“Es responsabilidad de todos el corregir prácticas y remover barreras que puedan estar limitando el talento femenino”
¿Qué representa para usted la fecha del 8 de marzo?
Si me lo hubiera preguntado hace 20 años quizás hubiera dudado más, pero ahora, gracias a mi experiencia acumulada e interés personal en la materia, no me cabe duda de su relevancia. Es un día que nos sirve para conmemorar el esfuerzo de grandes mujeres para adquirir derechos que hoy damos por sentados –pensemos que hasta finales de los 70 la mujer necesitaba el permiso del marido para abrir una cuenta bancaria-, pero sobre todo para recordar que tenemos que seguir trabajando, pues todavía hoy persisten en España sesgos y conductas ante los que no debemos bajar la guardia.
En el ámbito laboral, la diversidad beneficia a todos: aporta competencias complementarias, enriquece las dinámicas de trabajo y mejora la productividad y el rendimiento. No nos podemos permitir desperdiciar el talento, ni que este no se remunere de forma acorde. En la CNMV también tenemos que mejorar pues, aunque más del 50% del personal son mujeres, además de mayoría en el Consejo y Comité Ejecutivo, esto no se traslada a todos los niveles directivos. Es responsabilidad de todos el corregir prácticas y remover barreras que puedan estar limitando el talento femenino.
¿Cree usted necesaria la fijación de cuotas obligatorias para alcanzar la igualdad de género en el mundo de la empresa?
Creo que muchas mujeres hemos sido reacias al establecimiento de cuotas para que ello no quitara mérito a nuestros logros personales. Pero estas, en determinados contextos, pueden tener su utilidad y ayudan a cambiar la cultura de las organizaciones.
Sobre las cuotas obligatorias en las empresas, le diría que confío que no sean necesarias y, en todo caso, es algo que compete al legislador. Los países están siguiendo prácticas variadas: cuotas obligatorias o recomendaciones como en España. Sea como sea, lo importante es el resultado y aquí observamos que los datos mejoran año a año.
En 2020, además, revisamos el Código de Buen Gobierno para recomendar que las empresas tuvieran al menos un 40% de consejeras a finales de este año. En 2020, las mujeres representaban ya más del 30% en las empresas del Ibex35 y 4 empresas habían alcanzado ya el 40%. Yo diría que, por ahora, los datos apuntan en la buena dirección.
Además, quiero llamar la atención también sobre la recomendación para que las empresas cuenten con un número significativo de mujeres ejecutivas y altas directivas. Creo que de poco sirve la diversidad en el consejo si ello no se refleja en el resto de la organización. Y aquí es donde tenemos más margen de mejora.
“Los aspectos más destacados de nuestro plan de actividades para este año son la protección del inversor y la lucha contra el fraude, ayudar e impulsar la adopción de las nuevas tecnologías, pero con un ojo puesto en los nuevos riesgos, y facilitar el desarrollo de las finanzas sostenibles”
Cambiando de tercio, ¿cómo ve la evolución de los mercados tras la pandemia?
Las incertidumbres siguen pesando. Además de los recientes factores de riesgo geopolítico derivados del conflicto en Ucrania, persisten las dudas por el ritmo de recuperación económica y los efectos de la pandemia, y también por el aumento de la inflación y los problemas de suministros y cuellos de botella, entre otros.
Pero más allá de la evolución, lo importante es que los mercados funcionen bien, incluso en momentos de máxima volatilidad, como hicieron en 2020. Esto es, que los precios reflejen la realidad de las empresas, que haya liquidez y profundidad; que las empresas puedan financiarse para lograr la transformación digital y sostenible; y que los inversores encuentren oportunidades adecuadas a su perfil. Y esto último me parece especialmente relevante cuando vemos que proliferan los cantos de sirena para invertir en productos no regulados, como las criptomonedas, los tokens o NFT, entre otros.
Para terminar, ¿qué retos considera más relevantes para la CNMV?
Acabamos de publicar nuestro plan de actividades para este año, en el que destacaría tres áreas. Primero, la protección del inversor y la lucha contra el fraude, especialmente en el nuevo entorno digital en el que nos movemos. Segundo, ayudar e impulsar la adopción de las nuevas tecnologías, pero con un ojo puesto en los nuevos riesgos, especialmente el riesgo de ciberseguridad. Y tercero, facilitar el desarrollo de las finanzas sostenibles para contribuir a la transición hacia un crecimiento económico sostenible a largo plazo. Todo ello en un entorno en el que las empresas deben poder seguir recurriendo a los mercados de valores como vía alternativa a la financiación bancaria.