“He trabajado con todos los grandes y sé que soy un eslabón con aquella generación de actores maravillosos. Me siento una privilegiada”


Ha tenido un 2021 bastante ajetreado. Ha sacado nuevo disco: Ana Belén 70, un recorrido por sus 50 años de carrera musical, y ha pisado escenarios de toda España con dos montajes teatrales. Transformada en la reina Cleopatra se ha paseado por los festivales de Almagro y Mérida y se ha estrenado en el Teatro de la Comedia, y ahora interpreta a una diva de los escenarios en la actualización teatral de la película Eva al desnudo que firma Pau Miró y dirige Silvia Munt, un personaje con el que ha arrasado en el Teatro Reina Victoria de Madrid y con el que ahora inicia gira.


Qué es Eva contra Eva? ¿Cómo definiría esta función?

Es una función que nos habla de lucha generacional. De cómo los jóvenes pelean (y deben pelear) por aquello en lo que creen, y cómo la gente mayor también lo hace y sigue teniendo derecho a trabajar si no quiere jubilarse, sobre todo en una profesión como la nuestra. Y lo hace a través de dos actrices, una joven y otra veterana, que son como dos fuerzas de la naturaleza que colisionan en un sitio tan sensible como un escenario. Una lucha por conseguir la oportunidad de darse a conocer, y la otra se esfuerza para que el paso de los años no haga que desaparezca de las tablas.

¿Cómo llega este proyecto a sus manos y qué hace que se decida a aceptarlo?

Me lo hizo llegar Silvia Munt, la directora. Me dijo que no era Eva al desnudo, la película que todos conocemos, solo se basaba en ella, porque habían revisado el guion y querían revitalizar el conflicto que creían se quedaba muy obsoleto. Así que, al final, Pau Miró escribió una obra nueva, que fue la que me enviaron a mí. Y, según la leí, no dudé en decir “adelante”.

“Me gusta mucho el escenario y siempre digo que quiero tener salud para pisarlo con mucha energía, porque hasta ahora el entusiasmo no me ha fallado”

Hábleme de su personaje.

Esta Eva es una gran actriz de teatro, muy acostumbrada a interpretar personajes clásicos, y se ve empujada a trabajar en un monólogo que no le gusta nada, porque hace que se cuestione como mujer de una determinada edad y sobre sus posibilidades encima de un escenario.

¿Cómo se siente en su piel?

Muy bien. Reconozco cada rincón, cada exclamación, cada sílaba de lo que esta mujer dice, porque habiendo trabajado durante tantos años, he coincidido con muchas y muy diferentes actrices, algunas de ellas con mucho temperamento pero muy vulnerables, como ésta.

A su Eva no le gusta decir su edad y tiene miedo a ser apartada de los escenarios por las nuevas generaciones, ¿a Ana Belén le ocurre algo parecido?

En absoluto. Hablamos de una profesión que se nutre de lo que ocurre en la vida. Y en la vida hay personas de muy distintas generaciones, y hay que interpretarlas a todas ellas, así que, hacemos falta todos: altos, bajos, gordos, delgados, feos, guapos, jovencitos, mayores… En el mundo de la interpretación somos necesarios todos, porque lo que hay que interpretar es lo que ocurre en la vida, y en la vida hay todo tipo de personas. 

¿Se ve sobre un escenario hasta que el cuerpo aguante?

Me gusta mucho el teatro y siempre digo que quiero tener salud para seguir piando el escenario con mucha energía, porque hasta ahora el entusiasmo no me ha fallado nunca. Así que, si me ofrecen proyectos interesantes, no mamarrachadas como le ocurre a mi personaje en esta función, siempre estoy dispuesta a aceptar. Eso sí, una vez se baja el telón, agradezco los aplausos, pero dejo al personaje en el camerino, y me voy a mi casa tan contenta.

Foto: Javier Naval

¿Qué le ha dado esta profesión y qué le ha quitado?

