La idea de crear esta revista que el lector tiene en sus manos procede de una lejana -¡veinticinco años ya!- conversación con Leonor Recio, recién nombrada jefa de prensa del Colegio. Aquella idea fundacional fue apoyada inmediatamente por los miembros de la Junta que tuve el honor de presidir. Quiero recordar sus nombres, porque ellos son tan fundadores de la revista como el autor de estas líneas: José Antonio Calvo, José Pedro Gómez Barrio, Fernando Curiel, Concepción Molina, Eduardo Ruiz del Portal, José María Alfín, Manuel Alonso Ureba, Valentín Barriga y Pilar García Goyeneche.
Los Registradores, dispersos por todo el territorio nacional, han sentido siempre la necesidad de tener un instrumento de comunicación. Los más aislados fueron los Registradores de la primera promoción: aquellos primeros 473 profesionales que no sólo estrenaban una profesión, sino, sobre todo, que tenían que aplicar una ley nueva -la Ley Hipotecaria de 1861- que irrumpía con extraordinaria novedad en nuestro Ordenamiento tradicional. Muy pronto surgió la Gaceta de Registradores y Notarios, que tuvo una larga andadura: se creó en 1862 y desapareció al comienzo de la guerra civil. Esa Gaceta, que era apenas un folleto de veinte páginas, sirvió sin embargo para dar solución a muchos problemas profesionales, y además para informar de las novedades del Cuerpo en una “Sección de Noticias”; en ella se comunicaban las vicisitudes de las sucesivas oposiciones, se daba noticia de las vacantes y los concursos, y también de los fallecimientos -generalmente acompañadas de una semblanza-, se publicaban habitualmente ofertas de permuta de Registros, y se abrían las páginas a adhesiones a iniciativas que surgían de algunos profesionales más inquietos. En los primeros tiempos de la Gaceta no se había creado aún la mutualidad, y en sus páginas se publicaban los nombres de los Registradores que hacían aportaciones para sostener a viudas y huérfanos.
En ese primer número, de enero-marzo de 2000, decíamos: “Ya está aquí. En sus manos tiene el primer número de la revista Registradores de España”. Y por qué no decirlo ya mismo: estamos contentos. Contentos es una cosa, satisfechos otra muy distinta que siempre determina el tiempo
En la posguerra no hubo un medio que comunicara las vicisitudes de la carrera, hasta que en el año 1966 se creó el Boletín del Colegio, que aún se edita. El Boletín ha pasado por diversas etapas. En una primera informaba no sólo de novedades legislativas y jurisprudenciales, sino también de los aspectos más personales de los Registradores. Con el tiempo pasó a tener un contenido más técnico, y esa información personal fue desapareciendo.
En ese contexto de falta de un instrumento de comunicación más personalizada, surgió en el año 2000 la revista Registradores. La imprenta permitía ya hacer una revista con excelentes reproducciones gráficas. Se trataba, además, de informar, no sólo de las noticias de Madrid, en las que estaba centrado el Boletín, sino también de dar noticia de la vida de todos los decanatos autonómicos.
En ese primer número, de enero-marzo de 2000, decíamos: “Ya está aquí. En sus manos tiene el primer número de la revista Registradores de España”. Y por qué no decirlo ya mismo: estamos contentos. Contentos es una cosa, satisfechos otra muy distinta que siempre determina el tiempo. Estamos contentos porque este trabajo es sin duda un logro que ha tardado en llegar. No es fácil poner en funcionamiento una publicación que quiere ser la voz plural y puntual de un colectivo tan sustantivo para la sociedad española y su buen funcionamiento”.
En ese primer número se hacía una entrevista a la Ministra de Justicia y el Decano, se anunciaba que el Colegio y la Fundación General de la Universidad Autónoma de Madrid, habían firmado un convenio específico de colaboración para la creación de un Sistema de Información Geográfica en el Registro de la Propiedad; se anunciaba también que el Colegio y la Dirección General del Catastro habían firmado un convenio de cooperación para informatizar la cartografía e intercambiar información gráfica; y se comunicaba que el Colegio había reunido a distintos especialistas para debatir sobre la equiparación de la firma electrónica con la manuscrita, y de las diferentes consecuencias que esta equiparación puede tener en la labor de los fedatarios públicos. También se decía que en 1997 el Colegio había decidido abrir en Bruselas una oficina de atención al consumidor con carácter permanente, donde se atendieran las consultas sobre problemas inmobiliarios surgidos en España como consecuencia de adquisiciones de inmuebles por parte de los ciudadanos comunitarios.
También se anunciaba una importante novedad: que la información de los Registros Mercantiles empezaba a estar disponible telemáticamente: “El usuario podrá acceder a toda esta información a través de internet, acudiendo a la dirección www.registradores.org, mediante dos fórmulas: usuarios abonados y usuarios no abonados u ocasionales. Los primeros podrán utilizar el servicio abonándose mediante una clave de usuario y una contraseña, cargando periódicamente el costo de la información solicitada en la cuenta corriente que indiquen; y a los segundos se les cargará el costo de la información solicitada en su tarjeta de crédito”.
Estas noticias suenan evidentemente, a otro tiempo, pero es que, evidentemente, pertenecen a él. Pero ya apuntan hacia el futuro. Al presente, que es aquel futuro, al que sigue dedicada la Revista, y por mucho tiempo. Otros celebrarán jubilosamente el medio siglo. Estoy seguro.
Antonio Pau