“El teatro te da una sensación de plenitud que no te da ningún otro medio artístico”


Carlos Sobera es uno de los personajes más populares de nuestro país. Aglutina multitud de facetas en su labor profesional: presentador de televisión, actor, escritor, empresario teatral… De toda su trayectoria profesional hemos hablado en esta entrevista con la revista Registradores de España. Y también de otras facetas más desconocidas de su biografía: la de opositor a notarias o la de profesor universitario.


Apesar de su amplia faceta de presentador, actor y empresario teatral, muchos desconocen que también fue profesor de universidad y opositor a notarías. ¿Por qué se decantó por las oposiciones? 

Cuando acabé la carrera quería ser actor y de las salidas que me ofrecía el mundo del Derecho, no me gustaba ninguna. Entonces mi profesor de Derecho Mercantil me dijo que con mi expediente debía opositar a notario o a registrador, pero la verdad es que no me gustaba ninguna de las dos cosas. Entonces pedí una beca al Gobierno vasco para opositar a juez. Y me la dieron. Pero ser juez tampoco tenía mucho que ver conmigo. Al final me puse a estudiar notarías, pero nunca estuve suficientemente concentrado, porque al mismo tiempo escribía y hacía teatro. Al final mi vocación de actor se impuso y abandoné las oposiciones a notarías.

Y entonces se hizo profesor de Universidad.

Ernesto Sábato dice que la Universidad es un refugio en la tormenta, y eso fue para mí. No sabía qué hacer ni cómo moverme, sólo tenía claro que necesitaba ganar dinero para ser un hombre independiente.

En 1987 empiezo a dar clases en la universidad y dedico toda mi energía a la docencia pero también a crear el aula de teatro donde realizábamos cursos, producciones e incluso llegamos a un acuerdo con el teatro Baracaldo para representar obras. Entonces Koldo Anasagasti me propone ser guionista para ETB.

Llega a la televisión y conoce el fracaso por primera vez. ¿Háblenos de esa etapa?

Hice un primer programa en el año 95 como presentador en ETB. Se llamaba Ciudadanos y lo veía muy poca gente. Después me propusieron hacer un programa que se llamaba Arde la tarde. En principio iba ser un programa de noche y lo pusieron a las cuatro de la tarde. El programa duró un mes y medio. El titular de los periódicos fue: “Reducido a cenizas”. A mí esto me vino muy bien porque me enseñó que el éxito y el fracaso se suceden de forma incompresible. Eso fue una gran enseñanza para mí. Aquello pasó en octubre del 96 y ETB no volvió a darme otra oportunidad de presentador. Es como si el trabajo aquel me hubiera estigmatizado. Por eso digo que aprendí mucho.

¿Cómo superó aquel fracaso como presentador?

El fracaso se supera trabajando y en mi caso presentándome a casting para volver a trabajar en la televisión.

Me presenté a un casting para TVE y allí había al menos 5.000 personas. Y cuando la gente me miraba veía a un profesional que les iba a quitar el trabajo. Pero había que ponerse en mi perspectiva porque yo era un tipo que iba a hacer un casting con gente desconocida cuando ya había disfrutado el éxito. Fui súper humilde porque me puse en la situación de volver a empezar. Y volví de nuevo a presentar un programa, en este caso en La2 de TVE.

¿Cómo afronta las malas temporadas?

Lo bueno que tienen las carreras artísticas es que están jalonadas de éxitos y de fracasos y que estos se van sucediendo. Esto, como lo había visto en mis inicios, lo tenía más que asumido, con lo cual no me creía nunca el éxito cuando llegaba ni tampoco me traumatizaba el fracaso. Mi única preocupación es que pudiera quedarme sin trabajo durante muchísimo tiempo. Pero tuve una fortuna tremenda porque hice la serie Al salir de clase y luego, a renglón seguido, Quién quiere ser millonario. Desde entonces el trabajo ha sido continuado.

