplemente en una subida de impuestos por valor cercano a los 9.000 millones, justo cuando Alemania, Francia, Italia, Holanda y todo un largo listado de países plantean la receta contraria: la bajada fiscal para permitir a las empresas sobrevivir a la crisis.

¿Cómo explica el Gobierno este milagro de la sostenibilidad en los Presupuestos? Pues en base a prever que todo gasto -eminentemente social- se convertirá automáticamente en un brutal catalizador de la actividad económica. ¿Y cómo justifica eso? Pues en base a un multiplicador del gasto público del 1,2 en 2021 y del 2% en el caso del gasto destinado a digitalización de la economía, transición energética e Inversión en I+D+i. 

Pero, lo cierto es que los estudios más recientes muestran la pérdida de potencia del multiplicador del gasto en la economía nacional, lo mismo que ha ocurrido en todo el mundo occidental. Y es que el Gobierno ha tomado un nivel de multiplicadores propios de las épocas de llegada a la edad laboral de la generación del baby boom.

Valga como ejemplo, que el valor de este multiplicador se habría reducido en un 35% entre 1985 y 2015 (pasando del 1,2 al 0,78), y se reduciría otro 21% más (del 0,78 al 0,62) de aquí a 2050 (Basso H. y Rachedi O., “The Young, the old, and the government: demographics and fiscal multipliers”).

Traducido: que los Presupuestos se soportan en un castillo de naipes más dependiente, aparentemente, de algún factor externo -como la vacuna-, que de alguno constatable. Un riesgo excesivo y difícilmente explicable.

Carlos Cuesta