“Me interesa la realidad, no la actualidad”


Juan Tallón es licenciado en Filosofía, ejerce el periodismo y ha colaborado en medios como El Progreso, El País, Jot Down y la Cadena SER. Es autor de varios libros en gallego, y en castellano ha publicado obras de no ficción como Libros peligrosos y Mientras haya bares, así como las novelas El váter de Onetti, Fin de poema, Salvaje oeste, Rewind o su última novela, Obra maestra. Hablamos con él de su manera de escribir, de los temas que le inspiran y de la relación entre periodismo y literatura, de la que comenta que “la narrativa de ficción comienza justo al otro lado de las fronteras sagradas del periodismo”.


En su primera novela en español, El váter de Onetti, un único narrador habla en primera persona, mientras que en las dos últimas novelas que ha publicado, el narrador es coral. ¿Ha cambiado algo más en su forma de escribir?

Han cambiado tantas cosas desde entonces que no sabría por cuál empezar. Quizá la primera podría ser la distancia que he puesto con la autoficción. Me sigue interesando la primera persona como punto de vista narrativo, porque su eficacia es mayúscula, pero ya nunca se me ocurriría ponerla al servicio de un personaje cuyo nombre y caracterización y peripecia vital que coincidiesen con los del autor. Imagino que desde entonces también habrá experimentado variaciones, o evolución, el estilo, la voz, y la ambición. En cambio, espero que algunos elementos sigan presentes, como el humor.

Enlazando con la anterior pregunta, Rewind trata sobre el duelo y las distintas formas de gestionarlo; Obra maestra novela la misteriosa desaparición de una escultura de treinta y ocho toneladas. Los temas son diferentes pero la estructura se asemeja: la suma de diferentes testimonios o puntos de vista, que al final se van ensamblando. ¿Da quebraderos de cabeza al escritor tener que encajar tantas piezas? ¿Parte de una estructura más o menos definida o va surgiendo a medida que avanza la obra?

Diría que todas mis novelas, en especial estas dos, aunque también A pregunta perfecta [sin traducir al español] y Fin de poema, descansan sobre un qué, pero ante todo sobre un cómo. Me interesa, por supuesto, contar una historia, desarrollar una trama, nunca demasiado compleja, hacerla girar en torno a personajes que han de vérselas con algún tipo de adversidad. Pero en especial me obsesiona cómo estructurar un relato para hacer de la forma un elemento no necesariamente complejo, pero sí exigente. No pude escribir Obra maestra si no después de diez años, cuando al fin di con su estructura. En ese tiempo reuní una extraordinaria cantidad de información, testimonios, etc., pero nunca tenía claro la forma de desarrollarlo. El día que descubrí el modo de narrarla, la novela estaba acabada; solo me faltaba escribirla. El caso de Rewind no es menos curioso, porque la idea nació como estructura. Decidí que quería contar de “esa” manera, a través de varios puntos de vista, todos en primera persona, no conectados entre sí, pero que abordaban un asunto que los ponía en común. ¿Qué asunto? Ni idea. Tendría que averiguarlo. Tuve el cómo antes que el qué.

Santiago Amor, Juan Tallón y Sofía Puente. Fotos: María López Jurado

En Fin de poema, escribe (página 21): “Los recuerdos de Alejandra son trozos de un cristal roto que meses después de que el vidrio se rompa aparecen en cualquier esquina”. ¿Una frase tan redonda, nace o se hace?

Ja ja ja. Unas veces (pocas) nace así, y no hay que reescribirla, y otras hay que darle mil vuestras, borrarla, crearla de nuevo. Y casi siempre, al final, no es una frase redonda del todo. Ni siquiera está claro que las frases deban buscar la redondez. Puede convenirles, yo qué sé, la cuadratura, o la linealidad. En este sentido, advierto que he experimentado cierta evolución, y ahora me interesan menos las frases excesivamente perfectas, que más allá de su hipotética belleza no producen ningún efecto, que las que ponen en acción cuestiones inesperadas. 

Mientras haya bares es el título de un artículo que escribió en la revista JotDown en 2013, y también el de un libro que publicó en 2016. ¿Son para usted periodismo y literatura vasos comunicantes?

Periodismo y literatura comparten muchas cosas, naturalmente, pero cuando esta se asienta en un género que en mi caso es el de la ficción, muchos de esos vasos comunicantes se cortan. Se produce, en esencia, un cambio de reglas. Periodismo y ficción se atienen a normas incompatibles. La narrativa de ficción comienza justo al otro lado de las fronteras sagradas del periodismo. Ahora bien, hay algo que está por encima de las fronteras, y que son las herramientas literarias, y en ese sentido el periodismo puede servirse de ellas y verse enriquecido.

“Como soy escritor, tiendo a exprimir mi entorno, incluso a vampirizarlo, y convertir lo que me rodea en material narrativo. A lo mejor no debería. Lo siento mucho. Es mi naturaleza, como diría el escorpión”

Precisamente en Mientras haya bares se recogen artículos que publicó en medios tan distintos como El Progreso (el periódico local de Lugo), o El País. ¿Trataba temas diferentes en sus columnas en medios locales respecto a los que trata ahora en medios de ámbito nacional?

