“Mi única motivación al entrar en política, y siendo funcionario más aún, es la vocación de servicio público”
El consejero de Hacienda y Financiación Europea de la Junta de Andalucía, Juan Bravo Baena (Palma de Mallorca, 1974) y yo tuvimos oportunidad de conocernos en un momento especialmente complicado e intempestivo. El Partido Popular acababa de acceder al Gobierno de la Junta de Andalucía, y se proyectaron y acometieron reformas profundas en los organismos y servicios autonómicos, entre ellos la Agencia Tributaria de Andalucía y las Oficinas Liquidadoras de distrito hipotecario. Juan Bravo relevó en el cargo de consejero de Hacienda a su antecesor, y la reforma de la gestión de los tributos cedidos a través de las Oficinas Liquidadoras nos permitió contactar, dialogar durante largos meses, y conocernos bien.
Hábil, inteligente y trabajador, prudente a la par que contundente y directo como interlocutor, es un gran comunicador y tiene un carácter afable y una rapidez de reflejos probablemente heredada de su época como jugador del equipo de División de Honor de fútbol sala Jaén Paraíso Interior. Su vinculación con Jaén es una constante en su actividad y en sus numerosas apariciones públicas, a pesar de su origen mallorquín y valenciano. Su carisma y gestión económica en Andalucía le han permitido ganar prestigio y un reconocimiento en el Partido Popular que le ha convertido recientemente en vicesecretario de Economía del partido. Amablemente, con ocasión de este nombramiento, se ha prestado a participar contestando a algunas preguntas en nuestra revista, cosa que le agradezco, así como su cordialidad y buena disposición en todo momento. Aprovechando que hemos tenido a lo largo de estos años un buen número de conversaciones y un trato personal cercano, me permito preguntarle por algunos aspectos de su trayectoria vital que resultan especialmente significativos para conocerle.
Llega usted a Andalucía en 1997 después de haber vivido en Valencia hasta los 23 años, y comienza entonces una etapa importante en su vida como portero de fútbol sala en el equipo de Jaén Paraíso Interior. ¿Qué recuerdos guarda de esa etapa y qué importancia ha tenido el deporte en su vida?
Guardo unos recuerdos inmejorables. Tenga en cuenta que, aunque nacido en Palma de Mallorca, he vivido en numerosas ciudades: Valencia, Córdoba, Jaén, Madrid, Ceuta y ahora Sevilla. En Jaén fue donde finalicé mis estudios, conocí a la que es mi mujer, nos casamos allí, en la misma iglesia en la que se casaron mis padres, y nacieron nuestros hijos. Allí también disfruté de esa etapa deportiva en el Jaén Fútbol Sala Paraíso Interior y me saqué las oposiciones.
El deporte significa mucho. Te enseña unos valores que no aprendes de ninguna otra forma. El compañerismo, el sentido del equipo como colectivo, de apoyar al compañero que lo pasa mal, o también del esfuerzo diario. Te da una visión de las cosas muy distinta y sin duda mucho más positiva, tanto de los éxitos como de aquellas cosas que no salen como esperas.
El perfil de un portero es el de un líder carismático que dentro del equipo transmite seguridad a los demás. ¿Jugar como portero imprime carácter? ¿Qué valores aporta el deporte de equipo en su formación?
Siempre han dicho que para querer ser portero hay que estar un poco loco, pero yo creo que jugar ahí proporciona unos valores adicionales a todo lo que le decía antes que supone el trabajo en equipo. Cuando falla un portero, se nota mucho porque detrás tuya ya no hay nadie más… Te enseña a estar tú solo frente al adversario, a tener una visión global desde la retaguardia, a detectar debilidades y fortalezas, y a tener que asumir responsabilidades. Yo tengo que reconocer que no era un portero demasiado bueno, pero el deporte sí que me ha enseñado muchos valores que intento poner en práctica en mi día a día…
Es Licenciado en Derecho y aprobó las oposiciones del Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado. ¿Cree que debería ser una exigencia para el responsable político la especialización profesional en las materias de cuya gestión debe encargarse?
