jueves, noviembre 21, 2024
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    ESPECIAL NÚMERO 100

    No es profesión para viejos

    Me enseñaron que el oficio se aprendía con el tiempo y que, por lo tanto, cuanto mayor eras, mejor periodista podías llegar a ser, de esos que no escriben como periodistas lo que no pueden sostener como hombres, que decía el escritor mexicano Francisco Zarco, y que es algo que sólo llega a comprenderse con la edad. Sin embargo, este viejo oficio no es una profesión para viejos. La crisis lo ha demostrado, y los empresarios sin escrúpulos lo han hecho norma. El presidente de PRISA, Juan Luis Cebrián, lo ha verbalizado con su desafortunada frase de que en periodismo, la tercera edad empieza a los 50, para justificar que 150 profesionales se irán a la calle, pero muchos otros hicieron lo mismo sin decirlo.

    Seguramente no hay ningún medio de comunicación que no haya sufrido una reducción de plantilla desde que RTVE decidió prescindir, hace unos 10 años, de los periodistas que tenían más de 52 años. Después vinieron todos y en muchos casos los despidos no sirvieron para nada y cerraron, dejando huérfanos de información a muchos ciudadanos.

    Y la sangría todavía no ha acabado. EFE trabaja desde hace unos días con casi 400 periodistas menos, y se han anunciado ya los ERES en Telemadrid, Canal 9 y El País, además del que se avecina en RTVE, otra vez, que amenaza con afectar a 2.000 personas. 

    Estos, y son muchos, se sumarán a la lista de los 7.901 periodistas que a falta de los despidos en curso perdieron su trabajo desde noviembre de 2008 hasta septiembre de 2012, de los cuales más de 3.000 se fueron a la calle este mismo año. De todos ellos, la mitad de los puestos de trabajo se perdieron en Madrid.

    Pero mi lamento no es por nosotros, los viejos; es por lo que aportamos y todavía podemos aportar en las redacciones de los periódicos, de las radios o de las televisiones

    Los jóvenes sufren esta crisis, pero tienen por delante el futuro. Los que ya hemos cumplido los 50 tenemos escasísimas posibilidades de volver a ejercer esta profesión si del saco del ERE nos toca la bola negra. Pero mi lamento no es por nosotros, los viejos; es por lo que aportamos y todavía podemos aportar en las redacciones de los periódicos, de las radios o de las televisiones. Posiblemente haya una edad para correr por los pasillos del Congreso o estar horas a las puertas de la Audiencia Nacional para obtener una declaración de cualquier protagonista de la jornada, pero el background, la reflexión, el análisis, el matiz, sí podemos aportarlos. La edad, y lo vivido, es lo que nos permite dar a las informaciones ese valor añadido que no se obtiene a golpe de declaraciones más o menos ingeniosas.

    Y servimos para otra cosa, la más importante de todas. Para estar en las redacciones, para que los jóvenes que llegan con tanto ímpetu como el que todos hemos gastado en el inicio de nuestras carreras, tengan de quien aprender, observen en ellos cómo se discute con un jefe para defender tus posturas, sepan cómo se es crítico, o cómo no se fía uno de lo primero que le dice el primero con el que habla. Son lecciones de la vida que sólo la vida te enseña si tienes a alguien que te las explique sobre el terreno.

    Lo que está pasando en los medios de comunicación no es “cosa de periodistas”. Todo eso empobrece la información que reciben los ciudadanos, por eso lo que sucede en los medios de comunicación es problema de todos. El derecho a la información es de los ciudadanos, de ustedes, y por eso deberían acompañarnos en esta lucha.

    Revista nº63

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