Comparado con estos duros meses parece hasta suave la recesión del 3,8% que registró la economía española en 2009. La entonces nueva vicepresidenta económica, Elena Salgado, hablaba de potenciar el sector turístico para que tomara el relevo al de la construcción en la creación de empleo, aunque matizó que eso “no se consigue de la noche a la mañana”. El turismo tardó, en efecto, casi una década en superar los 2,5 millones de empleos creados por el ‘ladrillo’ antes de aquella crisis, pero ahora, tanta bolsa de trabajo acumulada en tantos años de éxito turístico se ha convertido en la principal bomba de relojería de la llamada “nueva normalidad”. Si entonces se decía que España no debía depender tanto de la construcción, ahora es el turno desgraciadamente del turismo, el sector más castigado por la pandemia y sin perspectivas de recuperación en un tiempo previsible. Los citados más de 2 millones de trabajadores son los empleos considerados directamente vinculados, pero en el Gobierno saben que los dependientes en mayor o menor medida del turismo son hasta ¡cinco millones! de ocho sectores, desde el pequeño comercio y los bares al transporte y los empleados de museos.
El problema es que, lamentablemente, se trata en muchos casos de trabajadores con escasa cualificación procedentes del drama del ladrillo de la crisis anterior y que habían encontrado en el turismo la tabla de salvación. “En comparación con la situación al final del anterior ciclo expansivo que precedió al inicio de la crisis destaca la ganancia de peso de la rama de hostelería y restauración, a expensas de la construcción, lo cual reflejaría el hecho de que, al tratarse de actividades donde el nivel de cualificación de la mano de obra es, en general, relativamente reducido, el trasvase de trabajadores entre ellas se ve facilitado”, señalaba el Banco de España en un informe de 2017. Su Servicio de Estudios ya alertaba entonces de que “ante la posibilidad de que las ramas de hostelería y construcción se aproximen a sus límites de creación de puestos de trabajo en el futuro próximo, parece necesario buscar fórmulas para expandir las oportunidades laborales de los desempleados con menor formación”. Según sostenía el Banco de España, “a futuro, ha de ser precisamente un mayor nivel de formación de las nuevas generaciones el factor que permita el trasvase de empleo hacia actividades con mayor nivel de productividad. Por ello, es crucial la mejora de la calidad del sistema educativo”.
Los sucesivos gobiernos han sido incapaces de alcanzar el fundamental pacto de Estado por la educación que haga que no sea tan necesario que los sectores que requieren baja cualificación profesional lleven el peso de la economía y el empleo. En la primera década del siglo XXI se elogiaba el éxito del ladrillo; y, en la segunda, el del turismo. “Hemos batido el récord de visitantes: 75,6 millones de turistas se decantaron por nuestro país, lo que supone un 10,3% más. Además, esos turistas han gastado 77.625 millones de euros”, dijo en marzo de 2017 el entonces ministro del PP, Álvaro Nadal. “Tenemos otro nuevo récord histórico: 83,7 millones de turistas internacionales que han gastado 92.337 millones de euros”, presumió la ministra del PSOE, Reyes Maroto, el pasado 20 de enero. «Tenemos un sector fuerte y consolidado, capaz de afrontar los desafíos que nos depare este año», añadió entonces Maroto, dos meses antes de la declaración del estado de alarma que hizo trizas su previsión.
Las directrices de la Comisión Europea es que, a cambio de los fondos, se genere un modelo económico más digital y ecológico, pero España no puede ni debe renunciar de la noche a la mañana a un gran peso del sector turístico como tampoco pudo hacerlo con la construcción
¿Y ahora qué? Las directrices de la Comisión Europea es que, a cambio de los fondos, se genere un modelo económico más digital y ecológico, pero España no puede ni debe renunciar de la noche a la mañana a un gran peso del sector turístico como tampoco pudo hacerlo con la construcción. La vacuna dará un horizonte, pero no la solución a corto y medio plazo a esta tragedia para el empleo de la segunda potencia turística mundial. Urge neutralizar esta bomba.
Carlos Segovia