Es imposible saber de todo. Nunca debemos parar de estudiar. Hay que huir de quien se crea que es capaz de conocer y controlar todos los temas. Para mí la clave está en escuchar. Escuchar a los que saben, a los que tienen experiencia en el ámbito que se trate, escuchar a los que tienen una opinión contraria a la tuya… Escuchar, escuchar y escuchar. Después de escuchar a todos, podrás forjarte una idea de qué es lo que puede ser mejor, qué medidas más efectivas o cuáles son más necesarias y urgentes. Y, muy vinculado a lo anterior, está sin duda el éxito de cualquier organización: que el responsable de dirigirla se rodee siempre del mejor equipo posible, ya que sin ese respaldo los resultados serían diferentes, seguro.
“En estos casi cuatro años hemos conseguido ordenar las cuentas y financiarnos con éxito en los mercados internacionales”
Desde el año 2001 desarrolla usted su carrera profesional en distintos departamentos de la Agencia Tributaria como técnico en la Unidad de Inspección y Delitos contra la Hacienda Pública, adjunto a la dependencia de Recaudación de Córdoba y delegado de la Agencia Tributaria en Ceuta, ciudad en la que ocupó el cargo de delegado del Ministerio de Hacienda. Allí fue elegido diputado al Congreso en 2015. Recuerdo que usted me ha reconocido que esa etapa en Ceuta fue para usted una etapa feliz profesional y personalmente. ¿Qué le motivó para involucrarse en un proyecto político? ¿Se ha arrepentido alguna vez de esa decisión?
Arrepentirme no, pero debo admitir que conlleva un fuerte sacrificio, sin duda. Porque renuncias a muchísimo tiempo con la familia, con los amigos, a tu tiempo libre y de ocio. Es difícil desconectar del teléfono porque son muchos asuntos y tengo entre mis defectos el interesarme personalmente por cuestiones que, debo reconocer, no siempre son del todo de mi competencia. Pero si puedo echar una mano, ayudar a gestionar una reunión o un encuentro, hacer una llamada de teléfono por que se trate de un proyecto de interés para Andalucía, lo hago. Mi única motivación al entrar en política, y siendo funcionario más aún, es la vocación de servicio público, es el ser consciente de que desde la política se puede contribuir a cambiar las cosas y a mejorarlas para el ciudadano. Hay una frase de Alberto Núñez Feijóo que me encanta: “En política estamos para desgastarnos; no para que se desgasten los ciudadanos”. Yo también lo creo firmemente.
Y, por otro lado, ser inspector de Hacienda ayuda a esa vocación desde una doble perspectiva. Por un lado, soy muy consciente del esfuerzo que tienen que hacer los ciudadanos para cumplir con sus obligaciones tributarias, porque no olvidemos que los impuestos son los que sostienen los servicios públicos; y por otro, justamente por eso mismo tengo muy presente lo escrupulosos que debemos ser con el dinero público, que es sagrado.
En 2019 fue elegido consejero de Hacienda, Industria y Energía y posteriormente de Hacienda y Financiación Europea de la Junta de Andalucía, un nombramiento que va a suponer un importante hito en su carrera, y una fuerte exposición pública. Asumió usted las cuentas de la Junta tras 40 años de socialismo en Andalucía, y meses más tarde de su nombramiento vivió como consejero la gestión de la insólita pandemia de Covid, y le hemos visto efectuar reclamaciones a la Administración estatal de importantes sumas para Andalucía, así como una modificación de la financiación autonómica y los fondos europeos. ¿Qué balance hace usted de este período tan intenso en la Junta de Andalucía?
Lo ha resumido perfectamente. Cuando llegamos nos encontramos mucho descontrol de las cuentas públicas. Parecía que, al ser el dinero de todos, no había que cuidarlo, pero como le he comentado, es todo lo contrario, ese dinero es sagrado. Fue lo primero que dije públicamente cuando tomé posesión del cargo, porque soy un firme convencido. Al llegar, por ejemplo, nos encontramos un enorme descontrol por el pago de sentencias. Se podía haber negociado y rebajado esas cifras millonarias, haber intentado fraccionar los pagos, buscar ahorros… Hablamos de más de 700 M€.
