“Es prioritario aunar esfuerzos y acelerar la agenda de trabajo conjunta para cerrar estas brechas desde lo público y lo privado”
¿Cómo ha vivido su desarrollo como mujer directiva a lo largo de su vida profesional?
Personalmente, y como nos ha pasado a tantas mujeres, las mayores barreras que he encontrado en mi vida profesional fueron al inicio y estaban relacionadas con la dificultad para conciliar adecuadamente trabajo y vida familiar.
Siempre tuve claro que no quería poner límites a mis aspiraciones profesionales y lucharía contra ese famoso “techo de cristal”, por lo que no renuncié a nada de lo que yo consideraba importante: formar una familia y avanzar en mis metas profesionales. Me esforcé mucho para sacar adelante ambos proyectos vitales. Tuve 4 maravillosos hijos, pero la realidad es que me resultó difícil conciliar adecuadamente en esa etapa, a pesar de haber tenido gran ayuda en casa, pero fueron años complicados y sacrificados para poder llegar a todo.
Con el tiempo, mucho trabajo, constancia y formación continua, fueron llegando los puestos de responsabilidad en el sector privado y en el ámbito público. Hoy tengo la suerte de trabajar en la empresa y en el proyecto profesional más estimulante de mi vida y de tener en mis hijos y mi familia la mayor fuente de realización personal.
En su opinión, ¿cree que se puede hablar hoy de incorporación plena de la mujer en el mercado laboral?
La realidad es que desafortunadamente estamos aún lejos de ese objetivo. Es algo que estudiamos a fondo desde ClosinGap, un proyecto que pusimos en marcha 12 empresas para estudiar las principales brechas de género que persisten en la sociedad, cuantificar su impacto económico, analizar las causas e impulsar medidas para acelerar el camino hacia la igualdad.
El estudio de ClosinGap de brecha de género en el empleo en España arroja que, a pesar de que hay un 5,4% más de mujeres que hombres en edad de trabajar, hay una brecha de 12 puntos en la tasa de ocupación. A nivel de desempleo, la diferencia en detrimento de la mujer es de más de 3 puntos porcentuales. En términos de brecha salarial, las mujeres cobran en media casi 6.000€ al año menos que los hombres. Y una consecuencia: las brechas son tales, que, si se equiparase la participación laboral de las mujeres a la de los hombres, el PIB español podría aumentar un 10%.
Por tanto, a pesar de la progresiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo en las últimas décadas, las brechas siguen siendo acusadas. Y hay que sumar otra desigualdad importante, que es la infrarrepresentación femenina en puestos de liderazgo en el mundo de la empresa, la política y los medios de comunicación, donde sólo una de cada cuatro personas con capacidad de decisión, es mujer.
¿Qué papel pueden hacer las empresas para acortar los plazos?
Las empresas son determinantes en este proceso, especialmente las grandes empresas porque tenemos más capacidad de generar buenas prácticas, de liderar y de abrir camino al resto.
En MAPFRE, por ejemplo, la igualdad es un hecho desde hace años en la composición de la plantilla, pero se ha puesto mucho énfasis en desarrollar políticas internas para identificar y promover activamente el talento femenino, su proyección directiva y la mayor presencia en los puestos de responsabilidad, con muy buenos resultados. Y personalmente me siento orgullosa de trabajar en una empresa con ese nivel de compromiso.
¿Cómo se puede avanzar en el camino de la igualdad?
Sin duda, los avances deben producirse en muchos ámbitos, no solo en la empresa. Es prioritario aunar esfuerzos y acelerar la agenda de trabajo conjunta para cerrar estas brechas desde lo público y lo privado, con políticas más ambiciosas, con más iniciativas de empresa y de la propia sociedad, no solo por una cuestión de justicia social, sino porque es una palanca clave para la recuperación económica del país.