Diría que no, o no esencialmente. He derivado hacia un tipo de columnismo que descansa sobre la mirada que pongo sobre la realidad que me circunda, y eso, que puede ser extraordinariamente local, puede al mismo tiempo volverse universal. Mi norma sagrada, o sagrada de un tiempo a esta parte, hasta nueva orden, es escribir una columna que dure, que pueda leerse dentro de unos años, y que no aprecien los cambios contingentes del mundo. Me interesa la realidad, no la actualidad.

Recientemente escribió en X (antes Twitter) que su hija de casi nueve años le llamó dictador por “pedirle de una sentada que apagase la tele, hiciese los deberes, ordenase la habitación y al acabar con eso se metiese en la ducha”, también la ha mencionado alguna vez en sus columnas, e incluso ha incluido una frase suya como cita en Obra maestra. Veo que ser padre trasciende a todos los ámbitos de la vida… 

Ser padre es la clase de cambio que impide que las cosas vuelvan a ser como en el pasado. Pero te adaptas. Es lo bueno del ser humano, que sufre los cambios de las dinámicas de la vida, y se amolda a lo que sea. Por otra parte, como soy escritor, tiendo a exprimir mi entorno, incluso a vampirizarlo, y convertir lo que me rodea en material narrativo. A lo mejor no debería. Lo siento mucho. Es mi naturaleza, como diría el escorpión.


Encuentros culturales

Dentro de las actividades que organiza la revista Registradores de España, tuvo lugar la visita a la sede colegial del escritor Juan Tallón para firmar su última novela, Obra maestra. En el acto estuvieron presentes, entre otros, el presidente Mariano Rajoy; el secretario de Estado de Justicia, Manuel Olmedo; la secretaría general para la Innovación y Calidad del Servicio Público de Justicia, Sofía Puente; la directora general de Seguridad Jurídica y Fe Pública, Ester Pérez Jerez; la directora general para el Servicio Público de Justicia, Àngels Garcia Vidal; el director general de Transformación Digital de la Administración de Justicia, Aitor Cubo; el director general de Cooperación Jurídica Internacional, David Vilas; el abogado del Estado y ex subsecretario de Justicia, Miguel Bueno; y el periodista, escritor y premio Gumersindo de Azcárate 2021, Álex Grijelmo.  Los asistentes pudieron hablar con el escritor de sus obras y conocer su proceso creativo.


Usted empezó escribiendo en gallego y ahora lo hace en castellano. ¿Volverá algún día a Vilardevós, como Silvio Santiago?

Va a ser muy difícil que yo vuelva a escribir originalmente en gallego. Muy difícil. No me gusta ser optimista. Pero volver a Vilardevós creo que es algo que no necesito hacer porque estoy permanentemente en ese lugar, porque definió mi modo de relacionarme con la realidad, de contar el mundo, moldeó el registro de mi humor. Piense que viví allí mis primeros dieciocho años de vida, que es un período en el que el ser humano es definitivamente moldeado. Por no decir que es un lugar tan especial, con vecinos convertidos en leyenda, que en algún momento tendré que escribir sobre él, no simplemente con él. 

“No soy nada dogmático. Puedo escribir en condiciones muy cambiantes. Me adapto. Por no hablar que necesito que cada nuevo libro no tenga nada que ver con los anteriores, y me ponga en la situación de volver a aprender a escribir casi por primera vez”

Si tuviese que quedarse con una sola de sus obras, ¿sería capaz?, ¿cuál sería?

Esta es la clase de pregunta que implica poco menos que un sacrificio humano. Pero, a riesgo de ser sanguinario, al hacer desaparecer todos mis libros menos uno, creo que me quedaría con Rewind. ¿Por qué Rewind? Ufff. Por lo que aborda, por la complejidad de los personajes, por la gestión de la información, por el tratamiento del tiempo… Algunas cosas son más fáciles señalarlas que explicarlas. 

Permítame también preguntarle por las manías de escritor. ¿Tiene usted alguna? ¿Es confesable?

La vida es repetición. Sin repeticiones es imposible existir. Pero diría que yo tengo propiamente manías; sí, por supuesto, tengo hábitos, costumbres. Pero el hábito, la costumbre, tienen en su interior el mecanismo del cambio. No soy nada dogmático. Puedo escribir en condiciones muy cambiantes. Me adapto. Por no hablar que necesito que cada nuevo libro no tenga nada que ver con los anteriores, y me ponga en la situación de volver a aprender a escribir casi por primera vez. En eso soy muy maniático.

¿Cuánto hay de usted en sus libros?

Es una presencia inconmensurable, pero presencia. No se puede medir, pesar. Pero un autor, la persona que es, difícilmente puede ausentarse del todo de sus obras. Piense que el escritor nunca tira nada. Posee algo que podría llamarse caja de retales: ahí van a caer su biografía, las cosas que ha vivido, que ha visto, oído, las que han vivido sus amigos, las que le han contado que vivieron desconocidos. En fin, un ingente material que, en un momento dado, puede ser de utilidad en una obra de ficción. Un ejemplo: yo soy exfumador, pero a menudo, cuando alguno de mis personajes fuma, lo hace con el estilo que yo lo hacía. Ese personaje no soy yo, claramente, pero adquiere un rasgo que en algún momento fue mío. Pero un autor está a otro nivel en sus libros: un libro es a menudo el resultado de una obsesión de su autor, o los temas que se abordan son los que le interesan al escritor. Y así siempre. No hace falta escribir de ti mismo para que la obra refleje quién eres. 

Santiago Amor