Nuestro primer objetivo fue poner orden en las cuentas. Así, conseguimos en el primer año del nuevo Gobierno darle la vuelta a la situación. En 2019, en solo un año logramos cumplir las reglas fiscales de gasto, deuda y el objetivo de déficit cuando en 2018 el anterior Ejecutivo andaluz convirtió a Andalucía en la única comunidad autónoma que incumplió no una, sino las tres reglas fiscales. De hecho, por esa mala gestión en 2018 del ejecutivo andaluz anterior, el Gobierno central nos impidió salir a los mercados a financiarnos a pesar de que nosotros hicimos los deberes. Fíjese: por su incumplimiento, nos castigan a nosotros.
Queda trabajo por hacer, pero en estos casi cuatro años hemos conseguido ordenar las cuentas y financiarnos con éxito en los mercados internacionales. De hecho, recientemente la agencia de rating S&P ha destacado la posición de liquidez de Andalucía y su política de contención del gasto y nos ha subido la calificación crediticia. Esto es un síntoma evidente de confianza, de credibilidad, de seguridad. Son valores intangibles pero fundamentales para atraer inversores y proyectos a nuestra comunidad que generen actividad, empleo y riqueza. Y todo ello a pesar de la difícil coyuntura económica global y del contexto internacional de la invasión a Ucrania.
El principal objetivo cumplido ha sido mejorar la competitividad fiscal situando a Andalucía en el top 5 de las comunidades más atractivas fiscalmente gracias a las rebajas de impuestos a las que nos comprometimos y que hemos materializado. Hemos bajado todos los impuestos: IRPF, Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Matriculación… para sacar a Andalucía del infierno fiscal en el que estaba instalada y situarla en la media de las comunidades para poder competir sin lastres. Ello se ha traducido en un incremento de la recaudación en más de 900 millones de euros, un alto número de contribuyentes nuevos y en 80.000 personas que en los últimos dos años han decidido establecer su residencia en la comunidad, frente a las pérdidas de población anteriores.
Pero de lo que más orgulloso me siento es del equipo de la Consejería de Hacienda, que ha conseguido sacar adelante tres presupuestos (además de la prórroga de las cuentas del 2018) en cuatro años de legislatura, incorporando además enmiendas y mejoras propuestas por todas las formaciones políticas de la oposición: PSOE, Unidas Podemos y VOX. Eso no se había hecho en los últimos años. Y también orgulloso de la simplificación administrativa y la reducción de trabas burocráticas. Necesitamos ser atractivos a los proyectos de inversión y facilitar la tarea a las empresas, que son las que generan riqueza y, sobre todo, crean empleo. Debemos ponerles una alfombra roja, no ser un estorbo. Y en este ámbito nos queda camino por recorrer.
“El principal objetivo cumplido ha sido mejorar la competitividad fiscal situando a Andalucía en el top 5 de las comunidades más atractivas fiscalmente gracias a las rebajas de impuestos”
Aquí en Andalucía ya es conocida su férrea y contundente política de control del gasto público. Muy llamativa y gráfica la “tarjeta del céntimo”, que distribuyó entre los consejeros para dar a conocer su fórmula de ahorro. ¿Está usted satisfecho de los resultados de esta política de control de gasto?
El Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha elaborado un reciente informe en el que detalla que el conjunto de administraciones públicas tiene un gran margen de ahorro en gasto superfluo o improductivo sin menoscabar la prestación de servicios públicos. Cuando el Estado necesita obtener más ingresos, el camino fácil que se puede pensar es hacerlo mediante una subida de impuestos, y muy pocas veces nos detenemos en observar cuánto margen de maniobra tenemos en la vía del gasto. La eficiencia en el gasto público es una de las cuentas pendientes de la Administración y es un camino que más pronto que tarde hay que emprender.
