La iglesia de San Plácido se presenta al visitante como se configuró hace más de cuatro siglos, permaneciendo intacta hasta nuestros días, lo que la convierte en uno de los mejores ejemplos del Barroco madrileño.
En pleno barrio de Malasaña, en la capital de España, se encuentra la iglesia del Monasterio de Benedictinas de San Plácido, un lugar desconocido del que solo habían podido disfrutar las monjas de clausura. Cerrada al público durante años, ahora es posible visitarla para descubrir su historia y las numerosas joyas que aloja en su interior. Todo ello gracias a la Real Hermandad del Refugio, una institución con más de 400 años que tiene como principal objetivo el de ofrecer asistencia a los necesitados, labor que comenzó desde su fundación en 1615, además de promover diversas acciones benéficas y gestionar los servicios de un colegio y de la iglesia de San Antonio de los Alemanes.
Construida en 1641 por Fray Lorenzo de San Nicolás, un destacado arquitecto y tratadista del Barroco español, la iglesia de San Plácido destaca por su uso de materiales sencillos como ladrillo, madera y yeso, que contrasta con la extraordinaria riqueza de su interior. En 1943 fue catalogada como Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.
Entre los elementos más atractivos que la adornan podemos destacar el retablo mayor, obra de los hermanos Pedro y José de la Torre, reconocidos como unos de los mejores especialistas de la segunda mitad del siglo XVII. La estructura está realizada en madera sobredorada y policromada, y se compone de cuatro columnas y cuatro pilastras, que soportan un entablamento y un gran banco que da la altura. La parte superior del retablo se adapta a la forma de arco de triunfo, decorado con angelotes y elementos ornamentales barrocos con la leyenda “María”. Igualmente cabe subrayar las tallas de san Plácido y san Benito de los intercolumnios, obras de Manuel Pereira.

Esta iglesia es el lugar donde más obras de Claudio Coello se exhiben en el mundo, y de sus muros pendió hasta el siglo XIX una de las obras más emblemáticas de Velázquez, El Cristo crucificado, que actualmente puede contemplarse en el Museo del Prado
Un lienzo de grandes dimensiones se sitúa en la parte central, realizado por Claudio Coello, que destaca por la representación de una manera única hasta el momento de la iconografía de la Encarnación. La composición está dividida en tres registros, con marcada escenografía arquitectónica.
Resaltan también los retablos laterales de los hermanos de la Torre, que presentan soberbias pinturas de Claudio Coello. Cabe destacar que esta iglesia es el lugar donde más obras de Coello se exhiben en el mundo. También conviene recordar que de sus muros pendió hasta el siglo XIX una de las obras más emblemáticas de Velázquez, El Cristo crucificado, que actualmente puede contemplarse en el Museo del Prado.
Otro de los máximos exponentes de la pintura decorativa de la corte, Francisco Rizi, fue el encargado de llevar a cabo la decoración pictórica de la cúpula que, fragmentada en ocho sectores, tiene como motivo central las cruces de las órdenes militares de Alcántara, San Juan, Calatrava, San Mauricio, Avis, San Esteban y Montesa. Ya en la capilla de la Inmaculada podremos contemplar otra obra excepcional, un Cristo yacente en el sepulcro, conocido con el sobrenombre de la Fe, obra de Gregorio Fernández, uno de los padres de la escultura de la escuela castellana.