sábado, septiembre 21, 2024
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    ESPECIAL NÚMERO 100

    De cómo TVE culturizó y aculturó España

    Recuerdo la tarde en que entró en casa el televisor. Era un cajón metálico, de aires dorados y unas aristas tan afiladas que podían abrirte las carnes con una herida sangrante si te rozabas con el trasto. Qué alegórico… 

    La tele atravesó el salón sobre una mesita con ruedas y se instaló junto a una pared. Por dentro, un laberinto de lamparillas. Afuera lucía la palabra Zenith, con la zeta como un rayo. Arriba, a la izquierda, un pulsador que estirabas para prenderla y presionabas para apagarla. A la derecha, una ruedecilla metálica que, al girarla, te llevaba al UHF a veces, porque ya sabías que casi siempre saldría “nieve” y oirías “ffffffff”…

    No estoy seguro de cuál fue la primera imagen televisiva que vi, pero recuerdo unas manos blancas moviéndose sobre un fondo negro y a una señora que hablaba raro (Herta Frankel) y a su perrita Marilyn. Hoy sé que eso sucedía hacia 1963-64, lo que prueba que las imágenes televisivas quedan impresas para siempre en un cerebro con tres años de vida extrauterina. A partir de ahí, la vida ha sido un no parar de imágenes televisivas.

    En el patio del colegio alguien decía “¿Has visto en la tele (esto o lo otro)?”, y ya tenías formado el corrillo incluyente/excluyente: lo pasé mal la temporada en que todos los chavales comentaban Mannix, serie que mis padres me prohibían ver porque “es muy tarde” (¿las nueve y media?). Me sentía un paria de la tierra, claro… Porque desde principios de los años 60 del siglo XX, la televisión ha ejercido en España como el instrumento socializador más poderoso imaginable. Un instrumento dominado por el Estado: ¡Qué apetitoso altavoz para un dictador! Y por eso fue por lo que Franco parió a Televisión Española (TVE), y no sólo para que su nieta Carmencita bailase en sus platós medio siglo después.

    Las imágenes televisivas quedan impresas para siempre en un cerebro con tres años de vida extrauterina. A partir de ahí, la vida ha sido un no parar de imágenes televisivas

    El parto fue el 28 de octubre de 1956. Se inauguraba TVE, cuyo radio de emisiones fue al principio de pocos kilómetros en torno a Madrid, y cuyos contenidos se querían sujetos a “dos principios fundamentales”, según proclamó entonces el ministro Arias Salgado (padre): “La ortodoxia y rigor desde el punto de vista religioso y moral, con obediencia a las normas que, en tal materia, dicte la Iglesia Católica, y la intención de servicio y el servicio mismo a los principios fundamentales y a los grandes ideales del Movimiento Nacional”. Más claro, calvo.

    Para optimizar la eficacia de esta misión, TVE debía llegar a todos los hogares españoles. Poco antes, a la tierna modelo Laurita Valenzuela le habían propuesto trabajar en televisión, y ella había contestado: “¿Y eso qué es?”. Se trataba, pues, de animar a los españoles a comprarse un televisor a plazos, y para eso TVE programó partidos de fútbol del Real Madrid y del Barça (TVE llega a Barcelona en 1959 con un Barça-Madrid), transmitió bodas regias, ¡y hasta compró series extranjeras! (Perry Mason, Bonanza, Te quiero, Lucy, El fugitivo).

    Y algo más: para que las emisiones de TVE se viesen en los pueblecitos más pequeños, el Estado promovió los llamados Teleclubs, locales públicos con un televisor. Y así, sin pretenderlo, TVE colaboró a alterar la urdimbre tradicional de la sociedad española: los paisanos de los pueblos, súbitamente, podían ver en TVE a familias en 600, paisajes urbanos, chicas con minifalda, modos de vida lejanos y atractivos… Y así, aquella parpadeante luz de TVE iluminó horizontes de ensueño para millones de personas, y resultó lo inesperado: un acicate más para emigrar a las ciudades… Cuando TVE quería adoctrinar, lo que hacía era culturizar y modernizar las mentes de la gente, a través de los Teleclub y, luego, de los primeros televisores en casa. Y al hacerlo, les conducía a dejar de mirar hacia el pasado, a sus tradiciones y hábitos milenarios -lo que los antropólogos denominan “aculturación”- para mirar hacia el futuro, hacia el horizonte del televisor. TVE culturizaba y aculturaba a la vez, rápida e inevitablemente, a la sociedad española. 

    Revista nº72

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