“El virus nos ha hecho ver cuáles son los verdaderos problemas”


Nacido en Madrid, de orígenes gallegos, es en la actualidad europarlamentario por Ciudadanos en el Grupo Renew Europe y presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos (JURI) del Parlamento Europeo. 


Siempre ha estado muy vinculado a organizaciones y movimientos internacionales, como la OSCE y la OTAN. ¿Cómo empezó su interés en los asuntos internacionales? 

Desde bien pequeño he tenido mucho interés y he leído mucha Historia no sólo de España, o de la Unión Europea, sino también de los Balcanes, Asia, EEUU, Sudamérica… Al final, si te gusta mucho la historia y te interesas por los eventos que, de alguna manera, han cincelado la sociedad y el mundo actual, yo creo que la vocación hacia las relaciones internacionales, y conocer de primera mano otras culturas y gentes, te viene dado.

Por ese interés es por lo que desde joven, siempre he buscado una salida para poder trabajar en foros internacionales y en ambientes multiculturales. Ello me llevó a estudiar en numerosos países y de allí, di un salto natural hacia las organizaciones internacionales. 

Una vez tuve una experiencia suficientemente amplia en las organizaciones internacionales y vi cómo funcionaban, me parecieron, aunque fundamentales, que no tenían el dinamismo que yo necesitaba. Fue entonces cuando decidí involucrarme en política y especialmente en política europea, que era una manera de influenciar lo que llevaba leyendo toda mi vida: la conformación de los sistemas sociales, políticos y culturales de hoy en día.

¿Cuál es, a su juicio, el papel estratégico que debe desempeñar la Unión Europea en el ámbito internacional? 

El papel estratégico que debería desempeñar la UE en el ámbito internacional es claro: tenemos que tener una mayor involucración. Sin embargo, no es tan fácil hablar con una sola voz y eso es lo que lastra el papel que debería tener la UE en la arena internacional. Cuando consigamos entender que tenemos que hablar con una sola voz en los distintos ámbitos internacionales y en los conflictos internacionales pertinentes, comprobaremos el peso real que tiene la Unión Europea. Pero si no trabajamos unidos, no vale para nada.

GLOBALIZACIÓN Y PANDEMIA

Hasta hace pocos meses, la libertad de movimientos era prácticamente absoluta y en la actualidad, han resurgido limitaciones a dicha libertad. ¿Cómo cree que nos está afectando socialmente el virus? ¿Ha cambiado nuestra forma de relacionarnos? ¿Supone un retroceso en la globalización?

El virus nos ha hecho ver cuáles son los verdaderos problemas. Cuando viene un verdadero problema, todo lo demás se convierte en accesorio. En segundo lugar, nos ha hecho ver cuán globalizado estaba ya el mundo en el que vivimos. Siempre pongo mi ejemplo, yo viajaba 2 o 3 veces por semana, y ver que en tres meses no he podido moverme ni he podido seguir trabajando ya sea en Bélgica, en Estrasburgo o en Suecia, yendo y viniendo de España, te hace ver lo importante y lo avanzada que es la sociedad globalizada. 

No creo que vaya a ser un paso atrás, ha habido más casos de virus y de pandemias en la historia, y al final siempre se vuelve a la normalidad. Y eso es también una de las partes más sorprendentes y llamativas sobre el ser humano y la sociedad: la capacidad de adaptación y resiliencia del ser humano, y la capacidad de olvidarnos y superar lo malo.

“Las nuevas tecnologías nos han permitido que durante la pandemia la economía no se haya parado completamente” 

Durante las primeras semanas de pandemia, muchos europeos hemos vuelto la mirada a Bruselas esperando apoyo de sus instituciones. Las diferentes visiones de los Estados miembros han generado desasosiego entre los ciudadanos de los Estados más golpeados. ¿Cree que esas disensiones iniciales afectarán a la perspectiva ciudadana del proyecto europeo?

Creo que estamos en un momento complejo en el que sí existe una deriva autoritaria en numerosos Estados miembros, en los cuales hay una utilización del estado de alarma para tomar decisiones sin el control parlamentario y democrático pertinente. Espero que esto, una vez se vuelva a la normalidad, se revierta. No obstante, tenemos que estar alerta de los gobiernos que están usando una situación excepcional para aunar poderes que no deberían tener. Esto lo hemos visto ya antes de la pandemia con países como Hungría y Polonia, y ahora lo estamos viendo con otros Estados. Sin ir más lejos, en España el Gobierno está dotándose de ciertas competencias que no debería tener y que en ningún caso tendría que haber usado. Este hecho se ha visto claramente en ciertas acciones y casos como el del ministro de Interior, el Sr. Marlaska. Los demócratas tenemos por tanto que estar pendientes de que esto no se vaya de las manos, y seguir peleando y dejar claro que esto no lo vamos a permitir. 

No creo que haya una distensión en este sentido del proyecto europeo. Existe esa pelea entre la gente moderada que aprecia y entiende todo lo que la Unión Europea ha traído, que en mi opinión, es el mejor proyecto político en la historia, y por otro lado, el populismo y nacionalismo que está creciendo. No podemos permitir más gobiernos liderados por populistas como tenemos ahora en parte del gobierno de España, en Hungría, o en Polonia, porque ello lo único que nos traerá es la erosión de los cimientos de la construcción de la UE.

“Durante esta primera parte de la legislatura nos centraremos en la regulación de las nuevas tecnologías, con especial atención a la inteligencia artificial, que es el elemento central del gran debate que se avecina”

En su condición de presidente de la Comisión JURI del Parlamento Europeo, nos gustaría preguntarle sobre el papel que desempeña esta comisión. ¿Cuáles son sus principales funciones y, durante su presidencia, cuáles serán las principales líneas de trabajo?

