Figura clave de la Transición, Landelino Lavilla (Lérida 1934) destacó a lo largo de toda su trayectoria por su labor de servicio a España y a la sociedad española.
Licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid, obtuvo por oposición las plazas de letrado del Tribunal de Cuentas en 1958 y del Consejo de Estado en 1959, ambas con el número uno. Fue ministro de Justicia en el primer gobierno de Adolfo Suárez, en julio de 1976, desde donde defendió ese mismo año ante el pleno de las Cortes la reforma del Código Penal de determinados artículos relativos a los derechos de reunión, asociación, expresión de las ideas y libertad de trabajo. A propuesta del Ministerio de Justicia, el Gobierno aprobó el Real Decreto-Ley sobre Amnistía y asumió la defensa de la Ley para la Reforma Política, que supuso el marco legal para la celebración de las primeras elecciones democráticas.
En su calidad de Notario Mayor del Reino, dio fe en 1977 de la renuncia del Conde de Barcelona a sus derechos dinásticos en presencia del Rey. Fue nombrado senador de designación real en la Legislatura Constituyente de 1977-1979.
Como ministro de Justicia promovió una amplia labor de reforma legislativa tanto en el ámbito de derecho público como del privado. Entre las leyes más destacadas aprobadas por las Cortes durante su mandato cabe mencionar la Ley sobre despenalización del adulterio y el amancebamiento; la Ley de modificación del Código Penal para tipificar el delito de tortura; la Ley sobre asociaciones políticas; la Ley sobre medidas en relación con delitos cometidos por grupos o bandas armadas y la Ley sobre protección jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persona.
PRESIDENTE DEL CONGRESO
En las elecciones de 1979 resultó diputado electo por Jaén como cabeza de lista de la Unión de Centro Democrático (UCD), siendo elegido ese mismo año presidente del Congreso de los Diputados, cargo que desempeñó cuando el 23 de febrero de 1981 se produjo el intento de golpe de estado durante la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, tras la dimisión de Adolfo Suárez. Durante su mandato se elaboró el Reglamento del Congreso de los Diputados que, con modificaciones, sigue hoy en vigor.
Tras la dimisión de Calvo Sotelo, se presentó a las elecciones de octubre de 1982 como cabeza de lista por Madrid, líder del partido y eventual candidato a la Presidencia del Gobierno, pero UCD obtuvo sólo once diputados y cuatro senadores. En febrero de 1983 renunció al escaño y dimitió como presidente de UCD. Ese mismo año fue nombrado consejero permanente de Estado, llegando a presidir las secciones Octava, Segunda y, desde 1995, la primera. En 2003 fue elegido presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y fue también académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
A lo largo de su trayectoria fue reconocido con la concesión de las Grandes Cruces de la Real Orden de Carlos III, de San Raimundo de Peñafort y del Mérito Civil, y le fue concedida también la Orden del Mérito Constitucional. Estuvo en posesión entre las condecoraciones extranjeras, de las Grandes Cruces de la Orden Piana de la Santa Sede, al Mérito de la República de Austria, al Mérito de la República Italiana y al Mérito de la República Federal de Alemania.
Entre otros reconocimientos, Lavilla recibió en 1998 el Premio a la Defensa de los Valores Constitucionales, que le fue concedido por la Fundación Humanismo y Democracia junto a los demás presidentes del Congreso de los Diputados, en 2003 el Premio Pelayo para juristas de reconocido prestigio y en 2009 la Medalla conmemorativa del 75 aniversario del Colegio de Registradores de España.