“La Abogacía tiene que recuperar su papel de vanguardia en los avances democráticos”
Fernando Jáuregui es un periodista que ha sido testigo de los más importantes acontecimientos acaecidos en la más reciente Historia de España. Con una amplia trayectoria profesional en prensa escrita, radio y televisión y numerosos libros publicados, nos presenta su última obra, Los Abogados que cambiaron España.
Hijo de abogado, aunque no siguió la carrera profesional de su padre, Jáuregui nos lleva de una manera amena e interesante a la historia de los últimos ochenta años de la Abogacía en nuestro país a través de entrevistas con los protagonistas de todos estos años.
Acaba de publicar un ambicioso libro sobre Los Abogados que cambiaron España, que recoge ochenta años de la historia de letrados y juristas que contribuyeron a la democracia. ¿Qué fuentes de investigación ha seguido para la elaboración del libro?
He recuperado archivos con entrevistas, hace ya años, a personajes ya fallecidos, desde Adolfo Suárez a Gregorio Peces-Barba, Manuel Fraga, José Federico de Carvajal, Simón Sánchez Montero, Francisco Fernández Ordóñez, Fernando Álvarez de Miranda y así hasta cerca de doscientos: fueron la base de una trilogía, escrita con Pedro Vega, titulada Crónica del Antifranquismo. Además, he entrevistado a un centenar de personajes vivos –quiero dedicar un recuerdo especial a José Pedro Pérez Llorca, que nos dejó recientemente- que tuvieron mucho que ver con los ochenta años de Historia que cuento en el libro: no son entrevistas, sino que contribuyen a enriquecer, con datos nuevos, lo que cuento. Por fin, he utilizado muchísimo material documental que estaba algo disperso. Valor especial ha tenido para mí el archivo de la Fundación Abogados de Atocha y los trabajos del equipo de José Gómez Alén, Irene Díaz, Rubén Vega y Claudia Cabrero. Como no podía ser de otra forma en una obra como la que yo me proponía, he empleado, actualizándolo, muchísimo material bibliográfico que naturalmente detallo al final de mi libro.
Su libro está lleno de nombres propios, de personas que en muchos casos tienen una gran proyección social. ¿Es la historia de la Abogacía en el pasado una historia de personas más que de un colectivo?
La Historia de España es, de alguna manera, la Historia de la Abogacía. Desde el ‘siglo de oro de la Abogacía’, con nombres de los que está lleno el callejero madrileño, hasta hoy mismo. La evolución jurídica hacia la democracia que tenemos ha sido lenta, pero imparable. Abogados han solido ser –no es el caso del actual, pero así ha sido casi siempre—los presidentes del Gobierno, los ministros ‘políticos’ más relevantes, los pensadores que más han hecho evolucionar la doctrina no solo jurídica, sino la política en términos globales. Es fundamental conocer lo que ha sido esta Historia de la Abogacía, algo que así, globalmente, no se había acometido nunca, para conocer la Historia de España. Ni más, ni menos.
El colectivo de abogados en España fue el más beligerante en la segunda mitad del siglo pasado para derrocar el régimen franquista, según relata en su libro. ¿Qué le debe la sociedad?
No cabe duda de que los abogados ocuparon la vanguardia de la contestación ‘de cuello blanco’ al franquismo. Ya en los años cuarenta, en plena dureza de un Régimen que nunca fue muy cuidadoso ni con las libertades ni con la equidad jurídica, los abogados lograron darse una representatividad democrática en los Colegios: ellos lograron que las elecciones internas fuesen, casi siempre -hubo injerencias y vetos ocasionales desde el Ministerio de Justicia- bastante libres. Y en los Colegios se daban debates que otros estamentos de la vida profesional española ignoraban. Las denuncias contra las libertades y las reglas de la democracia más básica partían siempre desde la Abogacía. El Congreso de la Abogacía de León, en 1970, significó la ruptura casi formal de la Abogacía con el Régimen franquista, que todavía iba a durar casi seis años más. Qué duda cabe de que hay que agradecer mucho a los abogados ‘rupturistas’ -obviamente los que cambiaron España no fueron todos- esta lucha constante por ampliar las libertades en una España que estuvo muchos años carente de ellas.
“Adolfo Suárez y su equipo dieron la vuelta al Estado como a un calcetín. Fue un trabajo ímprobo que hoy conviene recordar, porque quizá habría que partir de aquellas actitudes valientes, decididamente regeneracionistas, para encarar la nueva era política que indudablemente se ha abierto ante nosotros”
¿La Abogacía hoy sigue teniendo la fuerza y representación social que tuvo en el siglo pasado?
Obviamente, las cosas han cambiado. Creo que la Abogacía tiene que recuperar un poco su papel de vanguardia en los avances democráticos. Me parece que los Colegios, el Consejo General, los congresos de la Abogacía, han de ejercer un mayor papel en los grandes debates jurídicos que España tiene planteados; es evidente que la realidad legal no siempre acompaña a la realidad política y social, y eso ha sido patente en algunos acontecimientos recientes, que han afectado, por ejemplo, a los secesionistas catalanes presos. ¿Cómo iba a pensar el legislador en su momento que iban a ocurrir algunas de las cosas que han ocurrido? Ahora toca actualizar la normativa, la electoral, la penal y hasta la constitucional, y ahí los abogados tienen que tener una voz que no sea solamente pasiva.
Usted lleva muchos años siguiendo la actualidad en España. Investigando para hacer este libro, ¿qué ha descubierto o qué pasaje de la historia reciente de la Abogacía es más desconocido?
Hay estudios, algunos muy buenos, como los citados al comienzo, que han investigado el papel de los abogados demócratas en la Historia reciente, en estos últimos ochenta años. Pero hay que profundizar en esta acción: ni la actividad de aquellos primeros abogados comunistas en los lamentables años de la posguerra, ni la intrahistoria de los colegios, habían sido estudiados con la extensión que merecían. Y, naturalmente, ahora hay que plantearse qué va a ser de la profesión de abogado, que no podrá volver a ser lo que era: el mundo cambia a una velocidad sin precedentes y una profesión que tiene la obligación de vertebrar la sociedad no puede estancarse ni en lo referente a la tecnología o la economía ni en la educación ni en la sociología. Hay toda una revolución pendiente en este sentido.
Este libro es parte de la memoria colectiva de los últimos ochenta años. España adolece de libros como este para conocer nuestro pasado. ¿Cree que deberían hacerse más este tipo de documentos?
Hay toda una labor de reconocimiento a la acción de mucha gente que se jugó mucho por la democracia y que puso mucho esfuerzo en la evolución ‘de la ley a la ley’. No podemos olvidar que, en apenas once meses, Adolfo Suárez y su equipo dieron la vuelta al Estado como a un calcetín. Fue un trabajo ímprobo que hoy conviene recordar, porque quizá habría que partir de aquellas actitudes valientes, decididamente regeneracionistas, para encarar la nueva era política que indudablemente se ha abierto ante nosotros. No podemos dejar caer en el olvido el mérito de aquellas gentes que, primero, se enfrentaron abiertamente a un Régimen injusto, después lo transformaron y ahora se empeñan en perfeccionar la democracia obtenida hace cuarenta años con la Constitución. Porque no podemos olvidar jamás que la democracia es siempre perfectible. Y la nuestra, hoy, patentemente lo es.