La visibilidad de la mujer en innovación, más allá del número o la “cuota”

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En marzo de 2021 la Comisión Europea puso en marcha el Consejo Europeo de Innovación “para contribuir a convertir las ideas científicas en innovaciones punteras”. Este consejo está formado por 10 hombres y 10 mujeres, una elección que sin duda no está hecha al azar. Si en la imagen de este consejo hubiésemos visto una mesa compuesta por 16 hombres y 4 mujeres, pocos hubieran tenido acto reflejo alguno ante tal cuota en un primer vistazo; si hubiera sido al revés, probablemente lo hubieran hecho más de los que se atreven a confesarlo, y muy probablemente prejuzgando una reunión para fomentar el papel de la mujer en la innovación.

Nuestra mente, nuestra construcción social, aún está acostumbrada a esto. 

La guapérrima Hedwig Eva Maria Kiesler (1914-2000), más conocida como Hedy Lamarr por su papel en Hollywood, no “daba la imagen” de ser capaz de aportar a la ciencia las bases de la conexión Wi-Fi que conocemos hoy. Mileva Maric (1875-1948), fue la primera mujer de Einsten, matemática de alto nivel que sufrió los efectos de la misma mentalidad, a pesar de ser su colega y colaboradora directa en la formulación de muchas de las teorías que sustentaron sus descubrimientos. Chien-Shiung Wu (1912-1997), fue conocida como “the First Lady of Physics”, y demostró las contradicciones de la “ley de conservación de la paridad», basada en leyes de simetría en la naturaleza. En España, Margarita Salas es sobradamente conocida a día de hoy, un referente. Pero no todo es ciencia de “números”, aquí hemos tenido juristas como Victoria Kent (1898-1987), Clara Campoamor (1881-1972), Concepción Arenal (1820-1893), o María Telo (1915-2014). Todas ellas mujeres que, en su tiempo, no fueron tan reconocidas como hubiera sido deseable. Pero incluso aunque nos moleste (que nos molesta, y mucho), considerando el contexto histórico y social que les tocó vivir a estas mujeres, no nos escandaliza que no fuese así, también porque había pocas que se dedicasen a la investigación… ¿Es así? Nos dicen: “hoy sería diferente”, sería imperdonable arrastrar ese criterio para justificar si las aportaciones de una mujer llegan o no a cargos visibles de gran responsabilidad.

Lamentablemente el número de estudiantes es para muchos, todavía hoy, una justificación del número de puestos visibles en materia de innovación. Pero la realidad es otra. Tanto si hay muchas como pocas que estudian determinada disciplina, el resultado es el mismo: pocas tenemos, y menos vemos

Lamentablemente el número de estudiantes es para muchos, todavía hoy, una justificación del número de puestos visibles en materia de innovación. Pero la realidad es otra. Tanto si hay muchas como pocas que estudian determinada disciplina, el resultado es el mismo: pocas tenemos, y menos vemos. 

Por ejemplo, desde hace décadas en las Facultades de Derecho de todo el país las mujeres vienen superado en un porcentaje altísimo al número de hombres, y el resultado es que tanto la composición del Tribunal Supremo como la del Tribunal Constitucional es ampliamente masculina, siempre lo ha sido. Al contrario, y del otro lado, las carreras STEM tienen un número de estudiantes masculinos que supera enormemente el número de mujeres, y el resultado es exactamente el mismo: hombres dirigen las grandes tecnológicas y laboratorios científicos. Ese manido mantra de que si no hay más mujeres visibles en cargos de responsabilidad de determinadas disciplinas científicas es porque hay pocas que hayan optado por formarse en esas carreras, queda así ridiculizado. El número de mujeres u hombres que se especialicen en una materia no tiene por qué ser determinante del género de expertos resultante, no debe serlo, y podríamos también llevarlo al número de personas trans o no binarias, que ni computan. 

¿Cuál es entonces la razón que hace que no haya un reflejo razonable en el género de personas que se dedican a un ámbito concreto de investigación, como parte esencial de su implementación y desarrollo? Pues ni privilegios ni debilidades, a las personas nos caracteriza nuestra capacidad y nos impulsa la visibilidad. Ojalá llegue un día en que a nadie llame la atención ver una Junta Directiva de alto nivel, ya sea de ciencias o letras, liderada solo por personas de un género u otro. Paso a paso, cada día más cerca.  

 

Ofelia Tejerina