“Lo bueno que tienen las carreras artísticas es que están jalonadas de éxitos y de fracasos y que estos se van sucediendo. Esto, como lo había visto en mis inicios, lo tenía más que asumido, con lo cual no me creía nunca el éxito cuando llegaba ni tampoco me traumatizaba el fracasoa”

¿Cómo se enfrenta a la popularidad que deriva de su trabajo?

Hay un recuerdo que guardo como un gran impacto. Cuando estaba haciendo el concurso Quién quiere ser millonario, un día, atravesando en un taxi el Paseo de la Castellana en Madrid, vi una gran foto de 15 por 35 metros con mi cara en la fachada de unos grandes almacenes anunciando las rebajas, es la única vez que me he quedado verdaderamente sorprendido.

Yo recuerdo haber tenido muchas conversaciones con los chavales de la serie de Al salir de clase. Eran chicos de 20 años y siempre les decía: “Tranquilos, porque la fama según llega se va, por lo cual no os volváis locos”. Esta profesión es agradecida pero cuando no lo es, directamente desapareces. En el día a día yo me comporto con mucha normalidad cuando entro a un sitio y me reconocen. Bueno, yo soy incapaz de poner una mala cara cuando me piden autógrafo o una foto.

Mi fama es amable, la gente se acerca, me da cariño y me trata bien. El mayor perjuicio es que tenga que levantarme tres o cuatro veces en la mesa en un restaurante cuando estás comiendo para firmar un autógrafo o hacer una foto con el móvil, y eso no me importa en absoluto.

TELEVISIÓN

Usted es uno de los rostros más conocidos de la televisión. ¿Qué le parece la televisión que se hace hoy?

En televisión hacemos una ficción extraordinaria. La prueba es que muchas de nuestras series triunfan en el extranjero. Y en entretenimiento hacemos cosas que no hacen ni los inventores del formato. Por ejemplo, First Date ha fracasado en Estados Unidos, y en Inglaterra solo hacen una entrega semanal. Aquí hacemos un programa diario y vienen de países de todo el mundo para ver cómo se produce el programa en España. Hacemos buenos programas de entretenimiento. Es verdad que exportamos muchos formatos extranjeros, pero también hacemos buen entretenimiento. Y además tenemos buen nivel de informativos.

La televisión en abierto en el futuro será el entretenimiento, el informativo y grandes directos con acontecimientos deportivos.

Usted triunfa en estos momentos cada día en Cuatro con el programa de gran audiencia First Date. ¿A qué debe su éxito?

Es un programa que tiene mucha naturalidad. Lo hace gente de la calle aunque me preguntan muchas veces si son actores. Hay gente de todo tipo. Algunos concursantes buscan cariño, otros amor, otros su momento televisivo, otros buscan saltar a Gran Hermano Vip. En fin, hay de todo. Es un programa muy normalizador para que la gente aprenda a que lo diferente también hay que aceptarlo, a que no todos somos iguales, hay que respetar, ir contra la homofobia.

El programa les trata con mucha naturalidad, les da la oportunidad de expresar lo que son, a quién votan, su condición sexual, si son animalistas o no, y todo con una normalidad absoluta. Eso hace que se explayen y fluya todo con mucha naturalidad y eso es lo que la gente quiere ver desde casa. No hay parafernalia ni impostura.

“Más adelante tengo pensado crear una fundación de integración e inclusión a través del teatro en barrios o ciudades deprimidas y poder hacer una educación inclusiva para transmitir valores”

Usted compagina la televisión y el teatro. ¿Qué similitudes y diferencias encuentra en estas actuaciones?

En estos momentos en la tele estoy haciendo First Date, Volverte a ver y Supervivientes. El teatro es un medio que te permite interpretar, que no tiene nada que ver con ser presentador, cuya característica más importantes es la naturalidad y ser tú mismo, cuanto más genuino y auténtico eres la gente te acepta mejor. Incluso se acepta a los presentadores que son malos si son auténticos.

