Otra larga marcha: 2023 para el paro y 2038 para la deuda

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El que fuera veterano economista jefe de Morgan Stanley, Stephen S. Roach, solía bromear con que hay momentos en la economía en los que, al analizar los datos, sólo hay una manera de ser optimista: “Colocar los gráficos al revés”. 

Dan ganas de eso al ver las previsiones de la Comisión Europea: la economía de España está a la cabeza del desplome este año junto a Grecia e Italia; duplicará la tasa media de paro de sus socios y terminará 2021 sin recuperar lo perdido y con el mayor déficit estructural del club. 

Según la Fundación de Cajas de Ahorros, España no logrará regresar al nivel de paro del 14% de 2019 –que era ya elevado- antes de 2023. Casi cuatro años para intentar volver a una mala casilla de salida.

La crisis genera además un problema mayor que cuesta más resolver: una explosión de deuda pública que superará el 110%, duplicando prácticamente el nivel que se considera aceptable en el euro.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) hace un cálculo sencillamente escalofriante. Prevé que la deuda el año que viene puede alcanzar incluso el 124% del PIB y hace esta advertencia: “Para mantener estable en 2030 el nivel de deuda de 2021 sería necesario realizar a lo largo de la próxima década un ejercicio de consolidación fiscal similar al realizado en la década pasada, y alcanzar el equilibrio presupuestario en 2030”. Es decir, un ajuste permanente durante un decenio para llegar al déficit cero y así no superar ese 124% del PIB. Y hecho ese esfuerzo, quedaría otro: “Adicionalmente, habría que mantener el equilibrio presupuestario casi otra década para poder digerir enteramente las consecuencias de esta crisis, y volver al nivel previo de una ratio del 95,5% del PIB en 2038”. 

Para regresar a la España de 2019 será necesario que, gobierne quien gobierne el país durante los próximos 20 años, ejecute una política de ajuste. Y eso para retornar a un punto de partida peligroso que ya hacía vulnerable a la economía española si venía una crisis

En otras palabras, para regresar a la España de 2019 será necesario que, gobierne quien gobierne el país durante los próximos 20 años, ejecute una política de ajuste. Y eso para retornar a un punto de partida peligroso que ya hacía vulnerable a la economía española si venía una crisis, como se ha podido comprobar.

¿Hay atajos? El del impago o un intento de reestructuración unilateral de deuda es letal en un mundo global y hay que descartarlo. 

Otra solución es lo que confiaba el entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero en el drama anterior de octubre de 2008: “Esta es una crisis que viene de EEUU y se va a solucionar gracias a la UE”. Es decir, que Bruselas se hiciera cargo de los gastos de reconstrucción con transferencias a fondo perdido y con una mutualización de la deuda que impidiera que los países con más desequilibrio fueran percibidos como insostenibles por los mercados. Pero la idea de unos eurobonos ni llegó entonces, ni ahora en plena pandemia, pese a que sería la mejor solución, aunque no evitaría lógicamente que España cumpliera –y con más motivo- las reglas del euro en el futuro. 

Con independencia de la respuesta europea, España debe seguir haciendo los deberes con más seriedad que hasta ahora. Las crisis son también oportunidades para reflexionar por qué en todas las crisis los primeros caídos en el mercado laboral con la pandemia son los jóvenes con contrato temporal. O por qué España ha sido incapaz en los últimos años de bajar su déficit estructural en años de bonanza. O por qué los países que no han descuidado su industria se recuperan antes. Las preguntas se acumularán para la economía española al escalar esta nueva montaña que es tan oscura como la que pintó Tiziano para Sísifo. Una cumbre que, como los gráficos, no se puede invertir sin autoengañarse.

Carlos Segovia