viernes, mayo 3, 2024
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    ESPECIAL NÚMERO 100

    Una comunidad

    Un periódico es una comunidad. Y también lo es una revista. Y también, claro está, esta revista. En lo que aquí nos ocupa, esa comunidad la forman, ante todo, quienes piensan, proyectan y producen, a lo largo del año y cada dos meses, Registradores de España. En otras palabras, la redacción. Es verdad que hay redacciones muy pobladas y otras tan reducidas que bastan los dedos de una mano para contar sus miembros. Da igual. En uno y otro caso lo importante es el todo, no las partes. O sea, el colectivo, la comunidad. Nada hay tan solidario como un medio de comunicación. Allí donde un periodista no llega, llega otro. Allí donde uno fracasa, otro acierta. De ahí que el anonimato, en la prensa, lejos de constituir un demérito, sea una bendición y, según cómo, un verdadero honor. La ausencia de firma significa, en el fondo, la firma de todos. La firma mayor, la del colectivo.

    Pero un periódico, una revista, esta revista, es también otra clase de comunidad. Una comunidad de lectores. O, mejor dicho, la comunidad que forman los lectores en torno a la revista. Sin lectores no hay revista —hay, como mucho, propaganda—. Sin lectores no hay nadie que se tome la molestia de comentarle a un amigo, a un colega, a un compañero de trabajo, lo que acaba de descubrir: esa noticia, esa entrevista, ese artículo, esa foto. El comentario lo es todo. Es la señal certera de que algo se mueve, aparte de la hoja de papel. La señal de que allí detrás hay vida. Porque el comentario puede ser de satisfacción, de alegría, de orgullo, de admiración; pero también de incredulidad, de sorpresa, de indignación —dependerá de lo que uno lea o vea y del ánimo con que lo lea o lo vea—. Lo importante es que el comentario se produzca. Porque cada comentario genera uno nuevo, y así va urdiéndose, poco a poco y sin apenas solución de continuidad, esa trama maravillosa a la que llamamos conversación.

    Un Registro no es un coto cerrado; es un punto de encuentro entre la profesión y la sociedad misma. Y la revista, en este sentido, juega un papel importante, pues constituye a menudo —en la medida en que se halla en muchas salas de espera— el primer contacto entre ambas partes

    La revista Registradores de España llega con este número al medio centenar. 50 números son muchos números. Y mucho tiempo. A razón de un número cada dos meses, son algo más de ocho años. Más de ocho años, pues, publicando noticias, alimentando comentarios, consolidando una comunidad de lectores. Tratándose de una revista profesional, alguien puede creer que esos lectores se reducen por fuerza a quienes forman parte de la profesión. O a quienes, sin formar parte de ella, desempeñan tareas en el mismo campo. Nada más erróneo. Un Registro no es un coto cerrado; es un punto de encuentro entre la profesión y la sociedad misma. Y la revista, en este sentido, juega un papel importante, pues constituye a menudo —en la medida en que se halla en muchas salas de espera— el primer contacto entre ambas partes.

    De todo eso y de otras muchas cosas estuvimos hablando hace mes y medio con Silvia Núñez, decana de los Registradores de Baleares. Decir que Silvia Núñez es una entusiasta de la revista puede sonar a exageración. Pero si medimos el entusiasmo por el grado de aceptación que genera un determinado producto, la afirmación ya no tiene por qué parecer tan osada. Y es que la decana de Baleares está firmemente convencida de que Registradores de España cumple a las mil maravillas su cometido. O, lo que es lo mismo, informa de las actividades de los distintos decanatos autonómicos; trata de aquellos asuntos que interesan y preocupan a la profesión; recoge en sus páginas muchas de las noticias que afectan a los registradores de Baleares —una decana tiene que velar por los intereses de sus representados—; incluye artículos o reportajes de carácter histórico; ofrece entrevistas con personajes de particular relevancia y atiende muy especialmente a la tan necesaria trabazón entre la profesión y el conjunto de la sociedad. Eso sin olvidar, por supuesto, esa parte final, dedicada al ocio y la cultura, que siempre es bienvenida.

    ¿Algo que Silvia Núñez echa en falta? Pues sí, algo que estaba y por algún motivo dejó de estar. Aquella sección inicial con los recortes de prensa, que reflejaba puntualmente la presencia de la profesión en los distintos medios de comunicación. Y es que todo ayuda cuando el objetivo es fortalecer la comunidad.

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    Revista nº50

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