martes, abril 30, 2024
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    ESPECIAL NÚMERO 100

    Las lecturas de Aznar

    La lectura nos hace modernos, contemporáneos de todos los ciudadanos del mundo. Tanta importancia se le dio a las lecturas que los Papas inventaron el êndice y vigilaron los libros que leían los reyes. “Si un buen libro convirtió a San Agustín, Bardesano de Siria se pervirtió por otro de la herejía valentiniana”, solían explicar los confesores del nacional-catolicismo. Lo que leen los políticos es tan importante como lo que digan sus programas porque las lecturas afinan las creencias, las rectifican, enriquecen los discursos. 

    ÀQué lee, por ejemplo, el presidente del Gobierno? Aznar ha confesado que lee a Cela, a Mario Vargas Llosa, a Jorge Guillén y a Luis Cernuda. Le gustan los poetas contemporáneos y hasta organiza recitales en La Moncloa algunos viernes, con la presencia de jóvenes autores que recitan sus propios poemas. Tiene devoción por el 27. Se sabe de memoria los versos de Cernuda. 

    Pero sobre todos los escritores ha elegido uno como autor de culto y ese es Kipling. No sólo el poema “If” está en su mesilla de noche. Le interesan hasta los cuentos de Kipling que explican por qué tiene la ballena tan singular la garganta, cómo salió el camello de la joroba o cómo logró el leopardo las manchas de su piel. Ruyard Kipling odiaba a los Estado Unidos, a los irlandeses, a los boers y a los judíos. “Los imperialistas ingleses -escribe Borges- han voceado su nombre y las moralidades de If”. Resulta paradójico que Aznar comparta su admiración intelectual entre Kipling y Cernuda, entre el cronista del Imperio Británico y la Generación del 27. No sé si ambas devociones son contradictorias, porque los poetas del 27 eran de izquierdas y aquel caballero bibliófilo que sumergía su pluma en el tintero de barro era más bien conservador. 

    ¿Qué lee, por ejemplo, el presidente del Gobierno? Aznar ha confesado que lee a Cela, a Mario Vargas Llosa, a Jorge Guillén y a Luis Cernuda. Le gustan los poetas contemporáneos y hasta organiza recitales en La Moncloa algunos viernes, con la presencia de jóvenes autores que recitan sus propios poemas

    El presidente del Gobierno ha hablado del autor inglés en varios de sus discursos. “Algunos, porque me tienen afecto y cariño, hablan y proponen, pero lo digo con toda claridad: vamos a hacer lo que tenemos decidido hacer, lo importante es concentrarse en los objetivos de España, y eso es más importante que el barco y la tripulación”. En este caso quería repetir un poema de Ruyard Kipling que no citó por no recordad su literalidad. El poema dice así: “Vale más la partida/ que aquellos que la juegan/ El barco es más valioso/ que la tripulación”. En su viaje a Londres, Aznar había repasado algunos textos de Kipling, y le pareció idóneo repetir a sus partidarios ese que habla del barco y la partida, para indicar que lo trascendente no son los nombres sino las obras. 

    Cuando era adolescente, Aznar conoció a Mowgll, el niño lobo, a Toommai, el de los elefantes. Y él mismo confiesa que de “Capitanes Intrépidos” aprendió lo que es el valor, la lealtad, la disciplina, la constancia y el buen humor. De los personajes de la selva aprendió a afrontar las situaciones difíciles. Y ese no es mal aprendizaje en la jungla de la política. Tal vez sean los de Kipling los personajes favoritos de Aznar porque estimulan su principal virtud que es la dureza.

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