Quitarme, no me ha quitado nada, pero sí me ha dado muchas cosas. A veces, recuerdo a esa niña que con 13 años ya trabajaba, y pienso en esa responsabilidad adquirida que otros niños no tenían y yo sí, porque el dinero que me pagaban por mi trabajo era necesario en mi casa, así que no podía permitirme hacer el tonto como otros adolescentes. Pero cuando pienso que quizá podría echar un poco en falta eso, al momento hay otra vocecilla dentro de mí que me hace ver que, con esa edad ya había conocido a Buñuel, a Narros, a Fernando Fernán Gómez, estudiaba con Layton y entré a trabajar en el teatro con Agustín González, Julieta Serrano, Carlos Lemos, Guillermo Marín, María Luisa Ponte… Y me digo: ¡Qué gran suerte! ¿A qué crío de 15 años le ocurre esto ahora? He trabajado con todos los grandes y sé que soy un eslabón con aquella generación de actores maravillosos. Me siento una privilegiada.

Si volviese a nacer, ¿repetiría profesión u optaría por otra?

Repetiría seguro. Lo que sí creo que haría, viéndolo ahora desde la distancia, es prepararme más, aprender todo lo que pudiera, y no hacer el vago para estudiar música, porque cuando tuve la oportunidad de hacerlo, con 10-11 años, no lo hice porque lo que me apetecía era jugar en la calle con mis amigos después del colegio. 

¿Qué instrumento le hubiese gustado aprender a tocar?

El piano. Es mi gran frustración. Aprendí a tocar la guitarra de aquella manera, como lo hacíamos todos por entonces. Y siempre tenía una en el camerino del Teatro Español, donde estuve cuatro años, que tocaba mientras no tenía que salir al escenario.

¿Cuál sería el reto profesional que le gustaría llamase a su puerta?

Cada vez que me llaman, para mí es un reto, porque siempre tengo la sensación de que no sé nada, que se me ha olvidado todo, y parto desde cero. Y es ahí donde empieza mi lucha interna, porque algo en el fondo me dice que voy a poder, que voy a poder, que voy a poder… Y con ese pensamiento llegó al estreno, y puedo. Pero para conseguirlo necesito confiar mucho en quien me dirige y sentir que lo tiene clarísimo y puede aclarar todas mis dudas.

Hablando de directores. Usted se atrevió a dirigir un largometraje, Cómo ser mujer y no morir en el intento, ¿se ha planteado hacerlo en teatro?

No, no me lo he planteado. Hace muchíiiisimos años, Miguel Narros me dijo que le habían pedido que yo dirigiese un proyecto, pero le dije que no. En este caso, lo tengo muy claro: solo sé que no sé nada.

Con los tiempos que corren, ¿qué hace más daño a un actor: una mala crítica en un medio de comunicación, o los malos comentarios en redes sociales?

Tal y como está el patio, hacen más daño esos comentarios maliciosos que se hacen amparados en el anonimato sobre cualquier persona, cuestión o situación. Pero yo no estoy muy pendiente de eso. Sin embargo, hay actores jóvenes, muchos de ellos sobradamente preparados, a los que les miden sus seguidores en redes sociales para contratarlos. Y eso me parece lo peor. 

¿Qué nuevos proyectos tiene en el horizonte?

Una vez terminada la temporada de Eva contra Eva en el Reina Victoria de Madrid, haremos dos meses de gira por teatros que no pudimos hacer en su momento, y después tengo un proyecto de cine y, si todo va bien, quizás otro más, a las órdenes de una directora estupenda, con un guion original de ella.


Ana Belén sobre el escenario en Eva contra Eva. (Fotos: Javier naval)

AMOR A PRIMERA VISTA

Su flechazo con el teatro surgió siendo una niña. La primera vez que entró en uno de ellos tenía 15 años. Era el Español e iba a ensayar la Numancia de Cervantes a las órdenes de Miguel Narros. “Esto es a lo que me quiero dedicar en cuerpo y alma”, se dijo entonces. Y a sus 70 años acumula más de una treintena de títulos, entre clásicos y contemporáneos y ha trabajado con todos los grandes, bien a sus órdenes, bien como compañeros. 

En ese tiempo también ha rodado unas 40 películas y grabado más de 30 discos. Y en todos esos frentes su profesionalidad y buen hacer han sido reconocidos con múltiples galardones. El último que ha recogido, en 2020, el prestigioso Premio Corral de Comedias que otorga el Festival de Almagro, que se suma a una larga colección, que incluye un Goya de Honor, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, un Grammy Latino y varios Fotogramas de Plata por sus trabajos en cine, teatro y televisión.

Además, en 1985 fue nombrada Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. 

Sin embargo, lejos de acomodarse, sigue siendo una trabajadora incansable que no ha perdido esa pasión por las tablas que surgió cuando era una niña.  

Gema Fernández