Usted lo ha contado. En la primera reunión del Consejo de Gobierno tras tomar posesión como consejero, regalé a cada consejero un céntimo plastificado para que lo llevaran encima siempre y recordaran que el dinero público es sagrado y que cada céntimo cuenta, por tanto, hay que hacer siempre el mejor uso y el más eficiente de los recursos públicos. En los últimos presupuestos, les regalé otro céntimo con la bandera de la Unión Europea, para recordarles que los fondos europeos son un compromiso que tenemos con los ciudadanos y que hacer el mejor uso de estos es sin duda nuestra obligación. Mención aparte merecería cómo pensamos que el Gobierno central está gestionando estos fondos, pero me limitaré a reseñar que no hay cogobernanza con las comunidades autónomas y que nos tienen como meros medios propios para ejecutar ese dinero, sin más capacidad de decisión ni de adaptar los recursos a las especificidades de cada región.
Al consejero de Hacienda se le conoce en redes por su valentía a la hora de exponer sus propuestas o explicar la curva de Laffer en una pizarra. ¿Qué opinión le merecen las redes sociales como cauce divulgativo de proyectos políticos? ¿Es extrapolable esta fórmula de comunicación tan directa que hasta ahora le ha permitido contactar con los contribuyentes andaluces a la escala nacional en la que actualmente trabaja?
Las redes sociales se han convertido en una potente herramienta de comunicación que te permite estar conectado a tiempo real con los ciudadanos, con quienes piensan como tú y también con quienes no lo hacen. Eso genera un debate muy enriquecedor. Debo reconocer que me gusta ese contacto ‘directo’ y el intercambio respetuoso de pareceres que permite. A los representantes públicos nos ofrece una plataforma para poder explicar y contar lo que hacemos. Para mí la transparencia en nuestros puestos de responsabilidad es esencial y las redes sociales nos ofrecen un instrumento muy útil en este sentido.
Las cuestiones que trabajamos desde el área de Hacienda no son muchas veces sencillas de entender: la elaboración de los Presupuestos, cómo se financia la comunidad autónoma, qué era eso del mes 13 del IVA y por qué lo reclamábamos, cómo afectaban las rebajas de impuestos a los andaluces… Lo que hemos pretendido, junto con nuestro equipo de Comunicación, ha sido tratar de explicar esos conceptos de forma sencilla para que cualquier persona lo pudiera entender, igual que se los explicaba a ellos. Y ahí comenzaron las pizarras. Hemos usado rotuladores, iPads, televisiones… cualquier recurso vale con tal de captar la atención de los ciudadanos y conseguir explicar en qué consiste el trabajo que hacemos con sus recursos. Creo que es lo mínimo que debemos hacer.
“Necesitamos ser atractivos a los proyectos de inversión y facilitar la tarea a las empresas, que son las que generan riqueza y, sobre todo, crean empleo”
Finalmente, ¿cómo se ve dentro de unos años? ¿Le sigue motivando la política fiscal y presupuestaria a escala nacional o siente la tentación de volver al anonimato, y a la vida familiar y profesional ajena a la frenética agenda que le acompaña en estos años?
Nadie sabe qué puede deparar el futuro. Fíjese que mi hijo me decía: papá, primero inspector de Hacienda y luego te has metido a político: vamos a peor… El presidente Feijóo ha depositado en mí una enorme responsabilidad al frente del equipo económico del PP. Y, como le he comentado antes, he vivido en numerosas ciudades, así que no me atrevería a hablar de futuro. A Ceuta me fui para unos meses, y me quedé 8 años… He aprendido a no mirar mucho más allá, porque la vida te va deparando caminos imprevisibles. Debo reconocerle que soy muy afortunado por el apoyo y la comprensión que encuentro en casa, en mi mujer y mis hijos, a quienes tanto tiempo robo, pero que pese a ello comprenden la etapa profesional en la que me encuentro y no dejan de apoyarme y animarme.
Rosario Jiménez Rubio