El 8 de marzo es el Día Internacional de la(s) Mujer(es), fue declarado como tal en 1977 por la Asamblea General de Naciones Unidas. Actualmente, se presenta como la coyuntura perfecta para celebrar los logros alcanzados, a través de la lucha plurisecular de las mujeres, en el camino hacia la igualdad de género. También es la ocasión idónea para reivindicar la necesidad de eliminar todas las formas de desigualdad estructural que perpetúan las discriminaciones y violencias que sufren las mujeres por ser mujeres. Mayor tasa de paro, mayor temporalidad y parcialidad en el empleo, menor salario medio y mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados, continúan siendo descriptores de la precaria realidad que viven las mujeres a diario, ahora empeorada por una pandemia mundial.
En un momento como el actual, cuando la Covid-19 atraviesa nuestras vidas, las mujeres han evidenciado que su participación en la sociedad es fundamental e indispensable: con una mayor presencia en el ámbito sanitario, en la cadena de producción y distribución de alimentos, en el sector comercio y, además, realizando la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado de las personas dependientes, remunerado o no. Ante esta realidad, es importante señalar que estar presentes en todas las esferas de la vida, propia y de otras personas, supone una carga desproporcionada que merma el bienestar de las mujeres. Por todo ello, España necesita pensar en los cuidados.
Desde el Ejecutivo nos sentimos interpelados, nos corresponde aceptar que la pandemia ha tensionado aún más el sistema de cuidados; debemos asumir el reto de elaborar políticas públicas que frenen la precarización de la vida de las mujeres y la feminización de la pobreza
Una de las revelaciones de la pandemia es que nuestro país necesita cuidar. Una certeza que el Movimiento Feminista y de Mujeres ha advertido durante años: los cuidados sostienen la vida y son las mujeres las que cuidan. Es posible que este 8 de marzo no veamos las calles llenas de millones de mujeres de todas las generaciones y condiciones, reivindicando sus derechos; pero ellas ya nos han mostrado su capacidad de movilización y resonancia desde hace años. Así pues, desde el Ejecutivo nos sentimos interpelados, nos corresponde aceptar que la pandemia ha tensionado aún más el sistema de cuidados; debemos asumir el reto de elaborar políticas públicas que frenen la precarización de la vida de las mujeres y la feminización de la pobreza; el desafío de hacer visible todo ese trabajo sostenido por los cuerpos de las mujeres; el cometido de empezar a construir un sistema nacional de cuidados.
El Instituto Europeo de Igualdad de Género, tras publicar los resultados del Índice Europeo de Igualdad de Género 2020, nos advierte que, si continuamos a este ritmo, tardaremos al menos sesenta años en alcanzar la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres. Frente a esta posibilidad, en las Instituciones, trabajemos desde la unidad. Saldemos esta deuda histórica: tomemos el camino que el Movimiento Feminista y de Mujeres señalan, garanticemos que todas las mujeres puedan vivir vidas dignas, libres, autónomas e independientes. Estamos obligados, como Gobierno y como sociedad, a remover todo obstáculo que dificulte el alcance de la igualdad de género. Nos debemos a las personas, colaboremos para que vivan vidas dignas de ser vividas.
Irene Montero