El feminismo, los derechos de las mujeres, la búsqueda incansable, por imprescindible, de la igualdad de hombres y mujeres en la sociedad, ha llegado a este 8 de Marzo de 2023 con enfrentamientos entre distintos colectivos y, sobre todo, en el seno del gobierno de coalición. No fue pacífica la celebración el pasado año y mucho menos lo ha sido en este. Las hondas discrepancias por la ley de garantía de la libertad y protección sexual, que entró en vigor el pasado 7 de octubre de 2022, conocida como la ley del “sí es sí”, ha envuelto en un espeso velo tanto los avances como los asuntos pendientes. El comienzo de la tramitación de la proposición de ley del grupo socialista, con el voto en contra de Unidas Podemos, tratará de corregir la rebaja de penas a los agresores sexuales que ha propiciado la ley en vigor.

Al tiempo de la andadura de la reforma del solo sí es sí, es decir, las relaciones sexuales tienen que ser de pleno acuerdo, sin preeminencia, sin imposiciones, sin sobreentendidos, ha salido del Consejo de Ministros del 7 de marzo la ley de paridad entre hombres y mujeres en los centros de decisión y de poder: Listas electorales, con candidaturas cremallera desde el número uno; componentes del Consejo de Ministros, gobiernos autonómicos, consejos de administración de grandes empresas, con más de 250 empleados; colegios profesionales y en los jurados cuyos premios impliquen a las administraciones públicas. No menos del 40% de representación de hombres o mujeres. Se pasa de la recomendación a la obligación legal de que las mujeres estén en los órganos de poder.

Lo relevante para la sociedad, entre tanto, es que el avance en la igualdad no se detenga. En este 8 de marzo colectivos de mujeres con escasas posibilidades de ser vistas y escuchadas, confían en que las que sí tienen voz trabajen por todas

El cambio es extraordinariamente profundo y aunque los plazos que plantea el gobierno abren un margen para la adaptación, no menos de dos años, algunas estructuras han dejado sentir el impacto de la futura norma. Los silencios también han sido elocuentes. Las y los estudiosos de las políticas de igualdad constatan que la paridad aún dista de resolverse con leyes; pero no dudan en que las normas consiguen cambiar las actitudes y, sobre todo, las mentalidades.

Mucho se ha avanzado, en efecto; solo basta echar la vista atrás de lo que han sido las últimas cuatro décadas en España. La elección de mujeres en los Consejos de Ministros se ha multiplicado por 14, y en el actual hay más mujeres que hombres. En los colegios profesionales, el de Registradores es un ejemplo palmario, con una decana al frente, la representación de mujeres ha crecido aunque aún queda camino, tanto como en el de las empresas. Las mujeres que sí están en primera fila, incluso en la cúspide, son un ejemplo a seguir pero no la plasmación de que la igualdad se ha logrado. Ni aquí, ni en Europa ni en ninguna parte del mundo, incluidas las sociedades más avanzadas. El último estudio interno de la organización de Naciones Unidas ha informado al mundo de que en sus numerosas agencias, la igualdad en los puestos de responsabilidad está en precario.

Los resquemores por la aprobación en Consejo de Ministros de esta nueva ley de representación paritaria se han producido en el propio gobierno. En medio del enfrentamiento por la ley del sí es si, y aún con la discusión de los nuevos derechos de las personas trans, la parte socialista del ejecutivo ha sorprendido con el impulso de una ley que impulsa la paridad en los órganos de poder. No hay duda de que la parte mayoritaria del gobierno no está dispuesta a asumir, como expande la otra parte del Consejo de Ministros, que el feminismo y el avance en la igualdad no está en la esencia de su acción. Ambos están en lucha por esa bandera.

Lo relevante para la sociedad, entre tanto, es que el avance en la igualdad no se detenga. En este 8 de marzo colectivos de mujeres con escasas posibilidades de ser vistas y escuchadas, confían en que las que sí tienen voz trabajen por todas. Último ejemplo: El fin de semana anterior al 8 de marzo mujeres católicas organizadas,se concentraron en iglesias y catedrales de España para exigir una función distinta a la que ejercen. Acceso al diaconado y al prebisterado, voluntariado en tareas a las que no acuden hombres, desproporción de contratación entre teólogos hombres y mujeres en las Universidades, son algunas de las demandas de las mujeres en el seno de la iglesia. Un ámbito más en el que la mitad de la humanidad pide igualdad.

Anabel Díez