“La perspectiva de género es una herramienta de obligada aplicación por jueces y tribunales en su función jurisdiccional”
En 1995 usted se convirtió en la primera mujer en ejercer de portavoz de una asociación judicial, la de Francisco de Vitoria. Durante estos años, ¿cuál ha sido a su juicio la evolución del papel desempeñado por la mujer en el mundo de la Justicia?
Es innegable que desde entonces hemos venido asistiendo a indudables avances en materia de igualdad, al menos desde el punto de vista formal, puesto que se han incorporado en nuestra legislación orgánica, algunas modificaciones de diferente signo, que aspiran a mejorar las condiciones de igualdad de trato en la carrera judicial.
Sin embargo, la realidad nos demuestra que esa igualdad aparente dista aún bastante de ser una realidad material. Así, mientras que las mujeres son actualmente -y ya desde hace algunos años- mayoría en la Carrera Judicial (54,3%), su presencia en los escalones superiores de la Judicatura y, especialmente, en aquellos cargos que son de nombramiento discrecional, es, sin embargo, y en proporción al porcentaje que en la misma representan, realmente escasa. En el Tribunal Supremo, las mujeres sólo representan el 22,8 % de sus miembros. En la Audiencia Nacional ninguna mujer preside ni el órgano ni ninguna de sus Salas. Solamente dos mujeres presidían uno de los 17 Tribunales Superiores de Justicia; y de las 42 Audiencias Provinciales, sólo en 8 de ellas la Presidencia está asumida por una mujer.
Datos que, a mi juicio, y como desde la Asociación judicial a la que pertenezco, Francisco de Vitoria, ya hemos denunciado en ocasiones, indican que, aún hoy, existe un sesgo de género en el nombramiento de los cargos discrecionales en la Carrera Judicial, en perjuicio de las mujeres.
“A nada que profundicemos en la realidad, podremos advertir cuantos ámbitos de discriminación persisten en esta sociedad nuestra que pretendemos tan avanzada”
¿Qué significado tiene para usted la fecha del 8 de marzo?
Se trata de una llamada de atención. A veces tenemos la tentación de dar demasiadas cosas por sentadas. Sentimos que vivimos en el mejor de los mundos posibles, el más avanzado, en conquistas sociales, en libertades, en derechos, en igualdad. Y nos sentamos con complacencia a congratularnos de una situación que, pensamos, no tiene vuelta de hoja. Pero, a nada que profundicemos en la realidad, podremos advertir cuantos ámbitos de discriminación persisten en esta sociedad nuestra que pretendemos tan avanzada. Días como el 8 de marzo sirven para que no lo olvidemos y sigamos luchando.
¿Cómo valora la incorporación y aplicación de la perspectiva de género en el ámbito judicial?
Como una herramienta de obligada aplicación por jueces y tribunales en su función jurisdiccional. La perspectiva de género nos permite despojarnos de los estereotipos, los tópicos, lugares comunes, las ideas preconcebidas que todos recibimos en mayor o menor medida, a través de una dinámica social determinada de la que formamos parte, para poder identificar cualquier elemento de desigualdad presente en la realidad que hemos de valorar o, incluso en las normas que habremos de aplicar para evitar que nuestras decisiones perpetúen situaciones de discriminación que sólo pueden resolverse desde la comprensión global y plena del conflicto de que se trate .
Desde su experiencia al frente de uno de los juzgados de instrucción de la Audiencia Nacional y su reconocida labor desarrollada en materia de violencia de género, ¿qué medidas considera necesarias implementar para acabar definitivamente con esta lacra? ¿Serían necesarios más mecanismos de protección para que las mujeres denuncien?
Esta es una materia en la que mejorar e incrementar los mecanismos de protección sigue siendo una de las cuestiones en las que tanto los operadores jurídicos como los policiales tenemos la obligación de emplearnos más y mejor, porque la siniestra cifra de mujeres que siguen sufriendo violencia por parte de sus parejas o ex parejas, incluso después de haber denunciado la situación de maltrato que sufren supone, por más que todos sepamos que no existe el riesgo cero, un doloroso fracaso.
Pero, dado que nos encontramos ante una violencia ideológica e instrumental, que lo que busca es hacer permanecer a las mujeres que las sufren en la sumisión y el dominio del varón que la ejerce contra ellas, acabar con esta lacra sólo es posible a través de la concienciación y la implicación de toda la sociedad, sobre todo, la educación de los más jóvenes en rechazar cualquier comportamiento de abuso, machista y desigualitario.