“La mirada de Tarradellas se basaba en la lealtad colaborativa y recíproca”


Joan Esculies (Manresa, 1976) es historiador, escritor y habitual colaborador de La Vanguardia. Su última obra se titula Tarradellas: una cierta idea de Cataluña y el decano del Decanato de Registradores de la Propiedad, Vicente García-Hinojal, ha charlado con él acerca de esta extensa y minuciosa obra sobre la visión del ex President de la Generalitat.


Las 800 páginas del libro, recogen un retrato completo o se ha dejado cosas por explicar?

Sobre la vida de un político como Josep Tarradellas siempre habrá cosas que contar. Se podrían abrir archivos, así que siempre pueden surgir nuevas visiones con nuevas aportaciones. El problema es que falta público interesado en comprar este tipo de libros, una demanda que en Francia o en Gran Bretaña sí que existe.

¿Qué idea cree que tiene el público en general de Tarradellas?

Su figura es poco conocida. Cargada de tópicos. Y, en muchas ocasiones, distorsionada por diferentes partidos. Necesitábamos una biografía completa que incluyera todas sus ideas para poder valorar su figura y su legado. 

¿Cómo definiría esa figura?

Se le ha dibujado como un táctico, como un líder que sólo quería mandar. Pero no se ha contado que tenía muy claro el pensamiento político que quería llevar a cabo, que incluía una firme apuesta por el autogobierno, desacuerdo con el Estado de las autonomías, un nacionalismo de perfil cívico -no cultural ni mucho menos étnico- o entenderse con el Gobierno central. No quiso mandar por mandar.

¿Su legado va mucho más allá de su retorno del exilio?

Sí, cuando vuelve lo hace después de muchos años de actividad política, no había desconectado. Durante el exilio se movió para que se le tuviera en cuenta, para que se le tuviera presente. Su gran papel de estadista no arranca una vez que vuelve, sino mucho antes.

¿Cree que se conoce más su contribución a la política catalana o su papel en la transición española?

No fue un monárquico, pero sí que entendió que la monarquía parlamentaria permitiría el autogobierno de Cataluña. Vio una especie de república coronada, al estilo de Gran Bretaña, con una figura, la del Rey, al que no quería enfrentarse. Él siempre intentó la unión de todos los partidos del Estado en un gobierno de unidad para superar la difícil situación económica y social de finales de los años setenta y principio de los ochenta.  

¿Con Suárez se llevaba bien o simplemente se utilizaron mutuamente?

Al principio sintonizaron, a pesar de sus diferencias. Logró traspasos de competencias antes del Estatuto de Autonomía de 1979 gracias a su relación con Suárez. Viajaba, hablaba y se reunía bastante con el presidente español y sus ministros. Pero la relación acabó distanciada o tensa a raíz de la moción de censura. Pero en general fue cordial. 

¿Fue más práctico que dogmático?

Totalmente pragmático. No teorizó en exceso su pensamiento político. Era un gran organizador, lo era como vendedor comercial y lo fue en su etapa política. Como líder, más que carisma, sabía hacer funcionar los equipos.

¿Cómo definiría la relación que mantuvo con Pujol?

Fue complicada. Se conocieron en 1970. Pero ambos chocaron cuando Pujol lo veía como una figura del pasado mientras que a Tarradellas le interesaba, a diferencia de muchos exiliados, el presente y el futuro. Tarradellas tenía claro que la Generalitat debía ser estado en Cataluña, no un contrapoder.

“Defendió un nacionalismo de perfil cívico con entendimiento con el Gobierno Central”

¿Por la manera que tuvo de entender la política, tendría hoy algún alumno aventajado?

No. Tarradellas era un estadista como pocos. Él siempre pensaba en los pros y contras de sus decisiones. Todo pasaba por la negociación y no dejó de pensar en cómo mejorar la vida de los ciudadanos. Tuvo sus aspiraciones, pero luchó por ellas en función de que Cataluña pudiera gestionarlas adecuadamente. No le interesó nunca aparentar, perder el tiempo o ganar dinero. 

¿Cómo sería de útil su mirada política en la actual relación entre el Estado y Cataluña?

Era colaborativo. Y con esta actitud podrían desaparecer los recelos hacia el autogobierno. Hay mucho margen de entendimiento. La mirada de Tarradellas se basaba en la lealtad colaborativa y recíproca. Y no se frustraba ni trasladaba sus frustraciones a la población cuando no conseguía dar los pasos que deseaba.

¿Después de estudiar a Tarradellas y a su manera de hacer política, como lo definiría?

La política de Tarradellas era la política del sentido común. Partiendo de la idea del autogobierno, buscaba resolver las necesidades de la población. Admiraba mucho a De Gaulle, compartían una visión colaborativa y pragmática de la política. 

 

Vicente José García-Hinojal