Aunque marcado por la pandemia que asola desde hace un año al mundo entero, llega un nuevo 8 de marzo. Y, de nuevo, se presenta como imperativo ético imprescindible reivindicar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Hoy, esta demanda constituye ya un movimiento global imparable, en el que España ocupa un lugar muy destacado.
A pesar del discurso anti género que se está lanzando desde ciertos sectores sociales y a través de partidos de nuevo cuño, las nuevas generaciones de mujeres demuestran una determinación ilusionante y sin fisuras en la lucha por la igualdad.
Esta lucha tiene en el ejercicio del derecho un instrumento importantísimo. Las mujeres juristas sabemos perfectamente cómo avanzar en la consecución de la igualdad real y efectiva. El hilo se inicia con una idea y sigue con una reivindicación, y ésta con una propuesta que se convierte en iniciativa política que, a su vez, debe sustanciarse en ley que proteja y exprese jurídicamente esa idea primigenia. Ideas insoslayables si queremos avanzar hacia una sociedad justa.
Parece una obviedad tener que recordar que no hay democracia sin igualdad. No puede existir Estado social y democrático de derecho si una parte de la población está discriminada. Eso lo sabemos muy bien las mujeres juristas, lo sabemos por partida doble, me atrevería a decir
Por eso la igualdad de género que defiende y define al feminismo, encarnado tanto por mujeres como por hombres justos, no es una moda. Tan esencial es la igualdad de género, que está identificada por Naciones Unidas como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El motivo es claro: la igualdad entre mujeres y hombres no es solo un derecho humano fundamental, es la esencia de la que se deriva la paz, la prosperidad y la sostenibilidad. Es un objetivo, por tanto, que concierne a todo ser humano.
Parece una obviedad tener que recordar que no hay democracia sin igualdad. No puede existir Estado social y democrático de derecho si una parte de la población está discriminada. Eso lo sabemos muy bien las mujeres juristas, lo sabemos por partida doble, me atrevería a decir. Por eso, un año más, seguimos reivindicando lo obvio, lo ineludible e impostergable, una de las pocas certezas éticas que tenemos: la igualdad entre mujeres y hombres.
Medalla de Honor
En el 160 Aniversario de la Ley Hipotecaria, el Colegio de Registradores de España ha concedido a María Teresa Fernández de la Vega la máxima distinción de la Institución Registral, la Medalla de Honor, por su decidido compromiso con la sociedad española, con la defensa de los valores constitucionales, con la justicia y con la solidez de nuestras instituciones.
María Teresa Fernández de la Vega