Este 8 de marzo celebramos un Día Internacional de la Mujer sin duda, distinto. El impacto de la pandemia de COVID-19 en nuestra economía y nuestra sociedad ha transformado por completo la forma en la que afrontamos nuestro día a día como ciudadanos y ciudadanas. Cambios que han revelado maneras diferentes de comunicarnos, de trabajar, de consumir, de acercarnos a la cultura y emocionarnos, etc.
Una serie de nuevos códigos y modelos de conducta que apelan a prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas, y exigen transformaciones profundas y urgentes para reinventarnos como sociedad y como país de cara al gran reto que tenemos por delante: el de reconstruir nuestra economía apostando por un modelo sostenible e inclusivo que ponga a la transición ecológica y la transformación digital en el centro.
Estamos ante un reto apasionante y una oportunidad para construir un modelo de país moderno y adoptado a los desafíos del siglo XXI en el que las mujeres están destinadas a tener un papel fundamental y protagonista a la hora de definir cómo será la sociedad en la que queremos vivir en el futuro que empezamos a construir en este 2021 que supone el inicio de la recuperación de España.
Un trayecto que solo podremos recorrer unidos y sin dejar a nadie atrás, y para el cual la Secretaría de Estado que dirijo ha fijado la igualdad efectiva entre hombres y mujeres y el cierre de la brecha de género en el ámbito digital como una prioridad absoluta. Los datos son los que marcan esta dirección: apenas el 13% del alumnado matriculado en informática son mujeres, llegando a sólo el 29% en el caso de ingenierías, construcción e industria. En consecuencia, las mujeres representan un 30% de los profesionales TIC y solo un 17% de las startups tecnológicas han sido fundadas por mujeres.
Estamos ante un reto apasionante y una oportunidad para construir un modelo de país moderno y adoptado a los desafíos del siglo XXI en el que las mujeres están destinadas a tener un papel fundamental y protagonista a la hora de definir cómo será la sociedad en la que queremos vivir en el futuro
Estos números muestran una brecha de género inaceptable, que tiene efectos notorios en la construcción de la España del mañana. Las mujeres no podemos permitir que el mundo que vendrá sea planificado sin nosotras, al igual que nuestro país no puede dejar pasar la enorme oportunidad de incorporar a la revolución digital a la mitad del talento del que disponemos para definir el modelo económico moderno e inclusivo que debe sacarnos de esta crisis.
Por eso la necesaria transformación digital de la economía requiere una perspectiva de género: debe ser una transformación transversal y profunda, basada en la igualdad, que llegue a todos y todas, comprometida con no dejar a nadie atrás, tampoco por razón de su género. Y para conseguirlo es imprescindible colocar a la mujer en el centro de esta transformación. Estimular las competencias STEM entre las niñas. Dotarles de referentes.
Una igualdad que también ha de verse reflejada en el diseño de algoritmos que incorporen parámetros y visiones de una sociedad avanzada en la que la mujer tiene un papel principal, que nada tiene que ver con determinados sesgos y patrones aprendidos que trasladan al mundo digital una realidad construida exclusivamente por hombres que nada tiene que ver con el mundo en el que hoy vivimos.
Es el momento de apostar por el talento joven y el talento femenino. De descubrir las ideas, perspectivas y formas de afrontar la creación de nuevos proyectos innovadores que estas nuevas generaciones tienen que aportar. Ellas han demostrado con creces su valía y su capacidad para transformar y reinventar estructuras obsoletas. Es la hora de que las mujeres tomen el centro de la revolución digital.
Carme Artigas Brugal