Educación en igualdad

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La “cuestión de género” ocupa un lugar central en distintas esferas del ámbito personal, social, laboral y político. En este sentido, me alegra poder compartir mi visión sobre la mujer en mi entorno laboral, aproximándome con la responsabilidad y rigor que exige el tema.

Que sigamos debatiendo sobre el papel de la mujer en el entorno laboral nos indica que hay un camino por recorrer; todavía no hemos conseguido que se hable más de aptitudes y cualificación y no tanto de género.

Desde mi perspectiva, tenemos el reto de evitar que la igualdad de género sea un envoltorio vacío de contenido. Corremos el riesgo de que se utilice a la mujer como arma o herramienta para otros fines que no sean la garantía de la igualdad. Flaco favor nos hacen a las mujeres los planteamientos demagógicos que, en realidad, desvían la atención de lo que para mí es lo verdaderamente relevante: i) legislación laboral potente con garantías de una adecuada aplicación práctica y ii) medidas que trasciendan del ámbito laboral, alcanzando a los ámbitos personal y social, en los que la educación y la familia tienen un papel clave.

La garantía legal de igualdad laboral está clara y se ha avanzado enormemente. Pero, en la práctica, existen trabas en el acceso a un puesto de trabajo y en la promoción a cargos de responsabilidad.

Que sigamos debatiendo sobre el papel de la mujer en el entorno laboral nos indica que hay un camino por recorrer; todavía no hemos conseguido que se hable más de aptitudes y cualificación y no tanto de género

Desde mi experiencia, en el ámbito de la administración pública los procesos están reglados y se basan, al menos en teoría, en la competencia y el mérito profesional. Creo que los sistemas públicos ofrecen menos margen para la discrecionalidad y para la discriminación negativa por género u otra razón. Parece que los datos apuntan a que el sector público va por delante del sector privado en este ámbito, al menos en lo que se refiere a puestos de responsabilidad.

Según el INE, en 2020, el porcentaje de mujeres que ocupaban los órganos superiores y altos cargos de la Administración General del Estado era del 43,5%, frente al 28% de las mujeres que ocupaban puestos en los Consejos de Administración de las empresas que forman parte del IBEX-35. Sin embargo, si miro a mi entorno más cercano, el de las Instituciones Fiscales Independientes (IFIs), solo 5 instituciones de las cerca de 30 existentes están dirigidas actualmente por mujeres.

La equiparación de los permisos de paternidad y maternidad, la reserva de plaza, y otras medidas complementarias van en la buena dirección. Pero tiendo a pensar que la igualdad real de oportunidades y desempeño laboral transciende de este ámbito, siendo esencial la educación en la igualdad y no discriminación. Educación que yo entiendo en sentido amplio, desde el ámbito familiar, pasando por el formativo propiamente dicho y alcanzando incluso a los medios de comunicación y creadores de opinión.

Sigue habiendo estereotipos sobre el papel que jugamos en la sociedad por género. Sigue siendo una sorpresa cuando una mujer alcanza cotas nuevas y éxito. Sigue existiendo cierta tendencia a cuestionar al colectivo de mujeres ante el “fracaso” profesional de una de ellas.

En definitiva, la igualdad laboral y social lograda no se puede dar por sentada.

Cristina Herrero