El reto que allana todos los demás: el crecimiento

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La clase política no lo sitúa inexplicablemente en el primer plano, pero la sociedad española tiene un reto colosal para garantizar la prosperidad que necesita la actual y las siguientes generaciones: un alto crecimiento económico y sostenido en el tiempo. Su consecución allana todos los demás: asegura las pensiones, mejora los salarios, da más margen contra el cambio climático, blinda al país de futuras crisis financieras y elimina el caldo de cultivo al populismo, incluido el nacionalista. ¿Es tan necesario? La economía española tiene una debilidad tan enorme que, sin la protección del Banco Central Europeo, no resiste una eventual nueva crisis como la de 2008. España es, según el Fondo Monetario Internacional, el subcampeón mundial de deuda externa neta, sólo por detrás de Estados Unidos. La diferencia es que la primera potencia económica mundial siempre es un valor refugio en caso de crisis de confianza, pero no la cuarta economía del euro, que rozó el rescate total en 2011 y 2012. 

La posición neta deudora de inversión internacional se sitúa todavía en el 77,1 % del Producto Interior Bruto y la deuda bruta supera el 160%, demasiado cerca aún de los niveles récords alcanzados en la crisis. A esta vulnerabilidad hay que añadir que el 70% de la deuda pública española está en manos extranjeras, incluido el BCE, lo que obliga a una política responsable que tranquilice a los inversores.

Sólo con crecimientos anuales nominales durante 30 años superiores al 4,2% -incluida la inflación- se garantiza que el actual peso del sistema de pensiones no se descontrole

Sólo con altos crecimientos se pueden lograr los superávits con el exterior necesarios para bajar la deuda. Sólo con crecimientos anuales nominales durante 30 años superiores al 4,2% -incluida la inflación- se garantiza que el actual peso del sistema de pensiones no se descontrole, según estudios oficiales manejados en la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo. Y por cada punto menos de crecimiento económico hay 200.000 personas que se quedan sin trabajo, según CEOE.

¿Cómo conseguir ese crecimiento? Con un esfuerzo constante de mejora de la competitividad y, según el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, eso se logra con lo que se ha descuidado en los últimos 20 años: la productividad. 

Nos podemos remontar más atrás, pero recordemos el discurso de investidura del entonces nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el 22 de abril de 2004: “Quiero expresar mi convencimiento de que la economía española tiene su principal reto en sentar las bases de un crecimiento equilibrado y sostenible, con un horizonte de largo plazo que se traduzca en aumentos del ahorro y, especialmente, de la productividad”.

Su sucesor, Mariano Rajoy, recalcó en el Debate sobre el Estado de la Nación de 2015 la necesidad de “favorecer la productividad y competitividad a las empresas”. Llegó el 31 de mayo de 2018 y, en la moción de censura contra Rajoy, el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se comprometió al “desafío económico que, evidentemente, va a implicar, y mucho, a la izquierda para transformar el modelo económico que tenemos, que ahora mismo está basado en la precariedad, en la nula productividad de los trabajadores”.

Todos ellos acertaron en que la palabra productividad es clave, pero el resultado es paupérrimo. “Durante las últimas décadas, el aumento de la productividad total de los factores (PTF), que mide la eficiencia con la que se utilizan los factores productivos, ha crecido en los 20 últimos años aproximadamente un 0,2 % en promedio, 2 décimas menos que la media de la zona del euro, de acuerdo con las estimaciones de la Comisión Europea”, ha afirmado el gobernador del Banco de España. La educación, la innovación, la mejora de la gestión empresarial, la competencia o un mercado laboral eficiente, son claves. Por tanto, el reto es formidable y requeriría un gran esfuerzo colectivo de colaboración y aceptación de reformas. Hace falta que haya también más productividad en el desnortado debate político actual.

Carlos Segovia