El valor de la renuncia

Me casé a inicio de los años sesenta y con mi esposo nos fuimos a vivir a Tumbes, una ciudad en aquel entonces pequeña y que es fronteriza con el Ecuador. Al inicio me costó mucho dejar las costumbres limeñas, y de alguna manera lo compensé cuando empecé a enseñar literatura y lenguaje en un discreto colegio de educación secundaria una etapa de lindos recuerdos, de poesía y de pasillos que es una música típica y tradicional ecuatoriana llena de nostalgia, para mi una poesía musicalizada.

En uno de esos veranos eternos me avisaron que el puesto de un “registrador” estaba vacante y comenté con varios amigos que tenía intenciones de presentar mis papeles porque tenía que trabajar, algunos me decían: ¡Nelly, no te presentes aquí la preferencia será para un hombre!, y me di cuenta que en realidad era la única mujer abogada por esos días, además de limeña y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1963, fui nombrada Registradora del Registro de Propiedad de Tumbes.

En 1968 se dio un Golpe de Estado en el Perú, mi esposo vino a Lima y lo tuve que seguir, ya en los años setenta salió mi traslado y llegué al Registro de la Propiedad que funcionaba en el sótano de la sede del Palacio de Justicia. Al poco tiempo me comentaron algunos amigos del Congreso Internacional de Derecho Registral (CINDER) que se desarrollaría en Buenos Aires en 1972, el Perú con sus pocos registradores presentes fue fundador de la reunión más importante de registradores públicos en todo el mundo.

En 1993, postulé a un concurso público para Fiscal Supremo y obtuve la plaza, y entre 1996 y 1999 mientras participaba en los Congresos del CINDER en Marruecos y Portugal pensaba en renunciar por la difícil situación que se vivía, y así llegó el año 2000, la caída de la dictadura y mi elección unánime como Fiscal de la Nación

Desde ese año intenté participar en todos los congresos internacionales y disfrutar con amigos como José María Chico y Ortiz y su esposa Charo que luego visitaron Lima, Franco Cattaneo de Suiza gran amigo, o Edgardo Scotti de Argentina a quien siempre le hice llegar mis saludos de aprecio y amistad.

El sueño terminó cuando el Coronel del Ejercito, quien era el Jefe máximo del Registro de la Propiedad, empezó a hacerme la vida difícil porque no quería entender el principio de legalidad y su aplicación para todos; por esa razón tuve que renunciar, dejé mi segunda casa con una tristeza inmensa.

En 1981, el Fiscal General, Don Gonzalo Ortiz de Zevallos me convocó para dirigir la Oficina de Quejas y Denuncias que años después se convertiría en la Defensoría del Pueblo, luego en 1984 gané el concurso de Fiscal Superior de Lima, hasta que llegó el Golpe de Estado de 1992 que echó a muchos fiscales literalmente a la calle. A los que sobrevivimos nos querían someter a normas inaceptables, y otra vez tuve que renunciar.

Conocida mi renuncia, el Ministro de Justicia me convocó para proponerme ser la Jefa de los Registros Públicos, propuesta que acepté sin ninguna duda pensando en todo aquello que podría aportar. No terminaba de organizar mi equipo de trabajo cuando salió publicada una lista de empleados y trabajadores que eran cesados en su labores; lo hicieron sin consultarme y en ella habían personas que destacaban por su trabajo y entrega; no tuve otra opción que renunciar.

En 1993, postulé a un concurso público para Fiscal Supremo y obtuve la plaza, y entre 1996 y 1999 mientras participaba en los Congresos del CINDER en Marruecos y Portugal pensaba en renunciar por la difícil situación que se vivía, y así llegó el año 2000, la caída de la dictadura y mi elección unánime como Fiscal de la Nación, tiempo durante el cual no dejé de asistir a los congresos del CINDER, como aquel que tuvo lugar en Punta del Este. Finalmente, logramos que el Perú de la mano de la SUNARP y el Instituto Peruano de Derecho Registral organizara el XVII Congreso Internacional en el año 2010.

 

Nelly Calderón Navarro