En teatro es otra cosa, porque te permite interpretar y te da la oportunidad del contacto directo con el público. Es maravilloso cuando sabes en qué momento el público se va a reír y en qué momento va a sufrir y además ocurre lo mismo en Soria que en Bilbao. Te sientes maravilloso encima de un escenario, es lo mejor que te puede pasar y es el único lugar en el que controlas tu trabajo porque en el cine o en la televisión estás mediatizado por mil historias y si eres presentador, tienes el pinganillo que es donde recibes las órdenes del director. El teatro te da una sensación de plenitud que no te da ningún otro medio artístico. 

¿Es fácil ser productor de teatro hoy? ¿Resulta rentable?

Sí. Tengo una productora de contenidos y el mayor problema que tenemos es que no hay suficientes teatros buenos en Madrid, y conseguir un buen teatro en buenas condiciones en la capital es muy difícil. Pero luego el teatro exige muchísimo. No es fácil porque es un espectáculo muy estacional. La gente acude desde octubre hasta abril y cuando llega el buen tiempo abandona el teatro. Y tienes que recaudar en 8 meses para repartirlo en 12. Entonces hay que hacer multiprogramación para conseguir que tus producciones atraigan mucho al espectador. El teatro es de ganar mucho a poquitos o perder todo de una sola vez. No te puedes equivocar.

El teatro ha renacido en los últimos años. ¿A qué se debe la fortaleza de este espectáculo? 

La gente ha vuelto al teatro fruto del gran trabajo de los productores de Madrid. Aquí en los últimos años se han incorporado grandes producciones de Londres, EEUU, que hace que la gente recupere la confianza en el tipo de teatro que se ha hecho. Se está instalando una inversión que no siempre produce beneficios pero sí hay una corriente de implantar una gran calidad. Si conseguimos ayuda de la Comunidad de Madrid, esta ciudad se puede convertir en un segundo Londres. Aunque todavía encontrar el equilibrio entre la taquilla y la inversión es muy complicado.

¿Qué demanda a la administración para que apoye el mundo del teatro?

Hay aspectos muy concretos. Por ejemplo, el IVA, que ha pasado del 21 al 18 por ciento. Debería pasar al 6 o al 5 como hacen en Europa. Desde el punto de vista comercial deberían permitirse más iniciativas. Deberían subvencionar inversiones en infraestructura y estructura para mantener un alto nivel en las representaciones de cualquier tipo, e incluso ser menos rigurosos en normativa de edificios históricos. Hay muchas formas de apoyar al teatro público y al teatro privado. Respecto al teatro público creo que está muy bien hacer grandes inversiones en producciones teatrales pero no con el desarrollo teatral que tiene. A veces se hacen en producciones extraordinarias que no se mantienen más de una semana en Madrid.

¿Por qué el cine tiene una única voz en sus reivindicaciones y el teatro no consigue una voz unitaria?

A diferencia de los empresarios del cine, que sí están unidos, los del teatro no lo estamos. Nosotros lo hacemos mucho peor. Probablemente porque en el teatro, primero está el teatro público y en el privado hay dos asociaciones diferenciadas. Además en este sector los únicos que levantan la voz son los empresarios. Los autores y los actores no se dejan oír y al final parece un problema de 20 o 30 empresarios de teatro. No tenemos la fuerza de la industria del cine ni somos capaces de mantenernos todos en una misma dirección para pedir cosas claras.

¿Cómo ve su futuro personal y profesional?

Seguiré en la tele unos años y también dedicado al teatro. Más adelante tengo pensado crear una fundación de integración e inclusión a través del teatro en barrios o ciudades deprimidas y poder hacer una educación inclusiva para transmitir valores. Creo en el teatro como instrumento de educación que eleva la autoestima y enseña solidaridad y empatía. Además, en un futuro espero poderme dedicar a mis dos grandes aficiones: jugar al futbol y al mus.