Las atribuciones y competencias de la presidencia son muy amplias. Desde la fijación de la agenda de trabajo de la Comisión hasta su representación oficial ante otras instituciones comunitarias y gobiernos nacionales, pasando por dirigir y ordenar los debates, defender sus intereses en los eventuales conflictos de competencia con otras comisiones parlamentarias y arbitrar las posibles disputas entre los distintos grupos parlamentarios con representación en la comisión.

Durante esta primera parte de la legislatura nos centraremos en la regulación de las nuevas tecnologías, con especial atención a la inteligencia artificial, que es el elemento central del gran debate que se avecina. JURI tiene una competencia muy clara para abordar los aspectos éticos en la aplicación y uso de estas tecnologías.

Otro aspecto relevante al que dedicaremos un importante esfuerzo es la introducción definitiva de un sistema de Patente Unitaria Europea. Tras muchos años de dudas y retrasos para su entrada en vigor, la incertidumbre añadida por el Brexit, por el recurso de inconstitucionalidad planteado en Alemania y por la negativa de países como España a adherirse al sistema, es el momento de abrir un debate serio para encontrar soluciones. En un mundo cambiante en el que las empresas europeas tendrán que competir con gigantes de la tecnología y la innovación, no podemos permitirnos no tener un sistema único de protección de patentes aplicable en toda la Unión Europea.

Finalmente, está sobre la mesa la revisión del Reglamento Bruselas II bis, que se ha demostrado una pieza clave para la cooperación judicial europea en el reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales relativas a separaciones matrimoniales o custodia de menores, entre otras. Tras más de quince años de vigencia, es pertinente escuchar a los operadores jurídicos y estudiar posibles reformas que adapten la norma a la realidad social actual y corrija los defectos que su puesta en práctica haya permitido identificar.

Una consecuencia visible del confinamiento ha sido el desarrollo exponencial del teletrabajo y el fomento de las nuevas tecnologías. En este contexto, una de las principales iniciativas del Parlamento se refiere a la inteligencia artificial y, a su vez, la Comisión defiende que el fortalecimiento del mercado único y el impulso del comercio digital son una de sus prioridades estratégicas. En este estado actual, ¿cómo cree que las nuevas tecnologías servirán para superar esta dura crisis?

Las nuevas tecnologías nos han permitido que durante la pandemia la economía no se haya parado completamente. Sólo hay que imaginarse cómo hubiéramos pasado estos tres meses de confinamiento si no hubiésemos tenido instrumentos a nuestro alcance como son las videollamadas, los correos electrónicos e Internet en general. Esto debe ser una llamada de atención para despertarnos y dejar de ocupar el tercer lugar en cuanto al desarrollo de las nuevas tecnologías, detrás de China y EEUU, que capitalizan y desarrollan esas nuevas tecnologías y las empresas dedicadas a estos ámbitos. La UE tiene que entender por tanto que debe invertir lo máximo posible en desarrollar campeones digitales que puedan competir ya sea en la gestión de datos e información, o en el desarrollo de venta y plataformas online para competir en un mundo globalizado. Si nos quedamos atrás en la revolución digital, la UE se puede ver abocada a ser un museo para el resto de ciudadanos de otros países. 

Por último, ¿cuál es su valoración acerca de la utilización de los teléfonos móviles como medio para el seguimiento de las personas? ¿Cómo se concilia la intimidad personal con la salubridad pública? 

Lo que ha propuesto la UE desde el principio es que toda la trazabilidad de los móviles no se realice mediante la geolocalización, que es un medio intrusivo, sino por medio de Bluetooth. Con esta tecnología recibes una alerta en tu móvil si te has cruzado con alguien con síntomas, pero dicha alerta es anónima y no ofrece información ni sobre dónde te has cruzado, ni con quién.

Todo este tipo de tecnologías hay que tener claro que deben tener los siguientes elementos fundamentales: absoluta privacidad, datos íntegramente móviles sin una central de datos que pueda manejarlos, y temporalidad de la información.

Con estos elementos, las aplicaciones de trazabilidad sí pueden ayudar en un futuro a combatir la pandemia pero como una herramienta más, no como una solución definitiva.

Sin embargo, lo que hemos detectado en la UE es el problema de la falta de coordinación, donde países como Francia, Italia o España han apostado por sistemas centralizados en la gestión de datos en las aplicaciones de trazabilidad, y otros países como Holanda, Finlandia o Alemania por un sistema descentralizado. Esto es uno de los grandes problemas de la UE: si no hay una coordinación y una intencionalidad clara de elegir un sólo sistema para todos los Estados miembros, dicho sistema falla. De nada sirve que mi móvil no se pueda cruzar con el de un alemán, y más aún en épocas turísticas o con el sector de los trabajadores transfronterizos.

Estamos trabajando por tanto en ello y desde la Comisión JURI hemos solicitado a la Comisión Europea que se avance en una regulación única para este tipo de aplicaciones y, sobre todo, que el sistema sea interoperable, es decir, que independientemente del sistema elegido, todas las aplicaciones de todos los Estados miembros sean interoperables.

Las aplicaciones son además un reflejo de la capacidad de las nuevas tecnologías de reducir el impacto de este tipo de pandemias.

 

Por Enrique Maside, director de Relaciones Internacionales del Colegio de Registradores y Alicia Giménez Richart, directora de la Oficina de Bruselas del Colegio de Registradores